18 de abril de 2021

TRUCULENCIAS, de Juan Esteban Bassagaisteguy

 





Me gustaría hablarles de Truculencias, una compilación de cuentos de Juan E. Bassagaisteguy, publicada por Sello Fantasma en 2018. Para empezar, el libro en sí, como objeto, es una preciosura, con un inusual formato de 15 por 15 cm, papel ilustración y dibujos de Pilar Minoli, Melisa Rúa, Adriana Morales, Federico Cáceres, Germán Morón y Jessica Bilbao. Con sólo llegar a nuestras manos, nos cautiva. Ahora bien, como lo importante de un libro es lo que nos cuenta, pasemos a hablar de los relatos de Bassagaisteguy.


Truculencias contiene 13 cuentos de terror fantástico. En ellos, Bassagaisteguy nos hace experimentar lo sobrenatural como aquello que se esconde en los pliegues de lo que percibimos, disponible sólo para unos pocos. En este sentido, las leyes de la naturaleza no serían más que ordenamientos dirigidos a la mayoría de los seres humanos, mientras que una minoría tendría acceso a la verdadera realidad, ésa que no sólo pacta con aquellas leyes, sino que también las supera o (¿por qué no?) las niega.

 

Entre los cuentos que más me gustaron se encuentran “Mate frío”, “El ermitaño” y “La primera vez”. En “Mate frío” tenemos una especie de spin off de nuestro Martín Fierro, con un personaje que todos conocemos, pero del que nunca se dijo lo suficiente. Así, en apenas unas cuantas páginas, Bassagaisteguy dota al clásico argentino de un trasfondo sobrenatural y hace justicia en donde antes había silencio.

 

En “El ermitaño”, un médico es testigo de un apocalipsis inesperado. Lo interesante en este relato es que los milagros (o incluso el mismo fin del mundo) pueden estar vacíos de significado: no hay más que lo que está ocurriendo; y eso, a veces, no nos dice mucho. Incluso, puede que no nos diga nada.

 

Finalmente, me quiero detener en el cuento “La primera vez”. Acá, Bassagaisteguy utiliza una leyenda local (no diré cuál, con el fin de evitar cualquier spoiler) para ponernos la piel de gallina. Más de una vez leí en artículos y en trabajos supuestamente críticos que en la Argentina no se utiliza el bestiario de nuestra tierra por privilegiar a los monstruos venidos del norte, en especial a los vampiros. Juan Bassagaisteguy nos revela dos cosas: primero, que hay escritores que sí se nutren de las leyendas autóctonas; y segundo, que muchos críticos no leen más que lo que se vende en Yenny. Además, en “La llorona”, el penúltimo cuento del libro, el autor se apropia de dicha leyenda (de origen prehispánico y muy importante en la cultura mexicana) y la acomoda a la idiosincrasia de nuestro suelo actual.

 

Como cierre, no puedo más que recomendarles todas las historias de Truculencias. Se van a estremecer, se los aseguro.

 

 

 

- Bassagaisteguy, Juan Esteban. Truculencias. Buenos Aires, Sello Fantasma, 2018.

 

 

 

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Sobre el autor: Juan Esteban Bassagaisteguy nació en Rauch (donde transcurren muchas de sus historias) en 1973. Participó en distintos concursos literarios, obteniendo varias distinciones, entre las que se destacan: finalista en la 2da Convocatoria de Narrativa de la editorial La otra gemela en 2017; el 2do premio en el 4to Concurso Nacional de Literatura organizado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Salta en 2016; el 1er premio en los Concursos Literarios organizados por la Biblioteca Popular Guido y Spano de Rauch en 2013 y 2014; y el 1er premio en el Concurso Zombi organizado por la revista literaria El Tintazo de Colombia en 2013. Truculencias es su primer libro de cuentos, seguido por Asesinarte (Tinta de escritores, 2020).

11 de abril de 2021

DEAN KOONTZ Y LA HERENCIA DE JULIO VERNE


 Virus y vacunas

 




El año pasado, cuando la pandemia ya era una realidad innegable para todos, se recordó que el escritor norteamericano Dean Koontz había “predicho” el nuevo virus y no sólo eso, sino también el lugar de su origen: la ciudad china de Wuhan. En efecto, en la novela Los ojos de la oscuridad (The Eyes of Darkness), publicada originalmente en 1981, Koontz cuenta que el gobierno chino creó un virus letal llamado “Wuhan-400”, con el fin de utilizarlo como arma biológica. Acá quiero hacer un paréntesis. La mención de Wuhan no fue más que una casualidad dada por las circunstancias. En realidad, Koontz había elegido como los hacedores de este virus a los rusos y ubicado el laboratorio en Gorki (de hecho, el virus se llamó en un principio “Gorki-400”), pero como estaban en pleno contexto de la guerra fría, sus editores le recomendaron cambiarlo. Entonces apareció China y Wuhan. Hoy, tanto Koontz como sus editores deben de estar bailando sobre una de sus piernas y reconsiderando su concepción de la idea del destino y de la diosa Fortuna. Y no es para menos, las ventas de Los ojos de la oscuridad se dispararon, ya se habla de reediciones y el nombre de Koontz, siempre secundario en relación con su némesis, Stephen King, vuelve a ocupar un buen espacio en los titulares de todo el mundo.

 

Ahora bien, me pregunto cuánto van a tardar en decir que en la novela Visiones (By the Light of the Moon), de 2002, nuestro autor de Pensilvania habla de un científico loco que desarrolla una tecnología diminuta (a la que llama “nanobots”), capaz de ser inoculada en los seres humanos por medio de una inyección para así lograr una evolución forzada del cerebro humano. En medio de una historia de suspenso, repleta de persecuciones y de fenómenos paranormales, Koontz explica cómo los famosos “chips” pueden formar parte de una vacuna. Teóricos de la conspiración, atentos.

 

            Nuevamente, vemos cómo Dean Koontz nos habló, en el pasado, de cosas que iban a desvelar a muchos en el futuro, en un registro que tendemos a relacionar más con escritores como Robin Cook o Michael Crichton que con él. ¿Quién dice? A lo mejor, quien ahora suele ser mencionado como el que nunca pudo estar a la altura de Stephen King se termine convirtiendo, para un futuro no muy lejano, en un digno sucesor de Julio Verne.