«–En un sitio como
éste hay que controlar la tendencia de la mente a poblar lo inhabitado. Acá,
los pensamientos se agrandan y pueden terminar saliendo de las maneras más
inesperadas, más perturbadoras.»
Fabián Martínez Siccardi, Bestias afuera.
El aislamiento, la rusticidad, la naturaleza al mismo tiempo
yerma y exuberante, lo salvaje… Todo esto forma parte de la vida en La
Guillermina, la estancia patagónica a la que debe ir Florián, un agrónomo
recién recibido de 24 años, con el fin de realizar una recopilación de pulgones
para estudiarlos, luego, en el laboratorio. Desde un comienzo, su llegada a La
Guillermina está marcada por un alejamiento de todo y un adentramiento a lo recluido
(no sólo geográfica, sino también temporalmente): «Dentro de ese contorno [que
delimitaba la estancia] se concentraban los únicos elementos humanos en
kilómetros a la redonda; afuera quedaba lo salvaje, lo inalterado» (p. 13). En
esta dicotomía entre lo salvaje y lo civilizado, entre lo bestial y lo humano,
que nos trae a la memoria el binomio sarmientino, se desarrolla Bestias afuera, la novela de Fabián
Martínez Siccardi que acaba de ganar el Premio
Clarín de Novela 2013.
Cuando
Florián, junto a su perro Atila, llega a La Guillermina es recibido por
Bastiana, la mujer que cuida de Haroldo (el dueño de la estancia, un hombre enfermo
y envejecido) y se encarga de las cuestiones domésticas. Las palabras con que
Bastiana recibe a Florián están lejos de ser de bienvenida y se dirigen más a
Atila que a él: «Las bestias afuera» (p. 15). La inflexibilidad de la mujer
plantea ya la imposibilidad de ir en contra de las reglas de la estancia: los
animales, las bestias, se quedan afuera, las personas, adentro. Florián debe,
entonces, encontrar la forma de ubicar a Atila, con quien mantiene una relación
de amistad ajena a toda distinción entre lo humano y lo animal. Más tarde
descubrirá, con el transcurrir de los acontecimientos, que él no es el único
incapaz de establecer este tipo de distinciones.
La novela
está buena justamente por eso: con una prosa simple, aunque no exenta de profundidad,
Martínez Siccardi nos introduce en un universo conformado por un número
reducido de personas y por una serie de reglas que, por rígidas o inalterables
que parezcan, no tardarán en mostrar sus fisuras. Incluso la regla principal,
la de las bestias afuera, comenzará a desdibujarse, mostrándonos cómo las
personas pueden llegar a ser tan bestiales, o más, que los animales. Y es entonces
cuando notamos que las dicotomías ya no funcionan, que los binomios dan paso a las
ambigüedades y éstas a las integraciones, para ponernos en un lugar incómodo en
el que nada es lo que parece o lo que nos gustaría que fuera, donde los hombres
son capaces de las peores acciones y los animales, simples víctimas de nuestras
perversiones. Ni la realidad misma quedará libre de contaminación, y las
barreras de lo real y lo sobrenatural se quebrarán con la misma facilidad con que
un árbol seco es arrastrado por la fuerza salvaje de un río embravecido.
Afín a una
tradición amplia, que incluye a escritores como Ezequiel Martínez Estrada y Henry
James, Bestias afuera es una buena opción
para estos meses de calor y escasa energía eléctrica. Los invito a leerla.
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Sobre el autor:
Fabián Martínez Siccardi nació en Río Gallegos en 1964. Aunque en la actualidad
vive y trabaja (como traductor e intérprete) en Buenos Aires, durante gran
parte de su vida careció de una residencia fija, estableciéndose en distintas
ciudades de la Argentina, Estados Unidos y España. Entre sus trabajos cabe
destacar la novela juvenil Patagonia
iluminada (2012) y los relatos “Memoria fotográfica” (segundo premio Hucha
de Oro, 2003), “El santo invisible” (segundo premio Ciudad de Zaragoza, 2005), “If
then a man” (en coautoría con el sudafricano Arthur Rose y finalista del
Glimmer Train Press, 2012) y “Laika” (premio Alberto Lista, 2007, y adaptado al
teatro por el mismo Martínez Siccardi bajo el nombre Laika, no te escondas).
- Martínez Siccardi, Fabián. Bestias afuera. Buenos Aires, Clarín-Alfaguara, 2013.