2 de noviembre de 2018

NUNCA SE SABE



          -Chau, papi -dijo Rocío, al tiempo que estiraba el cuello para darle un beso en la mejilla.

          -Chau, hermosa -respondió él-. Portate bien.

          Se besaron. Entonces, Rocío se dio media vuelta y caminó hacia la entrada del colegio, arrastrando su mochila con carrito.

          Él la vio alejarse. La vio entrar. La vio perderse por el largo pasillo pintado de verde. Si hubiera sabido que no la iba a volver a ver, habría buscado la forma de mirarla un rato más. Si hubiera sabido que no le iba a volver a hablar, le habría dicho que la amaba. Si hubiera sabido que la vida le iba a decir a uno de ellos "basta", habría sumado al beso un fuerte abrazo.

          O no.

          No hay modo de saberlo.



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