El lunes 9 de mayo, José María Marcos, Pablo Martínez Burkett y yo estuvimos hablando del gótico irlandés en la Biblioteca Nacional de la República Argentina, en el marco del III Encuentro Internacional de Literatura Fantástica. Se trató de una jornada sumamente interesante. Para aquellos que no pudieron concurrir, les dejó a continuación mi ponencia sobre Charles Robert Maturin y su famosa novela Melmoth el errabundo.
Flyer del evento |
Damián Blas Vives, Lucas Berruezo, José María Marcos y Pablo Martínez Burkett |
III ENCUENTRO
INTERNACIONAL DE LITERATURA FANTÁSTICA
CHARLES ROBERT
MATURIN y su MELMOTH EL ERRABUNDO
·
Introducción
Cuando empecé a considerar la
forma de abordar la persona de Charles Robert Maturin y su famosa novela Melmoth el errabundo, me encontré con un
dilema: ¿cómo hablar de una novela tan rica?, ¿por dónde empezar, por dónde
seguir, por dónde terminar? Los aspectos que uno podría analizar de esta novela
son múltiples y se multiplican en el mismo análisis. Pensé en hacer una lectura
crítica-teórica, hablando de los relatos enmarcados (esa maraña de relatos
dentro del relato), teniendo en cuenta la figura del narrador, las apariciones
del autor en forma de constantes notas al pie e, incluso, las recurrentes
apelaciones al lector. También me entusiasmó, al menos por un momento, la idea
de hacer un seguimiento de las lecturas que aparecen en la novela, tanto en
forma de epígrafes como de citas (y que van desde Shakespeare a Cervantes,
pasando por la novela gótica contemporánea a Maturin). Pero todo me parecía
demasiado técnico y no lograba expresar lo que realmente me había gustado de la historia. Por eso, decidí trabajar
sobre lo que más me había impactado, que no es otra cosa que eso que, una vez
que cerramos el libro, sigue presente en nuestras cabezas, a veces incluso más
de lo que nos gustaría.
Para comenzar, entonces, me
gustaría hablar brevemente de la vida de Charles Robert Maturin.
·
Charles
Robert Maturin
Charles Robert Maturin (1782 - 1824) |
La vida de Maturin estuvo signada
por el fracaso. ¿Esto significa que todo lo que hizo le salió mal? No, para
nada. Justamente por eso lo digo. No hay fracaso más doloroso que aquel que logra
gozar, casi nunca y casi nada, de un poco de gloria. Esto fue justamente lo que
le pasó a Maturin.
Pero bueno, vamos desde el
principio. Charles Robert Maturin nació en Dublín (Irlanda) en 1782 y estudió
en el famoso Trinity College (que vería pasar por sus aulas, tiempo después,
tanto a Sheridan Le Fanu como a Bram Stoker), recibiendo el título de Bachiller en Artes en 1800.
Se casó joven, en 1802, con la
famosa cantante de la época Henriette Kingsbury, y, sin poder continuar sus
estudios, se ordenó como sacerdote en 1803. Según algunas malas lenguas, al
parecer, el tiempo libre que le dejaba su ocupación de coadjuntor en una
iglesia de Dublín lo empleaba en el hábito de las mujeres y la lectura.
En lo que se refiere a su
situación económica, gozó de un período de relativa estabilidad en estos
primeros años de matrimonio, pero luego, y ya con la muerte de su padre en 1809
(y el fin de la renta que recibía de él), su realidad se vuelve precaria.
Empieza a enseñar como profesor particular, hasta que decide dedicarse de lleno
a la escritura para mantener a su esposa y a sus cuatro hijos. Su muerte en
1824 lo encontrará, con apenas 42 años, pobre y arruinado.
- Obras:
Sus tres primeras obras, las
novelas The Fatal Revenge; or, the Family
of Montorio (1807), The Wild Irish
Boy (1808) y The Milesian Chief
(1812), todas aparecidas bajo el seudónimo de Dennis Jasper Murphy, fueron un rotundo fracaso, aunque le gustaron
a Walter Scott, quien no escatimó elogios (más tarde, incluso, cuando Maturin
le escribiera revelándole su verdadera identidad, llegarían a cultivar una
amistad que duraría hasta la muerte de nuestro gótico escritor). Después de The Milesian Chief, Maturin va a decidir
dejar de lado el pseudónimo y empezar a escribir con su verdadero nombre.
En 1816 aparece Bertram, una obra de teatro que fue
estrenada en Londres (con mediación de Walter Scott y Lord Byron) con un éxito
rotundo que, sin embargo, no duraría mucho. Todas las obras posteriores, Manuel (1817) y Fredolfo (1819), repetirán el fracaso de sus tres primeras novelas.
- Obra maestra: Melmoth el
errabundo
Hasta que, finalmente, y después
de la intrascendente publicación de Women; or, Pour Et Contre; a Tale en
1818, aparece en 1820 una novela dividida en cuatro volúmenes llamada Melmoth el errabundo.
Se podría decir que Melmoth el errabundo cuenta la historia
de John Melmoth, un hombre que hace un pacto con el Diablo con el fin de
conseguir longevidad y conocimiento a cambio de su alma. Para poder salvarse,
Melmoth tiene una única alternativa: pasarle su maldición a otra persona. Por
eso, a lo largo de la novela, vemos cómo este personaje misterioso se le
presenta a distintas personas que se encuentran al borde del más terrible
sufrimiento con el fin de que, a cambio del cese de los mismos, los hombres
entreguen su alma y, así, él pueda salvarse de una eternidad en el Infierno.
Los escenarios son, como nos tiene acostumbrado el gótico, terribles: un
manicomio, ruinas medievales, cementerios, conventos y hasta las mazmorras de
la misma Inquisición. Las atrocidades que se viven en esos lugares son tan
horrorosas como ellos.
E. A. Poe |
Melmoth tiene la particularidad de ser considerada la novela que
cierra el género gótico. Esto no significa que lo gótico termina con Maturin y
su Melmoth, sino que lo que termina
es el período de madurez del género. La novela gótica pura y dura, que había
iniciado Horace Walpole en 1764 con su Castillo
de Otranto, culmina en 1820 con Melmoth
el errabundo. Después, obviamente, algunos aspectos del gótico continuarán en
trabajos como los cuentos de Edgar Allan Poe (entre los que podríamos destacar
«El pozo y el péndulo» y «La máscara de la Muerte Roja», los dos de 1842), la
novela Drácula, de Bram Stoker,
publicada en 1897 y la novela Otra vuelta
de tuerca de Henry James, aparecida en 1898. Incluso, en el cine actual
podemos ver la persistencia de lo gótico, en películas como El joven manos de tijeras (1991) de Tim
Burton o El cuervo (1994) de Alex
Proyas y trágicamente protagonizada por Brandon Lee.
A diferencia de las novelas
anteriores de Maturin, Melmoth llama
mucho la atención, para bien y para mal. Los elogios y las críticas abundan por
igual. Balzac (que puso a Melmoth a
la altura del Don Juan de Moliere o
del Fausto de Goethe) escribió una
especie de continuación llamada Melmoth
reconciliado, que fue publicada en 1835 y en la que el personaje de Melmoth
tiene su oportunidad de redimirse. Por otra parte, Oscar Wilde, que fue algo
así como sobrino de Maturin, usa el nombre de «Sebastián Melmoth» para pasar
sus últimos días en París. Por último, no es para nada menor el caso de H. P.
Lovecraft, que en su libro El horror
sobrenatural en la literatura, de 1927, destaca la novela Melmoth, aun mencionando sus defectos, como
lo mejor que ha dado el género gótico.
Para terminar con las
influencias, me gustaría mencionar el caso de lo que, para mí, es el escritor
de terror más importante del siglo XX y de lo que va del XXI: Stephen King. No me queda más que
hacerme cargo de lo que digo, ya que no leí ninguna declaración de King al
respecto (salvo una única mención en el ensayo de 1981, Danza macabra), pero no tengo dudas de la influencia de Maturin en
la obra del escritor de Maine y de la admiración que éste siente por aquél. En
primer lugar, me parece ver ciertos rasgos de John Melmoth en el personaje de
Randall Flagg (el malo de la novela Apocalipsis
y que también va a aparecer, con una importancia para nada desdeñable, en la
saga de La torre oscura). Por otra
parte, la idea de una maldición que sólo puede anularse pasándosela a otra
persona la vemos en el final de Maleficio,
por lo que, tal vez, Melmoth está también por ahí ejerciendo su poder. Y, lo
que me parece el guiño más claro, tenemos que uno de los dioses de la saga de La torre oscura, una de esas divinidades
que «sostienen los Haces» que a su vez sostienen el mundo, y que también
aparece en It contraponiéndose al
payaso Pennywise, es una tortuga que se llama, ni más ni menos, que «Maturin».
- Después
Después de Melmoth el errabundo, Maturin escribió una novela más llamada The Albigenses (1824) y un relato corto,
Leixlip Castle, aparecido
póstumamente, en 1825, pero ninguno de los dos relatos consiguió la notoriedad
de Melmoth. Además, Maturin mismo,
atribulado por ciertas acusaciones de depravación que se ganó por Melmoth (que, por otra parte, no eran
nuevas) y acuciado por los problemas económicos, se fue encerrado cada vez más
en sí mismo hasta su muerte, el 30 de octubre de 1824.
·
¿Quién
es John Melmoth?
Principalmente, se cuenta la
historia de Melmoth a través de la historia de sus víctimas, de Stanton,
Moncada, Immalee/Isidora, la familia Guzmán, Elinor Mortimer… En este sentido,
nos hallamos frente a una genialidad de Maturin: no se nos sirve «en bandeja»
el personaje que da nombre a la historia, sino que debemos ir reconstruyéndolo
de a poco, a partir de los datos que se van dando aquí y allá. De hecho, recién
se profundiza (un poco) la historia de Melmoth en la página 616 de la edición
de Bruguera (que consta de 670), por lo que, de cualquier manera, el lector ya se
vio obligado a hacer un trabajo arqueológico buscando las raíces de este
particular personaje.
En esta página 616, vemos cómo un
clérigo le cuenta la historia de Melmoth a Elinor (una de las tantas víctimas
del tentador). Este clérigo tiene derecho a hablar, conoció a Melmoth antes del
pacto y estuvo presente en su lecho de muerte, que en este caso no sería más
que la etapa fundamental de su transformación. De cualquier manera, no es mucho
lo que este personaje cuenta de Melmoth. Apenas nos dice que antes de
convertirse en lo que se convirtió era una persona con una gran curiosidad
intelectual, que pretendía conocer los secretos de la existencia, aquella rama
del saber que debe permanecer oculta a los seres humanos. Leemos en la novela:
«sabía que su compañero Melmoth era irrevocablemente aficionado al estudio de
ese arte que tienen en abominación todos “aquellos que pronuncian el nombre del
Señor”» (p. 616). Por esto, no es de extrañar que, cuando el clérigo lo va a
visitar en su lecho de muerte, su habitación estaba «atestada de aparatos
astrológicos» (Ibidem).
Ahora bien, cuáles son esos
estudios y cuáles son las conclusiones que Melmoth va sacando, eso es algo que
el lector debe ir averiguando de a poco, en cada parlamento, en cada tentación,
en cada historia. Las propias palabras de John Melmoth echan un poco de luz
sobre este misterio: «Mi pecado ha sido sobremanera angélico: ¡orgullo y
presunción intelectual! Es el primer pecado mortal; una ilimitada aspiración a
dominar el saber prohibido!» (p. 617).
Y Melmoth sabe, y lo que sabe de
la Humanidad es tan horroroso que el mismo Maturin se ve obligado a aclarar en
un pie de página que las opiniones del personaje no se corresponden con la del
autor.
·
La
curiosidad: ese mal de todos los males
Y aquí llegamos a la cuestión
verdaderamente importante: LA CURIOSIDAD.
Melmoth mismo asegura que su
destino, y el destino de las personas en general, está marcado por la
curiosidad: «recordad que vuestras vidas serán el precio de vuestra desesperada
curiosidad. En ese mismo lance aposté yo algo más que mi vida… ¡y perdí! Os lo
advierto… ¡retiraos!» (p. 668).
Esto nos remite a un tema que ha
sido tratado desde la Antigüedad. ¿Por qué Pandora abre la caja que Prometeo le
dio a su hermano Epimeteo, su esposo, haciendo que todos los males se
distribuyeran por el mundo? ¿Por qué se podría decir que Adán y Eva caen bajo
la tentación de la serpiente? Por curiosidad, ni más ni menos que por
curiosidad, y por cierto afán de conocimiento, ya que no es un dato menor que
el fruto que Eva come y que después comparte con Adán es el del «Árbol de la
Ciencia del Bien y del Mal», aquél que da al Hombre el conocimiento de lo que
es bueno y de lo que no lo es. Incluso, el mismo Melmoth se compara con
aquellos primeros hombres, haciendo alusión al relato de su caída: «Si he
alargado la mano, y he comido el fruto del árbol prohibido, ¿no he sido
retirado de la presencia de Dios, y de la región del paraíso, y enviado a vagar
por los mundos de sequedad y maldición por los siglos de los siglos?» (p. 664).
En este sentido, podemos ver cómo
en Melmoth se reproduce la «razón de
ser» del gótico. Recordemos que el género gótico nace como respuesta al exceso
de racionalismo propio del siglo XVIII. De alguna manera, Melmoth nos está diciendo que la obsesión por un conocimiento fuera
de los caminos de Dios lleva a la destrucción y a la pérdida del alma. John
Melmoth es un intelectual, un hombre de razón. Es su razón (su deseo de conocer
intelectualmente) lo que lo pierde, lo que hace que pacte con el Diablo. De
esta manera, la historia y el desenlace de Melmoth no es otra cosa que una crítica
a la centralidad de la razón dentro de sistema de prioridades humano.
·
CONCLUSIÓN
Hay mucho más por decir. Melmoth el errabundo es una novela inagotable. Por razones de
tiempo, y para no abusar de la paciencia de ustedes, no voy a seguir indagando.
Desde mi lugar, les recomiendo a todos aquellos que no hayan leído Melmoth el errabundo, que la lean. Es
una novela que, más allá de lo tedioso que puede resultar su lectura (entre
tantas historias dentro de historias), verdaderamente vale la pena.
OBRAS DE CHARLES ROBERT MATURIN
Narrativa
- The Fatal Revenge; or, the
Family of Montorio (1807)
- The Wild Irish Boy (1808)
- The Milesian Chief (1812)
- Women; or, Pour Et Contre; a Tale (1818)
- Melmoth the Wanderer (1820)
- The Albigenses (1824)
- Leixlip Castle (1825)
Teatro
- Bertram (1816)
- Manuel (1817)
- Fredolfo (1819)
Poesía
- The Universe (1821)
Sermones
- Sermons (1819)
- Five Sermons on the Errors of the Roman Catholic Church (1824)