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6 de noviembre de 2014

DISTANCIA DE RESCATE, de Samanta Schweblin




No sabemos dónde estamos ni hacia dónde nos dirigimos. Avanzamos en la lectura tanteando, seguros de que hay algo importante, aunque no alcanzamos a dilucidar qué es. No importa. Al menos no por ahora. La narradora, Amanda, tampoco sabe, por eso necesita de la ayuda de David, el hijo de la vecina, para que la guíe en un viaje que es vital y discursivo. De esta manera, en un diálogo a oscuras, Amanda va reconstruyendo sus últimos cuatro días, desde que llegó a ese pueblito perdido en medio del campo con la intención de pasar unas vacaciones distintas junto a su hija Nina. Recuerda cómo conoció a Carla, su vecina, y a David, un chico raro, con manchas en la piel y un comportamiento extravagante, incluso perturbador. Y así, en ese ir para atrás que no es otra cosa que ir para adelante con el fin de descubrir lo importante, Amanda recuerda, hace memoria, espera dar con aquello que pueda salvarle la vida a ella y a su hija. O no…

            Distancia de rescate es el nuevo libro de Samanta Schweblin, una nouvelle que logra combinar el registro psicológico con la denuncia social y el relato fantástico, todo inmerso en un ambiente extraño, siniestro. La maestría de Samanta se desarrolla justamente en esta línea, logrando crear una atmósfera desesperante (casi, podríamos decir, irrespirable) con un número limitado de elementos cotidianos y en apariencia banales. Lo monstruoso, lo trágico y lo irremediable está en lo trivial, en lo común de todos los días. Unas simples vacaciones en una casa de campo se convierten en una pesadilla que pone a prueba la tolerancia del lector. La muerte (o incluso algo peor) está al acecho, y la voluntad de las personas no puede hacer mucho para mantenerla lejos.

Después de dos excelentes libros de cuentos (El núcleo del disturbio y Pájaros en la boca), con Distancia de rescate Samanta nos ofrece una historia un poco más larga, por lo que tenemos la oportunidad de explorar otra faceta de ella. Es el talento que ya le conocemos, pero desplegado.

Háganse un momento y lean esta novela. Después de hacerlo, van a ver cómo elegir el lugar de sus próximas vacaciones se va a convertir en algo de vital importancia. Eso sí, el campo queda descartado.




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Samanta Schweblin
(Buenos Aires, 1978) es egresada de la carrera de Imagen y Sonido de la UBA, donde se especializó en el área de guión cinematográfico. Su primer libro de cuentos, El núcleo del disturbio, obtuvo el premio del Fondo Nacional de las Artes 2001 y el premio nacional Haroldo Conti. Muchos de sus cuentos fueron editados en revistas y antologías latinoamericanas y extranjeras, y ya han sido traducidos al inglés, al francés, al alemán, al sueco y al serbio. Pájaros en la boca, su segundo libro, obtuvo el premio Casa de las Américas.



- Schweblin, Samanta, Distancia de rescate, Buenos Aires, Literatura Random House, 2014.



1 de noviembre de 2014

EL FANTASMA DEL ROSARIO, de Marisa Vicentini




«¡Oh Gertrudis, Gertrudis!, cuando vienen las desdichas, no vienen como exploradores aislados, sino en legiones», le hace decir Shakespeare al personaje del Rey en Hamlet (Acto IV, Escena V), pero esta frase bien podría haberla dicho Micaela Dupuis, la protagonista de El fantasma del rosario, la primera novela publicada de Marisa Vicentini. En efecto, Micaela es una mujer que no la está pasando muy bien: su madre falleció por causa de una enfermedad que, tratada, podría haberse sobrellevado; su padre muere en un inexplicable accidente justo cuando, después de una vida de ausencias, regresa para iniciar una relación; y, lo peor de todo, su hijo muere también en ese mismo accidente. Todos, absolutamente todos, desaparecen del entorno de Micaela, dejándola sola y encerrada en sí misma, obligada (por una obstinada existencia que, incluso a pesar de su propia voluntad, se niega a cesar) a hacerle frente a una vida que, para ella, ya no tiene ningún valor. Por esto mismo, enterarse de que su padre, apenas un desconocido, le había dejado una fortuna, un auto de colección y una mansión en la ciudad de Vista Hermosa no significa nada para ella. Hacerse cargo de su herencia, mudarse a la nueva casa y comenzar con esta nueva vida es, para Micaela, más una impulso apático que una motivación personal.

            Pero esta historia recién empieza. Si hay algo que tiene la vida (y la literatura es un fiel reflejo de eso) es que no importa qué tan mal nos esté yendo, siempre las cosas se pueden poner peor. Y, para Micaela, se ponen peor. Mucho peor. En la nueva casa, las circunstancias no son muy normales que digamos. Su vecino parece un loco, por la noche se escuchan ruidos extraños, como de portazos (aunque las puertas no se muevan), y, lo que es todavía más extraño, un rosario parece tener vida propia: aparece y desaparece, cambia de lugar, escogiendo un hueco en la escalera como su escondite preferido. Al principio, Micaela no hará más que ignorar todas estas manifestaciones, pero cuando las circunstancias empeoren (sí sí, siguen empeorando) deberá enfrentarlas. Con la ayuda de Axel, su ex novio que la había abandonado después de dejarla embarazada y que ahora vuelve con la intención de acompañarla, Micaela se propondrá descubrir qué hay detrás de lo extraño que la rodea. Y eventualmente descubrirá que detrás de las apariencias se esconde la maldad. Detrás de la vida, la muerte. Y con la muerte, los muertos.

El fantasma del rosario es una novela de fantasmas, posesiones, intriga y amor. Fundamentalmente de esto, de amor. No porque haya una historia romántica (que de algún modo la hay), sino porque somos testigos de la influencia que el amor ejerce sobre las personas. En cierta forma, Marisa Vicentini nos muestra cómo el amor es, al mismo tiempo, la mayor bendición y la peor de las maldiciones. Nos puede dar una razón para vivir de la misma forma que (con su ausencia) nos puede llevar al extremo de abandonar la vida aun antes de morir. Y esto es, justamente, lo que le pasa a Micaela y, por extensión, a nosotros  mismos, los lectores. A lo largo de la novela no nos mantendremos como testigos impávidos de las desventuras de Micaela, sino que sufriremos con ella hasta el punto de sentirnos sus compañeros, una débil compensación a sus desventuras.

Una buena novela de terror, con una ambientación interesante y una historia que logra mantenernos a la expectativa. Una opción pertinente para recordarnos que, en Argentina, también se escriben estas historias.




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Sobre la autora: Marisa Vicentini nació en 1971 y durante gran parte de su niñez vivió en Canadá. Luego, cuando volvió a Argentina, se radicó en Buenos Aires y estudió Turismo, trabajando en empresas del rubro. Si bien su gusto por la lectura la acompañó durante toda su vida, su afición por la escritura le llegó durante una licencia por maternidad. El fantasma del rosario, su primera novela publicada, fue también seleccionada en 2011para participar de la Clínica de Novela dictada en el Centro Cultural Ricardo Rojas, a cargo de Matías Serra Bradford.



- Vicentini, Marisa. El fantasma del rosario. Buenos Aires, Muerde Muertos, 2014.



27 de octubre de 2014

ANNABELLE: un intento de precuela





            Un matrimonio joven, una mujer embarazada, asesinatos envueltos en un manto de satanismo, una muñeca… Todo esto forma parte del punto de partida de la película Annabelle, una especie de precuela de la exitosa El conjuro, dirigida por James Wan y estrenada en 2013. Digo “una especie” porque la designación es forzada y, yo diría, claramente comercial. Lo único que funciona como hilo conductor de ambas historias (más allá de alguna que otra alusión destinada al espectador atento) es la muñeca. Por lo demás, Annabelle está lejos de esos rompecabezas de sentido a los que nos tiene acostumbrados James Wan y que pudimos disfrutar en la saga de El juego del miedo (Saw) y en las dos entregas de La noche del demonio (Insidious). El caso de Annabelle bien podría pertenecer al de cualquier otra película de muñecos malditos.

            Hecha esta aclaración, es justo decir que la película es entretenida, aunque predecible y un tanto contradictoria. En su afán de asustar, cae en errores de argumento que pueden llegar a ser enervantes para el espectador exigente. Incluso, la intención de dejar un final abierto que abra el camino hacia su supuesta continuación no hace más que desestimar la resolución misma de la película. Por otra parte, el mostrarse como precuela de El conjuro no hace más que jugarle en contra: ante una comparación entre ambas películas, Annabelle sin lugar a dudas sale perdiendo. Muchas veces da la sensación de que Annabelle falla justamente donde triunfaba El conjuro: la credibilidad de los personajes, la empatía que se establece con el espectador y la ilusión de estar viendo una historia “verdadera”.

            Me abstengo de recomendarla. Aquellos que vayan a verla disfrutarán de una película que brinda un momento de distracción y puede producir algún que otro salto en la butaca, pero si me preguntan a mí, yo dejaría de lado este tipo de precuelas y esperaría una continuación de El conjuro. Con un poco de suerte, la dirigirá James Wan y la protagonizará el matrimonio Warren. Hay que tener esperanzas.




Ficha técnica:
Título original: Annabelle
Año: 2014
Duración: 98 min.
País: Estados Unidos
Director: John R. Leonetti
Guión: Gary Dauberman
Música: Joseph Bishara
Fotografía: James Kniest
Reparto: Annabelle Wallis, Ward Horton, Alfre Woodard, Eric Ladin, Gabriel Bateman
Productora: Warner Bros. Pictures / Evergreen Media Group


- Podés leer la reseña de El conjuro haciendo click acá.



25 de octubre de 2014

LÍBRANOS DEL MAL: entre los tiros y las cruces





            El sargento Ralph Sarchie (Eric Bana) ama su trabajo, aunque diariamente lo aleje de su familia y lo ponga en contacto con la parte más oscura del ser humano. Para él, encontrar un bebé en un contenedor y tenerle que efectuar (en vano) respiración boca a boca forma parte de la jornada laboral. Robos, golpizas, violaciones, asesinatos… nada de esto parece sorprenderlo, porque nada de esto es sorprendente. Todo forma parte del lado oscuro del ser humano, que, aunque detestable, no tiene nada de extraordinario. Pero sus convicciones cambiarán cuando, junto a su compañero, decide atender un llamado por un caso de violencia familiar. A partir de entonces, se enfrentará a algo más que a la maldad humana, se tendrá que ver con la verdadera maldad. Pero no estará solo, contará con la ayuda de Joe Mendoza (Edgar Ramírez), un sacerdote jesuita experto en exorcismos que lo acompañará en los intrincados caminos del mal.

            Líbranos del mal (Deliver Us From Evil) es una película que combina la temática de exorcismos con el thriller policial. Tal vez por esto recibió tantas críticas negativas en tantos medios especializados. Al parecer, muchos esperaban encontrarse con una nueva entrega del tipo “demonio vs. chica indefensa, con la participación del cura exorcista”, que venimos viendo desde 1973 con El exorcista de William Friedkin. Pero no. Líbranos del mal es otra cosa, y creo que, en vez de jugarle en contra, le juega a favor. Los elementos religiosos no están ausentes, como la medalla de San Benito y las oraciones que con ella se relacionan (y que suelen utilizarse en exorcismos reales), pero permanecen subordinados a la trama y al suspenso. Además, y esto no es poco para una película de Hollywood, los personajes reflexionan sobre cuestiones interesantes, como el origen y la naturaleza del mal, dando a su vez un paso más, preguntándose por el origen y la naturaleza del bien (que aunque parezca mentira se suele dejar de lado).

            En conclusión, la película está buena. Lejos de lo que estamos acostumbrados a ver en materia de exorcismos, Líbranos del mal nos da una historia con ritmo policial que entretiene y que, además, hace pensar (para aquel que quiera hacerlo). ¿Qué más le podemos pedir?




Ficha técnica:
Título original: Deliver Us From Evil
Año: 2014
Duración: 118 min.
País: Estados Unidos
Director: Scott Derrickson
Guión: Paul Harris Boardman, Scott Derrickson (Libro: Ralph Sarchie, Lisa Collier Cool)
Reparto: Eric Bana, Edgar Ramírez, Olivia Munn, Joel McHale, Sean Harris
Productora: Columbia Pictures / Jerry Bruckheimer Films / Screen Gems


19 de octubre de 2014

NOS4A2, de Joe Hill




Recientemente salió a la venta en Argentina NOS4A2 de Joe Hill, una extensa novela de terror fantástico que sin lugar a dudas termina de confirmar, tal vez por segunda vez ya, el lugar de preeminencia que este autor ocupa entre los escritores de terror del siglo XXI. Dicen que ningún genio tiene hijos genios, y aunque no me gusta abusar de la palabra “genio”, sí es cierto que en este caso podemos estar ante una de esas excepciones que suelen confirmar las reglas más absolutas: un gran escritor que tuvo un hijo que, tal y como viene la mano, va en camino a convertirse en un gran escritor. Es que, como ya se dijo hasta el cansancio, Joe Hill es ni más ni menos que Joseph Hillstrom King, el segundo hijo del escritor más importante del género de terror de estos últimos cincuenta (¿cien?) años: Stephen King.

            Como acabo de decir, la relación filial entre Joe Hill y Stephen King hace tiempo que dejó de ser noticia, por lo que no vale la pena detenerse mucho en ella. Basta decir que dicho vínculo carece de relevancia (o por lo menos de una relevancia estricta), Joe Hill tiene todo lo que hace falta para construir su propio camino y despegarse de esa incómoda etiqueta de “el hijo de…”. Con su primer libro, Fantasmas (20th Century Ghosts, 2005), una compilación de cuentos que, aunque de una primer edición limitada, dejó en claro que estábamos ante un escritor con energía y recursos propios, Hill asomó su cabeza en el mundo literario, ganando premios prestigiosos como el Bram Stoker Award y recogiendo elogios en distintos medios. Luego llegaron sus novelas: El traje del muerto (Heart-Shaped Box, 2007), que demostró que también podía desenvolverse con historias más extensas, Cuernos (Horns, 2010), que lo ratificó como escritor de calidad con una historia que mezcla lo fantástico, lo maravilloso y lo psicológico, y la actual NOS4A2 (2013), de la que hablaré a continuación.



- NOS4A2: la tercera novela de Joe Hill



            Victoria McQueen es una nena que tiene un poder especial: con su imaginación puede materializar un puente que la conduce hacia lo que fuera que ella quiera encontrar. Cuando algo se pierde, la pulsera de su madre por ejemplo, ella no tiene más que subirse a su bicicleta y cruzar ese puente imaginario (y real) para desembocar en el lugar exacto en que se encuentra aquello que se ha perdido, sin importar si la separan de ese lugar apenas unos metros o, por el contrario, cientos de kilómetros. Pero las cosas no siempre van bien, como lo descubre Victoria un día en que, tras discutir con su madre, se propone encontrar problemas. Y los encuentra, por supuesto. Ese día conoce a Charles Manx.

            Charles Talent Manx es un anciano que tiene el mismo poder que Victoria, sólo que en vez de crear un puente con su imaginación, desarrolló una ciudad entera, Christmasland, donde todos los días son Navidad y todas las noches, Nochebuena. Para acceder a Christmasland, Manx necesita de su auto (de la misma manera que Vic de su bicicleta), un Rolls-Royce modelo Espectro de 1938 con la matrícula NOS4A2, un juego de palabras que en inglés se pronuncia Nosferatu y que remite a la mítica película de Friedrich Wilhelm Murnau (primera adaptación fílmica de Drácula, estrenada en 1922). El juego de palabras no es una simple coincidencia. A su modo, Charles Manx es un vampiro, que secuestra a niños y los lleva a aquella ciudad detenida en el tiempo, donde se convertirán en seres fríos (ni vivos ni muertos) y pasarán la eternidad siendo niños, jugando a (crueles) juegos de niños y viviendo constantemente en Navidad. Y esto, para Manx, supone la juventud y la felicidad eternas: cada viaje a Christmasland, cada chico que lleva a allí, lo rejuvenece, lo mantiene vivo.

            Victoria, entonces, cruza el puente y llega a la casa de Manx. De ese encuentro entre ambos nadie sale airoso: Manx termina preso y Victoria, loca. Pero esto no es más que el principio. Victoria crece y ella misma se convierte en madre, repitiendo mucho de los errores de sus padres y agregando a la lista otros de su propia cosecha. Por su parte, Manx entra en un coma del que sólo saldrá una década más tarde, cuando muera. Claro, eso no es algo que pueda afectar a un tipo como Manx, por lo que pronto volverá a la ruta para buscar venganza. Con la ayuda de Bing Partridge, su asistente (algo así como un Renfield idiota), Manx intentará llevar a un niño más a Christmasland, pero no a cualquier niño: a Wayne, el hijo de Victoria. Pero insisto, esto no es más que el comienzo. Ahora con una moto Triumph (los tiempos de la bicicleta quedaron atrás), Victoria irá en busca de Charles Talent Manx, aunque eso signifique viajar hasta el corazón mismo de Christmasland.



- NOS4A2: la mejor novela de Joe Hill

            NOS4A2 es, sin lugar a dudas, la mejor novela de Joe Hill, al menos hasta el momento. Con un estilo sólido y un argumento entretenido, Hill nos mantiene pegados al libro por más de 700 páginas. Una vez que se metan en el mundo de NOS4A2 no sólo no van a poder salir, sino que, de poder, no querrán hacerlo.

            Muchos dirán, algunos como crítica y otros como elogio, que el estilo de Hill es muy similar al de su padre. Los que digan esto no estarán equivocados, ya que, efectivamente, más de una vez reconoceremos recursos y expresiones de King. Sin embargo, para mí esto no representa ni un elogio ni una crítica, sino un hecho concreto y comprobable, que no sólo incluye a la escritura de Hill, sino a la de muchos otros escritores a lo largo y ancho del planeta. Stephen King es uno de los escritores más influyentes de nuestra época y, probablemente, el escritor que más escritores parió (aun sin ser consciente de ello). Yo mismo debo la decisión de convertirme en escritor al encuentro que, a los 15 años, tuve con el maestro del horror. Si King pudo inspirar e influenciar a tantos escritores en todo el mundo, por qué objetar la influencia que ejerció sobre su propio hijo.



- El mal, esa cuestión complicada

            Es interesante la forma en que Joe Hill nos pone en lugares incómodos. En el caso de NOS4A2, podemos ver una idea compleja del mal. Estamos acostumbrados (gran parte del cine y de la literatura es responsable de esto) a los lugares seguros y fácilmente reconocibles. Los buenos son los buenos y los malos, los malos. Pero en NOS4A2 la cosa no es tan sencilla. Charles Manx es malo, pero un malo que no es del todo consciente de su maldad:


Con aquel gesto Vic lo comprendió todo. Todo lo que Manx les había hecho a aquellos niños hasta convertirlos en lo que eran obedecía a un impulso por mantenerlos a salvo, por evitar que el mundo les atropellara. Estaba convencido de hacer lo correcto. Aunque lo mismo les ocurría a todos los monstruos, supuso Vic.[1]


            Incluso, el mismo Manx afirma: “Puedo ser feliz y encontrarme bien únicamente logrando que otros sean felices y se encuentren bien” (p. 516). ¿Estas son palabras de un ser malvado? Sí, en NOS4A2 sí, y esto la vuelve todavía más interesante.

            Como ya habíamos visto en Cuernos, los malos no son siempre los que parecen malos ni los buenos los que parecen buenos. No obstante, en NOS4A2, Joe Hill complica todavía más la cuestión: a veces, los malos y los buenos nos son muy distintos. A veces, los malos y los buenos no son enteramente malos y buenos. Vic no sólo no es una buena hija ni una buena pareja, sino que ni siquiera es una buena madre: mantiene a su hijo en un abandono emocional constante y sólo parece preocuparse (realmente) por él cuando Charles Manx entra en escena. Claro, eso no le impedirá arriesgar su vida para protegerlo. Asimismo, Vic es capaz de hacerles cosas a los chicos de Manx que ni el mismo Manx le haría a ningún chico. Pero Vic es la buena, y Manx, el malo.



- Conclusión

            Joe Hill logró, en NOS4A2, una novela entretenida, compleja y de gran calidad. Sus personajes están destinados a quedarse en nuestros pensamientos por una temporada, incluso después de haber terminado el libro. Y ni hablar de Charles Talent Manx, un villano que, sin lugar a dudas, va a quedar en la historia literaria de los villanos.

            Por último, y para los fanáticos de Stephen King, Hill no ahorra intertextualidades. Así, nos asombraremos al escuchar el nombre de Pennywise o la referencia al Nudo Verdadero, entre otras alusiones a la obra de su padre. Como dije en un principio, la relación filial entre Hill y Stephen King no es estrictamente relevante, pero la relación artística que ambos entablan sí lo es. No sólo Hill trabaja con personajes y elementos de la obra de King, sino que éste, también, alude a la obra de su hijo, generándose así un cruce intertextual sumamente interesante. Por ejemplo, en Doctor Sueño, secuela de El resplandor, King pone en boca de Dick Hallorann el nombre de, ni más ni menos, Charlie Manx. Dice Dick, que decía su abuelo, Andy Hallorann:


–A veces decía que conocía a un hombre malvado que se llamaba Charlie Manx, y que si no le obedecía, llamaría a ese individuo, que vendría con su coche de lujo y me llevaría a un sitio para niños malos.[2]


Un resumen perfecto del protagonista malvado de NOS4A2. De esta manera, podemos ver cómo padre e hijo se aluden mutuamente en sus trabajos, lo que, por un lado, promete nuevos e interesantes cruces en el futuro y, por el otro, posiciona a Joe Hill en el lugar de heredero del reino literario de terror. ¿Quién si no el rey puede designar a su sucesor?

            En fin, como ya quedó claro, no tengo ningún reparo en recomendar esta novela. Lo digo con toda seguridad: léanla, no se van a arrepentir. Después me cuentan.





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Sobre el autor: Joe Hill nació en 1972 como Joseph Hillstrom King. Es el segundo hijo de Stephen y Tabitha King. Hill decidió utilizar su nombre abreviado con el fin de no recibir ningún tipo de ventaja por ser el hijo de Stephen King y labrarse así su propio camino. Después de lograr un grado de éxito independiente, en 2007 reveló públicamente su identidad. Joe Hill es el último destinatario de las becas de la Comunidad Ray Bradbury. También ha recibido los premios William L. Crawford al mejor nuevo escritor de fantasía en 2006, A. E. Coppard Long Fiction Prize en 1999 por "Mejor que el hogar" (“Better Than Home”) y el 2006 World Fantasy Award por Mejor Novela por Compromiso Voluntario (Voluntary Committal). El primer libro de Hill, la edición limitada Colección fantasmas del siglo 20 (20th Century Ghosts), publicado en 2005, ganó el premio Bram Stoker Award para la Mejor Colección de Ficción (Best Fiction Collection), junto con el Premio Británico de Fantasía (British Fantasy Award) por la Mejor Colección (Best Collection) y por Mejor Historia Corta (Best Short Story) por "Lo Mejor del Nuevo Horror" (“Best New Horror”). Además, el 23 de septiembre de 2007, en la 31a. Conveción Fantasycon, la Sociedad Británica de Fantasía (British Fantasy Society) adjudicó a Hill el primer premio Sydney J. Bounds Best Newcomer Award.


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[1] Hill, Joe. NOS4A2. Buenos Aires, Suma de letras, 2014, p. 665. A continuación, las citas se harán según esta edición.
[2] King, Stephen. Doctor Sueño. Buenos Aires, Plaza & Janés, 2013, p. 25.


1 de octubre de 2014

EN EL AULA (audio)



          Amigos, les paso algo para escuchar: la adaptación de mi cuento "En el aula" que hicieron los alumnos Anabel Agüero, Nicolás Farías, Liliana Giménez, Matías Lafalce y Lucho Ledesma para el taller de radio de la carrera Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad de La Matanza (UNLaM).

          A mí me gustó mucho.





3 de agosto de 2014

OCULUS: una forma distinta de narrar





Hoy por hoy, ya no tiene sentido decir que en la mayoría de los casos, en cine como en literatura, no importa tanto la historia que se cuenta, sino el modo en que se la cuenta. Afirmar esto sería incurrir en esa vieja cuestión de la forma y el contenido, que ya se superó, se volvió a abordar y se siguió superando hasta advertir que, de una forma u otra, siempre ha estado ahí. Sin pretender avivar viejas rencillas, me gustaría hablar de la película Oculus (2013), en este momento en cartelera, teniendo en cuenta esta doble cuestión.

La historia de Oculus no es demasiado original: los miembros de una familia (compuesta por Alan Russell, el padre, Marie, la madre, y sus dos hijos, Kaylie y Tim) se mudan a una nueva casa y, en su deseo de cambio, deciden renovar su mobiliario, dándole especial atención a la adquisición de antigüedades. Es así como consiguen un espejo antiguo, cuyo marco se encuentra tallado en un pedazo de cedro negro de Baviera y que ha pertenecido a la familia real escocesa. Una vez que el espejo es ubicado en la habitación que funciona como oficina de Alan, las cosas empiezan a cambiar. Marie y el mismo Alan comienzan a comportarse de forma extraña, desinteresándose de sus hijos y de sí mismos, hasta el punto de dejar de comer. Además, tanto Kaylie como Tim ven, de vez en cuando, a una mujer que comparte el tiempo con su padre y que parece vivir en su oficina. Todo irá de mal en peor hasta el punto de que los chicos serán testigos de cómo sus progenitores se convierten en una verdadera amenaza.

Pero hasta acá sólo mencioné una parte de la historia, la parte que se refiere al pasado y que, de alguna manera, ya está concluida. La historia «actual» tiene como protagonistas a Kaylie y a Tim, años después, cuando ya son grandes. En esta parte, Kaylie decide recuperar el antiguo espejo de sus padres para matar a aquello que habita en él y que ha arruinado a su familia. Para eso lo lleva a su hermano Tim a la casa de su infancia y, juntos, se encierran con el único fin de terminar con la pesadilla. Lo que Kaylie no sabía, ni podía saber, era que la pesadilla no haría más que comenzar (una vez más).




La película está muy buena, incluso (y principalmente) por el modo en que es narrada la historia. Las dos partes mencionadas, y que corresponden a dos momentos temporales distintos, no están unidas con el ya conocido recurso del presente narrativo más la intromisión de flashbacks. No, en este caso los dos momentos se encuentran entrelazados en un presente continuo que los une, armoniza e integra. Por esto mismo, nos vemos obligados a seguir las dos historias al mismo tiempo, en un laberinto temporal que logra mantener en vilo al espectador.

Repitiendo la hipótesis inicial, diré que generalmente no importa tanto lo que se cuenta, sino el modo en que se lo cuenta. Que se haya escogido una forma novedosa para narrar cinematográficamente una historia es altamente valorable. Vivimos en una época que va sobre lo seguro, con fórmulas establecidas que proporcionan el máximo de seguridad en las posibilidades de éxito de un producto. Por esto, la invasión de remakes, la insistencia en secuelas que ya no tienen nada que aportar y la resurrección de cuanto superhéroe habitó alguna vez la página de alguna historieta. No tengo nada en contra de la percepción del arte como producto (de hecho, considero que lo es), pero me molesta cuando sólo se busca vender y no se atiende a la calidad de lo que se ofrece. Lo que plantea Mike Flanagan, el director de Oculus, es arriesgado, ya que de seguro más de un espectador, perdido entre las líneas temporales, se va a quejar y optará por desestimar la película. Mejor así. Siempre es preferible una mala opinión por la incomprensión de un público corto de miras que por la mediocridad misma de la película.

Lejos de la mediocridad, Oculus se arriesga con una forma distinta de narrar. La recomiendo.


Ficha técnica:
Título original: Oculus
Año: 2013
Duración: 105 min.
País: Estados Unidos
Director: Mike Flanagan
Guión: Mike Flanagan, Jeff Howard
Música: The Newton Brothers
Reparto: Karen Gillan, Brenton Thwaites, Katee Sackhoff, Rory Cochrane, Annalise Basso, Garrett Ryan Ewald
Productora: Intrepid Pictures / Blumhouse Productions / WWE Studios