27 de diciembre de 2008

PESADILLAS: derribando un mito

.

        Cuando hablamos de sueños tenemos siempre una percepción definida: los sueños bellos son considerados buenos y las pesadillas malas. Desde niños nos enseñan a valorar los «dulces sueños» (frases como «que tengas dulces sueños» o «que sueñes con los angelitos» nacen de esta valoración) y a desestimar las pesadillas («no comas golosinas antes de ir a la cama porque te producen pesadillas» o «no veas películas de terror porque después tenés pesadillas» son algunos de los ejemplos que se pueden dar). Siempre ha sido así y, por como viene la cosa, parece que así va a seguir siendo.

        Ahora bien, si se ve más de cerca este fenómeno, se puede afirmar todo lo contrario: las pesadillas son benéficas y los «dulces sueños», bien vistos, son dañinos, aterradores. Esto se puede afirmar teniendo en cuenta la relación del sueño con nuestro momento de despertar. Después de un «dulce sueño» solemos mirar alrededor y lamentarnos de que ese sueño fue justamente eso, un sueño, y de que no fue real. Incluso, más de uno habrá intentado volver a dormir para alcanzar ese sueño y disfrutar de su realidad-otra por unos cuantos momentos más. Por el contrario, después de una pesadilla nos relajamos y damos gracias a Dios por que lo vivido no fue real, sino un sueño. De esta manera, nuestras reacciones anímicas al despertar son claras: después de un «dulce sueño» nos sentimos tristes porque lo bueno se termina con el mundo de la vigilia, mientras que después de una pesadilla nos sentimos bien, felices, porque lo malo ya pasó y quedó atrás, lejos, en ese mundo-otro que es el mundo onírico.

        Así, la valoración de los sueños tiene que estar relacionada con la percepción que nos abre de nuestro mundo real. Después de un «dulce sueño», nuestro mundo se nos presenta vacío, feo y deslucido en comparación con ese mundo maravilloso (de ahí que uno no quiera volver de él); mientras que después de una pesadilla, nuestro mundo se nos muestra con otras luces, como algo que, después de todo, no es tan malo (al menos no tanto como lo espantoso que acabamos de dejar atrás), y por eso a veces no queremos volver a dormir.

        En conclusión, vemos cómo la pesadilla es más benéfica y positiva, ya que nos enseña a ver con optimismo y a aceptar con agrado la realidad que nos rodea. No así el «dulce sueño», que nos muestra un mundo deteriorado y nos hace sufrir por la realidad que nos tocó en gracia. Y es que los «dulces sueños», al ser «dulces» en sí mismos, trasladan la pesadilla al mundo real, que comienza en el mismo momento en que abrimos los ojos. Las pesadillas, por su parte, al ser en sí mismas terroríficas, guardan el terror para sí, ahorrándonos de experimentarlo en la vida cotidiana.

         De ahí que siempre sea mejor una buena pesadilla.

.

4 comentarios:

  1. "...los «dulces sueños», al ser «dulces» en sí mismos, trasladan la pesadilla al mundo real, que comienza en el mismo momento en que abrimos los ojos."

    A veces las sensaciones experimentadas en el sueño continúan durante la vigilia. El corte anímico no siempre es tan claro. Una pesadilla te puede dejar con un malestar indefinido toda la mañana y un sueño "lindo" puede causar buen ánimo después de despertar.

    Saludos y felicidades por este nuevo espacio para la crítica, los comentarios, el análisis y la opinión.
    Ricardo

    ResponderEliminar
  2. Me gusto mucho tu punto de vista!! por mi parte me gusta tener dulces sueños. No dejo de darme cuenta que los lindos sueños solo se focalizan el lo mejor del "mundo-otro / otro-mundo".

    ResponderEliminar
  3. Lucas, te felicito por el blog! buenísimo, es una buena forma de poner todo al alcance de la mano/mouse.
    Me encantó lo de las pesadillas-sueños. Y si bien más de una vez he intentado volver a los reinos de Morfeo luego de ver la luz diurna (y para envidia de muchos alguna vez lo he logrado) creo que algo ha quedado fuera en tu muy bien pensada oposición.
    No te olvides que hay gente (me niego a poner un "Habemos", aunque en ocasiones...) que el despertar lo vuelve a su realidad... potenciada del sueño. Así hay quienes vuelven de una pesadilla a la conciencia, y su realidad es aún peor que aquel del sueño. Y también están quienes luego de soñar una tarde en una paisaje soñado despiertan en su yate en Saint Tropez. Confiezo que me generan menos compasión los primeros que envidia los segundos.
    En fin, en suma: Me voy a la cama! A ver si logro combinar todo esto y sueño tal vez con una expléndida rubia que resulta al final un travestido.
    Dejo a tu criterio cuál es sueño y cuál pesadilla.
    Salute!
    Mariano

    ResponderEliminar
  4. Hola lucas!! Nuevamente felicitaciones por el blog, e incurrro en la escritura únicamente para derrotar a Mariano, jaja. El que tiene una pesadilla y al despertarse su realidad es peor... entonces para él es un lindo sueño, y no una pesadilla. Y lo mismo pasa con los lindos sueños. O sea, todo depende de a quien le pase. Maldito posmodernismo!!!

    ResponderEliminar