22 de marzo de 2009

EL NÚCLEO DEL DISTURBIO, de Samanta Schweblin

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«Nunca suceden acontecimientos inútiles, pero sí acontecimientos que no debieran suceder, y quizá los últimos años de mi vida sean fiel ejemplo de esta observación.»
Samanta Schweblin, «La verdad acerca del futuro» en El núcleo del disturbio.


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         No sé qué me sorprende más, la perfección de la escritura, las tramas extraordinarias o el hecho de que Samanta Schweblin tenía sólo 24 años cuando se publicaron los cuentos reunidos bajo el nombre de El núcleo del disturbio (2002). Seguramente mi sorpresa es producto de todo eso. Los cuentos de este libro nos recuerdan la fuerza que pueden albergar los relatos cortos y nos tranquilizan al mostrarnos que todavía hay historias que contar. A diferencia de muchos escritores contemporáneos que vagan en una reflexión metaliteraria o que devanean en cuestiones de escritura, pero que no tienen historias para compartir, Samanta Schweblin demuestra que se pueden hacer ambas cosas: contar una historia y contarla bien.

        Al leer este libro me surgió una pregunta: ¿es posible encontrar lo fantástico donde no hay ningún elemento que sea rigurosamente sobrenatural? Por supuesto que sí, y en esto El núcleo del disturbio es revelador. Las tramas de estos cuentos no poseen elementos ni presentan situaciones sobrenaturales, pero todo en ellos es excepcional. Trenes que no se detienen por años, esposas abandonadas al costado de una ruta como producto de una ley inquebrantable, un grupo de perros dispuesto, tal vez, a vengar a un compañero asesinado, un homicidio que es convertido en una obra de arte, entre otras cosas, son acontecimientos que fácilmente pueden ser (mal) considerados sobrenaturales, pero que en realidad se resisten a una clasificación de esa índole. En El núcleo del disturbio, en cualquiera de sus cuentos, lo sobrenatural no irrumpe en lo cotidiano (como suele definirse al género), sino que lo cotidiano se quiebra, se fuerza y se estira hasta ingresar en un lugar otro, pero sin dejar de ser eso, lo cotidiano.

        Por esto mismo, las historias que narra Schweblin son fantásticas, pero en un modo especial, más extrañas, más atrayentes, más perturbadoras. No veremos muertos saliendo de las tumbas, sino vivos entrando en la muerte; no a un dios volverse humano, sino a un humano Dios; no a un futuro terrible que se inmiscuye en el presente, sino a un presente que se adelanta a un futuro indeseable... Y encima, todo muy bien escrito, con juegos lingüísticos y exploraciones formales. Me alegro de haberme encontrado con este libro, que demuestra, como hace tiempo se creía y, tal vez, ya no, que la juventud puede producir buenas y grandes cosas.

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Sobre la autora: Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) es egresada de la carrera de Imagen y Sonido de la UBA. Ganó, en 2001 con El núcleo del disturbio, el Primer Premio en Antología de Cuentos del Fondo Nacional de las Artes. Además, ese mismo año, obtuvo el Primer Premio en cuentos del Concurso Haroldo Conti «Jóvenes Escritores 2001». Por último, como si hiciera falta un premio internacional para ratificar el talento de esta joven escritora, el año pasado (2008) Samanta Schweblin fue distinguida desde Cuba con el prestigioso Premio Casa de las Américas por su libro de cuentos Pájaros en la boca.


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- Schweblin, Samanta. El núcleo del disturbio. Buenos Aires, Destino, 2002.


  • Más sobre Samanta Schweblin en El lugar de lo fantástico:
- «Pájaros en la boca, de Samanta Schweblin» (aquí)
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1 comentario:

  1. Excelente libro. Lean su nueva publicación Pájaros en la Boca. Impecable.

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