Ante
la presencia de un nuevo virus, que convierte a los infectados en zombis
anhelantes de carne viva, el mundo trata de reponerse y seguir adelante. Las
personas hacen lo que pueden, esperando que la ciencia dé las explicaciones
necesarias que tanto tardan en llegar. En este contexto, Maggie (Abigail
Breslin), una joven que vive en el campo con su familia, es mordida y, en
consecuencia, infectada. Desde ese momento, Wade (Arnold Schwarzenegger), su
padre, no hace más que cuidar de ella y acompañarla en los últimos momentos de
un recorrido que sin lugar a dudas terminará con la transformación definitiva
de Maggie.
Si
bien las características que Maggie (2015)
les otorga a los zombis no difiere de lo que se suele ver en otras películas de
esta temática, la forma en que desarrolla el argumento la vuelve novedosa y,
por qué no, única. Como todos los muertos vivientes, los zombis de Maggie se convierten en tales después de
que otro zombi los muerda. Además, anhelan carne viva (en especial humana)
y, una vez transformados, desconocen cualquier vínculo social o amoroso. Lo
nuevo, en todo caso, aparece en lo que se refiere a los tiempos de la
transformación: mientras que el cine nos acostumbró a conversiones rápidas,
prácticamente inmediatas, en esta película podemos ver un proceso lento en el
devenir zombi, que no sólo es sufrido por la familia, los amigos y el mismo
infectado, sino que también es acompañado con controles médicos y con
medicamentos que, si bien no pueden revertir la enfermedad, al menos intentan
ralentizarla. En este contexto, el foco no está puesto, como suele estar, en lo
terrorífico del «muerto vivo». Para nada. El horror se encuentra en lidiar con el
hecho de que uno de los nuestros, a quien amamos, ha enfermado y va a morir.
Wade,
entonces, se propone cuidar de Maggie, mientras todo un sistema de salud y de
seguridad le indica que lo correcto es entregarla a la «cuarentena». ¿Pero cómo
hacerlo cuando la infectada es la propia hija? ¿Cómo abandonar a la persona más
amada en los brazos de la muerte y de la soledad? Maggie pone en escena la peor de las tragedias, la del padre que
debe ver morir a su hija. Si digo que Maggie
es una película de terror, lo hago desde este punto de vista (no es casual
que algunos amantes del género la hayan menospreciado).
En
fin, con actuaciones dramáticas extraordinarias (entre las que se destaca, tal
vez por la sorpresa que genera, la de Schwarzenegger), una fotografía
hipnotizadora y una dirección digna de elogio, Maggie logra trascender las fronteras de una temática que, en medio
de los horrores, suele sacar más risas que lágrimas. Si andan con ganas de ver
una buena película, vean Maggie. Sáquense
los prejuicios. Véanla sin proyectar, sin comparar, sin esperar nada. Después
de todo, es una de zombis, aunque bien distinta.
***
Título
original: Maggie
Año:
2015
Duración:
95 min.
País:
Estados Unidos
Dirección:
Henry Hobson
Guion:
John Scott 3
Fotografía:
Lukas Ettlin
Reparto:
Arnold Schwarzenegger, Abigail
Breslin, Joely Richardson, J.D. Evermore, Laura Cayouette, Amy Brassette
Productora:
Lionsgate / Grindstone Entertainment Group / Silver Reel