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El post titulado «¿La película o el libro?» despertó una serie de comentarios que abrieron una polémica, en ningún momento prevista por mí, sobre la soberbia de los intelectuales y su contraposición (supuestamente por decisión propia) respecto de los sectores populares. Dicha discusión trascendió el espacio del blog y se extendió a lo que sería mi círculo íntimo y profesional. Por esto mismo, me gustaría reflexionar un poco sobre el lugar de los intelectuales en nuestra sociedad. No pretendo darle un cierre a la discusión, sino, por el contrario, contribuir al desarrollo de la misma.
Una de las cosas que noté en todas las discusiones que tuve sobre el tema es la indefinición del concepto de «intelectual» que manejan aquellos que intentan discutirlo. Al parecer, para sus detractores, los intelectuales son unos individuos esqueléticos y con anteojos que suelen estar encerrados en bibliotecas discutiendo sobre temas de literatura y filosofía que no le importa a nadie más que a ellos. Además, estos sujetos enclenques y aislados tendrían como características: primero, ser sectarios (es decir, replegarse en grupos reducidos de iguales); segundo, elitistas (ese grupo de iguales debe ser considerado superior y elevado); y tercero, soberbios (todos aquellos que no forman parte de su grupo serían «la plebe», de condiciones inferiores a las suyas). Ahora bien, cuando pedí que me dieran un ejemplo de intelectual, no supieron dármelo, sino que se mantuvieron en una idea abstracta del mismo, mencionándome, a lo sumo y cuando se veían acorralados, a un Borges que hace décadas ya no está con nosotros.
Antes de comenzar cualquier discusión, lo mejor es definir los conceptos que se pretenden discutir o defender. Por esto mismo, es necesario definir, aunque más no sea brevemente, la categoría de «intelectual». Intención por de más complicada. Como marca la convención, el concepto de «intelectual» comenzó a utilizarse con cierta regularidad a partir del año 1898, en Francia, con el caso Dreyfus y la famosa carta de Émile Zola conocida como Yo acuso. Luego, durante más de un siglo, se ha intentado definir, estudiar y establecer lo que son y deberían ser los intelectuales. Autores como Sartre, Gramsci, Said o Bourdieu (por sólo mencionar algunos de los más renombrados) reflexionaron sobre la cuestión e intentaron dar algunas respuestas. Por razones de espacio no nos centraremos en ellas (ni en los conflictos que despertaron), para ello recomiendo el libro de Carlos Altamirano Intelectuales. Notas de investigación[*] que proporciona una mirada panorámica de la historia de este concepto. Lo que intentaré hacer aquí es, simplemente, dejar de lado la discusión sobre la «tarea» del intelectual (que dominó la mayor parte de las reflexiones hasta nuestros días) para centrarme en el «lugar» que ocupa hoy, entre nosotros.
Antes que nada, pasemos a definir qué sería entonces un intelectual. Para decirlo de forma simple, el intelectual sería aquél cuya fuerza de producción es, justamente, el intelecto y cuyas reflexiones giran en torno a la cultura (entendida ésta como el lugar de la literatura, la filosofía, la historia y el resto de lo que se conoce como «estudios culturales»). Por supuesto que me veo en la obligación de dar una definición como ésta, ya que, después de Gramsci sabemos que la división del trabajo entre «manual» e «intelectual» no es exacta (hasta el trabajo manual más básico posee una cuota de intelectualidad y viceversa)[**]. Además, en esta definición que acabo de dar quedarían afuera los científicos e ingenieros, quienes deberían, sin lugar a dudas, ser considerados intelectuales. Insisto, me veo en la obligación de dar esta definición por la idea de «intelectual» que utilizan sus detractores y a la cual me referí en un comienzo.
Entonces, quien ya pensó sobre el lugar del intelectual fue, entre otros, Pierre Bourdieu. Bourdieu desarrolló el concepto de «campo intelectual» que, dicho sea brevemente, sería como el espacio que ocupan los intelectuales formando así un grupo. Por supuesto que este campo no es homogéneo ni está exento de conflictos y pugnas, pero lo que me parece interesante resaltar es que, para Bourdieu, este campo intelectual pertenece al sector dominante (es decir, al sector de los burgueses), aunque sería algo así como el subsector dominado de él. Así, aquellos que pertenecen al campo intelectual tendrían lo que se denomina «capital simbólico», que, al igual que el capital económico, estaría desigualmente distribuido y otorgaría cierto poder.
Pero, ¿cuál es el lugar que ocupan los intelectuales dentro de nuestra sociedad (entendida como una sociedad moderna/capitalista)? ¿Qué podemos decir sobre esto nosotros, según lo que alcanzamos a ver en los medios de comunicación y en nuestros círculos cercanos? Dejemos de lado un momento las reflexiones sobre la lucha de clases, el papel de los intelectuales «comprometidos» u «orgánicos», la producción simbólica y la autonomía de las prácticas culturales y abramos simplemente los ojos... ¿Qué vemos? Lo que veo yo, al menos, es que los intelectuales, hoy por hoy, ocupan un lugar extremadamente desplazado dentro de la sociedad moderna. Cuando un Premio Nobel de Literatura como José Saramago sale a criticar a Hillary Clinton, su crítica no se publica en la sección de política internacional del diario Clarín, sino en la de opinión (que, al menos en la versión online, ni siquiera figura como sección). De esta manera, vemos cómo los «intelectuales» (los que se incluyen dentro de la definición que dimos) están relegados a secciones de dudosa calidad que sólo son consultadas por ellos mismos (en el mejor de los casos). La influencia de ellos en otras áreas («campos» diría Bourdieu) se encuentra más que nunca relegada y aplazada. Ahora, yo me pregunto, ¿cómo puede pensarse en la «soberbia de los intelectuales» cuando ellos no son más que figuras de barro representando una comedia (cuando no una tragedia) en escenarios alejados y secundarios que sólo pocos (cuando no ellos solos) ven? En estos días, el saber de los letrados no proporciona «prestigio» en la sociedad, lo que, según creo, es necesario para ser soberbio, por lo que esa «soberbia», que tanto le achacan sus detractores, no es más que una ilusión que se mantiene de tiempos pretéritos en donde el arielismo imperaba en las mentes de aquellos que pretendían conducir a la humanidad.
En una sociedad regida por poderes económicos y movilizada por conocimientos en mayor medida científicos y tecnológicos, el saber letrado no ocupa más que una parte bastante insignificante del conjunto social al que pertenece. Sólo es relevante para el grupo mismo que lo posee. Por esto, esa soberbia intelectual no es más que un anacronismo, una realidad que tal vez significó algo antes, pero que hoy es una sombra, ya que, ¿quién puede ser soberbio por poseer algo que no sólo no le da un lugar de importancia, sino que, por el contrario, lo relega hasta los últimos asientos de este enorme salón que es el mundo de los saberes? ¿Cómo alguien puede ser soberbio por considerarse (o saberse) intelectual, cuando el epíteto «intelectual» suele usarse como insulto? La soberbia, hoy, es soberbia a secas, y eso no tiene nada que ver con la intelectualidad (lo que no quita que, efectivamente, haya intelectuales soberbios, como hay futbolistas soberbios, ingenieros soberbios o taxistas soberbios). Por mi parte, sólo veo la enorme soberbia de aquellos que hablan de los intelectuales sin saber quiénes son y sin ver el lugar que ocupan. No son los intelectuales (que en algunos casos buscan desesperadamente un poco de atención) los que rechazan lo popular (no están en posición de hacerlo), sino que es lo popular lo que rechaza lo intelectual y lo relega lejos con su indiferencia. Con esto no digo que lo popular sea malo (Stephen King, Lost y Los Simpsons son populares y excelentes), sólo digo que, al igual que dentro de la «intelectualidad», hay allí cosas malas y cosas buenas: que Tinelli sea siempre ejemplo de lo malo no es más que una condición inherente a su producto.
La afirmación de que la soberbia es privativa de los intelectuales es una injuria de los que no quieren ver su propia soberbia y se la endilgan a alguien más, que por otro lado no conocen.
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[*] Altamirano, Carlos. Intelectuales. Notas de investigación. Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2006.
[**] Es interesante la frase de Gramsci: «Todos los hombres son intelectuales, pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales» (Gramsci, Antonio. Los intelectuales y la organización de la cultura. México, Juan Pablos Editor, 1975, p. 14).
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Lucas, sigamos con el debate entonces :)
ResponderEliminarIntentare explicar lo que pienso con una definicion simple y concreta (sin vueltas elegantes como haria un intelectual jejeje)
Esta clarisimo que hay mucha gente inteligente, que es muy leida, que estudio mucho y gracias a eso comprende las cosas
y tiene una mirada del mundo y de la gente mas comprensiva, buena y positiva.
Para mi, esa gente inteligente entiende, mas que nadie, que a la gran mayoria de la gente le divierta o entretenga Tinelli.
Esa gente inteligente debe comprender que esos hombres y mujeres, que en general no tuvieron la suerte que tuvo el, prefieran
distenderse con un programa de tv como ese.
Lo que a mi me da bronca, es que justamente, gente mas instruida que el comun (intelectualmente hablando) diga cosas como:
"El futbol es el opio del pueblo argentino"
"El pais esta como esta porque la gente mira a Tinelli"
"Yo no veo peliculas yankees porque no tienen contenido"
"Maradona es una verguenza nacional"
Acaso se piensan que no ver a Tinelli los hace mas intelectuales? no es acaso solo un programa de tv?
bailando por un sueño no es exito en todo el mundo? como puede ser alguien tan boludo (como De la Rua)
que piensa que Tinelli tiene ingerencia en lo que pasa en el pais?
Es intelectual estar en contra de "lo yankee"?
Acaso no sabe la gente instruida que los jugadores de futbol, como los boxeadores, generalmente vienen de clases muy humildes y sin educacion del pais?
Lo que yo llamo soberbia deberia habelo llamado Boludez.
Es para mi irritante que gente intelectual se comporte tan boludamente.
Con referencia a lo que decis que la sociedad aparta a los intelectuales, pienso que es mucho mas sencillo el hecharle la culpa a la sociedad en lugar de mirar el ombligo propio. No sera que los intelectuales nuevos se quedan repitiendo lo que dicen los viejos en lugar de innovar? en lugar de entender lo que pasa hoy y darle una mirada positiva, critican y se llenan la boca con palabras de otros.
Nos dicen que las peores peliculas son las mejoras y visceversa, al igual que con los libros y la musica, escriben cosas que la mayoria no entiende, critican la tecnologia, no se adaptan.
Tiro un prejuicio mas: sabes cuantos intelectuales debe haber que no se permiten tener un blog porque vaya a saber que historia se crearon en su cabeza para reusar de Internet y sus males?
El intelectual, del que hablo, tiene resistencia al cambio (en lugar de acompañarlo) siempre esta en contra de las modas, fue el ultimo que adquirio celular (si es que aun no lo niega), y es el detractor numero 1 de Tinelli, y se cree inteligente y "distinto" por ello.
Para mi es boludo mas que inteligente, e imperdonable por la formacion que tiene.
No faltara el musico boludo "intelectual" (NOTECE LAS COMILLAS) que deja de escuchar una musica cuando ya la escucha la mayoria de la gente o se cree mejor musico (mas instruido) por escuchar musica que nadie conoce.
A eso me referia con "Soberbia intelectual" entre comillas, en mi anterior comentario,
pero claro esta que los intelectuales en serio, como dije antes, son inteligentes en serio.
Me sumo a la discusión entonces…
ResponderEliminarCoincido en que se está confundiendo soberbia con boludez. Creo que el intelectual ocupa, y ocupará siempre un lugar marginal. Eso no lo convierte en soberbio. El intelectual, por su formación, pero fundamentalmente por su labor de pensamiento, es aquel que puede, o por lo menos aspira, a ver un poco más allá que lo que está dado; busca entender la realidad en su sentido más amplio.
Por eso para mí, siempre estará ligado a la filosofía, y por consiguiente al arte (porque no nos olvidemos que ambas esferas no estuvieron siempre tan separadas como hoy día) Platón soñaba con su república gobernada por un filósofo rey, y aunque era consciente de la utopía de su proyecto, eso no le impidió seguir anhelándolo. Recordemos también que para él no todos podían acceder a la “verdadera” realidad, para ello era necesario una formación, pero no como una simple instrucción sino en un sentido mucho más amplio y más complejo.
Esto sería para mí un verdadero intelectual, aquel que quizás ve un poco más lejos o un poco más alto que el resto. Ahora bien, gracias a su visión ¿debe entender que los demás vean otra cosa, que el común de la gente se conforme con lo que ve? No, justamente debe educarlo. Esa es la principal función de un intelectual, educar. Educar después de un arduo trabajo consigo mismo.
Quizás me haya ido demasiado lejos, pero creo que uno de los problemas que tenemos hoy es justamente que hemos olvidado hacia donde debíamos dirigirnos. Quizás hoy en día los intelectuales no tengan tanto lugar también porque cualquiera se autodenomina de esta manera. Entonces escuchamos a Savater, a Coelho, o Aristóteles con la misma autoridad. Y creo que ahí ya hay un problema. ¿Un verdadero intelectual disentirá con el común de la gente? Probablemente. El tema está en que no simplemente por discernir nos convertimos en intelectual. Y ahí es donde nos confundimos con la soberbia.
Está muy de moda que cualquiera que esté en contra de lo popular se lo llame intelectual, porque es muy común que ese tipo de gente mire con cierto recelo al resto de la humanidad. Creemos que porque es soberbio es intelectual. Quizás deberíamos desconfiar de su autoproclamación y resguardar el término para aquellos que verdaderamente lo merezcan.
Me parece que viene al caso, hice un pequeño rejunte de algunos conceptos que Rozitchner (100volando.net) posteo en su blog.
ResponderEliminarEl filósofo al pensar agarra para el lado equivocado, se va lejos, a
la generalidad de los conceptos,
a la irrealidad de las purezas. Por lo general esa actitud hace las
cosas más dífíciles, no más accesibles.
En algunos casos el estilo o la doctrina permite o aconseja el regreso
al mundo real de los momentos y las cosas,
pero lo más frecuente es que el impulso de conceptualizar equivalga a
tirar al chico con el agua sucia.
En este caso el chico es el tipo con barba rodeado de libros (su mujer
y su trabajo), y no hay nadie que
lo arroje a ninguna parte sino sólo él mismo que hace lo que puede, y
lo que puede es poco.
Hay que aprender a probar, a dejar que la realidad piense y halle su
forma en el movimiento.
Hay que aceptar que la falla es parte del trabajo de encontrar lo que
sirve, y no esperar a situarse
en una seguridad perfecta.
La seguridad posible es seguridad para actuar y bancarse las consecuencias,
no la inalcanzable seguridad de la infalibildad.
El filósofo vive diciendo siempre lo mismo, porque quiere decir el
centro de las cosas,
y la vida vivida y vivible está más bien en la periferia, en las
opciones afirmadas hasta el punto de existencia.
la filosofia es una pretensión de intelectual que no se anima con el
mundo pero se muestra
como guerrero del ser –y corre el riesto de ser apenas un bravucón de la nada-
Los filósofos siempre hablan de cosas raras. Eso no está mal. Pero
tienen que ser útiles, e interesantes.
La utilidad es el estímulo que aportan. Su capacidad refrescante, de
generar el punto de la experiencia de vivir,
las cosas abiertas
¿Qué es ser filósofo?
El filósofo, como tantas cosas valiosas, surge de una patología básica.
Su incapacidad de abordar directamente las cosas, por falta de fuerza
o de confianza o de seguridad,
le hace dar un rodeo antes de llegar a ellas.
El rodeo es la característica de la neurosis y el filósofo al
enfrentarse a algo inicia el más largo
de los rodeos: se pregunta por la posibilidad de la existencia de lo
que está mirando,
de lo que podría abordar directamente si no tuviera tantos problemas.
El filósofo se va al carajo, o dicho con más poesía, inicia con suerte
el viaje de un alejamiento heroico y trae, en el retorno, un bien
precioso, para sí mismo y para la comunidad: el sentido. El filósofo
no es tan sonso tampoco: se va pero después vuelve, si puede volver,
si dio su batalla por el sentido, que es una batalla que se da no sólo
bajo la forma de pensamiento consciente sino también viviendo las
emociones, sintiendo, probando.
La utilidad de la filosofía está subordinada a su contacto con la realidad.
De nada sirve una filosofía que se desentienda de, por ejemplo, los
adelantos científicos.
Cultura es arte de vivir. Lo que los españoles demuestran, el placer
de pasearse y de ser, de quererse y destrabar los conflictos. No
distanciarse de las cosas y sentirse superior, ser por el contrario
capaz de quererlas más.
Juan: una pregunta, este es un modelo de intelectual? o un filósofo? o las dos cosas? o debería llamarlo trabajador simbólico como se autodenomina, sin saber demasiado qué significa?? No es una muestra de soberbia autodefinirse de una manera nueva para no entrar en ningún rótulo conocido y erigirse así como único en su especie?
ResponderEliminarPodría decir que no coincido con casi nada de lo que dice por lo menos acá. Bah, en realidad no dice nada, sino que solo critica. Justamente hace aquello que tanto denunciábamos antes: se pelea sin proponer nada. Como nada postula, nada hay que objetarle
Por lo que veo, la discusión sobre los intelectuales se transformó en una discusión sobre los filósofos. En un punto está bien, ya que los filósofos son intelectuales, pero por otro lado está mal, ya que no son los únicos. ¡Pobre de los filósofos, que siempre se llevan la peor parte!
ResponderEliminarEn fin, no estoy de acuerdo con algunas de las citas de Rozitchner, pero no quiero opinar mucho al respecto ya que temo que más de una esté fuera de contexto. Por lo pronto, me parece un error hablar del «filósofo» como si hubiera un solo tipo coherente del mismo. Hay y hubo muchos filósofos y según en la línea en que se ubiquen podrán ser muy diferentes, incluso opuestos. Por otra parte, la influencia de Nietzsche en Rozitchner es muy evidente, y no hay que olvidar que Nietzsche fue filósofo.
No es cierto que los filósofos dan vueltas antes de llegar a lo que creen su destino, o que se alejan del mundo real y «se van al carajo», o menos aún que siempre dicen lo mismo y no se bancan las consecuencias de una acción concreta. Decir esto es olvidar a Sartre (su idea de «intelectual comprometido» y de la función de la literatura lo muestra); es ignorar que Platón (como nos recordó Sabri) no sólo concibió la verdadera realidad en el mundo de las ideas, sino que también escribió La república, una especie de modelo del gobierno perfecto; es, incluso, no aceptar que Hegel, que puede, y tal vez debe, ser culpado de idealista, hizo algo bien desde el momento que influenció a una persona como Marx («Me declaré abiertamente, pues, discípulo de aquel gran pensador», dice Marx con respecto a Hegel en el «Epílogo a la segunda edición» de El capital)... Y aceptémoslo, Hegel hizo mucho más que eso. Como dije antes, creo que todo el error se basa en la indefinición de los conceptos que se discuten.
Y con respecto a Rozitchner: conozco muy poco de él, pero supongo que su pensamiento no se debe corresponder con lo que podemos ver en un montón de frases sueltas (a no ser que la influencia de Nietzsche haya llegado incluso hasta ese extremo).
Lucas, llego tarde a este debate, pero veo que ha dado muchos frutos. Ahora, como dijo el Maestro, a separar la Cizaña del Trigo.
ResponderEliminarIntentaré exponer mis ideas, pero admito que yo sí lo intentaré hacer de forma elegante: no hay porqué temerle a la belleza de las palabras, nada quita.
La definición del Intelectual, claro está, es bastante complicada. Y comparto que quizá se acerque a la de filósofo, escritor, historiador. No hay dudas que Borges lo fue. Aunque creo que nos metemos en un laberinto (sin que ninguna Ariadna nos sostenga un hilo) cuando intentamos definir al intelectual según cuantas cartas se escriba con El Pueblo (siempre y cuando éste sepa leer).
El intelectual no se define por oposición a la masa: dejando de lado La Biblia, uno de los libros más vendidos (y Dios lo permita siga siendo) es Don Quijote de la Mancha, y no conozco intelectual que lo reniegue (obviamente sí a la primera, pero eso es cuestión de moda desde la Revolución Francesa para acá). Los Beatles en algo más de seis años parieron las más bellas melodías del siglo XX.
Ahora bien, si por esa tendencia al péndulo que tenemos los seres humanos caemos en que TODO lo agrada a la masa es bueno… en fin: “un millón de moscas no pueden equivocarse, comamos mierda”.
El intelectual no tiene porqué agradarle, o “ser positivo” con la gente. Debe leer, entender y dar una solución a los problemas de su mundo, y ésto, generalmente y lamentablemente, será mal visto por muchos.
Es obvio que la gente se divierte con Tinelli. También lo hacía el Circo Romano. Y sólo emperadores sabios (bellísima forma de llamar a los intelectuales togados) supieron el mal que ejercía en la moral romana. Curioso sería el cruce de los siglos que nos regale un Tinelli en la Arena.
Puntualmente disiento con algunas frases citadas por Juan, y con otras tengo el agrado de coincidir:
No es el futbol el opio del pueblo. Según Marx lo era la religión. Y Marx era un intelectual. Y también popular. Pero decididamente no jugaba al futbol.
El país no está como está por que la gente mira a Tinelli, pero porque está como está la gente lo mira.
El cine americano nos ha dado los manjares cinematográficos mejores de la historia. Y también ha digerido alguno y nos ha dejado la mierda.
Maradona es una vergüenza nacional. De acuerdo.
Ah, y desde ya que De la Rua no entra ni en la I de Intelectual, pero boludo… Lejos de mí defender un personaje tan mediocre políticamente hablando, pero presidentes boludos no hay: los hay hijos de puta.
Probablemente el intelectual de hoy no encuentre lugar donde expresarse. No debe alarmarse por ello, conozco de una secta mesopotámica que de entre las cuevas con pez tallado en la entrada construyeron un imperio. Pero esa es otra historia.
Creo que ya expliqué que entiendo por Soberbia en mi participación anterior, y como respeto la capacidad de los participantes en este debate, no la repetiré.
Quizá el mundo algún día prefiera leer a un viejo ciego antes que ver un tentador y firme culo bailando en televisión. Quizá se de cuenta que aquellos caminos de eternidad construído con 27 ladrillos por aquel anciano nos alejan mucho más de nuestras sombras cotidianas que aquellos caños, por más lustre que estos posean. Eso si: sin duda nos masturbaremos mucho menos.
Tiene toda la razon Lucas, las frases del Blog son de distintos post, por lo cual estan sacadas de contexto...hice un rejunte, como dije antes, porque me parece que era critica que tenia que ver con lo que estabamos hablando y me parecia original, distinta y copada.
ResponderEliminarDejenme aclarar que cuando hablaba de la soberbia "intelectual" en ningun momento estaba refiriendome a Sartre, Platon, Marx, de hecho me retracte a boludez "intelectual", y creo que Rozitchner tampoco se referia a ellos.
Creo que, como dije antes, hay gente que se cree intelectual, pero no lo es. De hecho es gente boluda y ya.
Creo que Rozitchner se refiere a los "intelectuales" de hoy en dia (a una parte de ellos) y no a los que hicieron historia.
Por algo no son populares como fueron otros en tiempos lejanos.
Mariano, me parece muy copada tu forma elegante de postear, pero verguenza nacional es otra cosaaaaaaa, Maradona es un ex jugador de futbol y una persona con poca formacion...
Tinelli hace un programa de TV. Nada mas.
Inclusive puedo imaginar un mundo que lea Borges y que mire culos en la tele, porque de hecho, estoy viviendo en el.
jajja, me encantó este debate. Lucas, proponete otro. Gracias por los elogios Juan. Y como músico entiendo que para muchos Charly es una verguenza nacional. Pobres, no entienden nada...
ResponderEliminarY tenés razón, es posible un mundo con culos y Borges, mietras que nunca lleguemos a la abominable aberración de imaginarnos el culo de Borges. Ese será nuestro fin. Y ése día celebraré un nuevo Diluvio.
I. Lucas se queja de que no se define muy bien qué se entiende por intelectual. Pulir un concepto antes de ponerse a discutir sobre éste, qué gesto más intelectualoide. Lucas, dejás muy en claro de qué lado estás. Así no va la cosa. Además... las discusiones se arreglan a las trompadas.
ResponderEliminarDe todas maneras, tu definición es aceptable, se acerca mucho a lo que creo que es imaginado como
"intelectual". Agregaría, quizás, que el intelectual tiene formación universitaria como mínimo (un título, capital cultural objetivado al decir de nuestro amigo Bourdieu). Si no pasó por una institución superior, quedará relegado a los márgenes del campo intelectual y desde el centro lo señalarán como un charlatán, alguien que no sabe nada y/o habla para la gilada. Esto nos da otra pista: hablar para la masa, para el pueblo -ser popular, en definitiva- es una de las cosas que el intelectual, para ser "serio", no debe hacer. Para poner un ejemplo: Felipe Pigna, Licenciado en Historia como es, recibe críticas desde de las posiciones "dominantes" del campo, pero también de parte de alumnos de la carrera de Historia quienes, en principio, tendrían menos crédito que él. Hay una especie de precepto que atraviesa todo el campo intelectual, desde su centro hasta las orillas, cuya transgresión va en contra de la definición misma de intelectual serio. Parece ser entonces que la dicotomía entre intelectuales y "lo popular" no tiene arreglo y deja a los primeros entre la espada y la pared: si se dirigen a la masa, dejan de ser considerados intelectuales serios. Si se quedan en un discurso dirigido a sus pares, parecen encerrarse en su torre de marfil y no tener ninguna utilidad social. Es entonces cuando aparecen los comentarios sobre la soberbia de los intelectuales (ya que parecen mirarse constantemente a sí mismos, practicar una especie de endogamia), o sobre su condición de "parásitos" (ya que no aparentan hacer aportes útiles a la sociedad, como sí hacen por ejemplo los ingenieros y médicos, excluidos correctamente por Lucas de la definición).
II. Todo esto parece jaquear el proyecto paternalista de Sabrina, que consiste en educar a los que no saben.[*] Por todo lo dicho anteriormente, no parece haber transmisión de saberes válida por fuera de lo institucional. El problema es que la educación institucional deja afuera a muchas personas. Pero una educación complementaria de acceso masivo y sencillo, como por ejemplo por televisión, sería vista con malos ojos. Está claro que no tiene por qué ser educación formal o TV. Pueden existir otras formas de educación, más comunitarias, al estilo de las cooperativas. Habría que ver si el modelo educativo tiene que provenir de Platón y su República soñada, ya que seguramente no estaba pensando en un territorio de 3.000.000 de Km2 ni en 40.000.000 de personas (por dar datos de la Argentina). Esto, sin meternos en la doctrina de la obra y preguntar si no engendraría una insoportable división social del trabajo en la que el acceso a la filosofía y el saber estarían vedados desde el vamos a muchos sectores.
III. Los intelectuales y la TV. En nuestros medios no escritos, específicamente en la TV, la aparición de los intelectuales es rara. No se querrán ensuciar apareciendo en ella. A qué puede deberse? Se debe a que la tele tiene mala reputación? Si es así, no habría otra forma de revertirlo que participar en ella. Se debe al dispositivo técnico y sus limitaciones enunciativas? Si es la TV la que es mala, si la falla está su propio lenguaje, volátil y hostil a la claridad conceptual... por qué nos la seguimos agarrando con Tinelli? Si hasta el discurso de un intelectual se degrada al hacer su aparición en la caja boba... qué puede esperarse del de un animador como Tinelli?
(Existe la posibilidad de que la TV no se interese por los intelectuales y no los llame para participar, ya que no rinden. Pero como dice Eduardo Romano, la crítica a la TV por parte de los intelectuales respondió siempre a una concepción letrada de la cultura, a partir de la cual no puden dejar de encontrarse falencias en el sistema televisivo. Algunos intelectuales, sin embargo, han reflexionado y recuperado algunos aspectos de la TV que quedan fuera cuando se las analiza desde la posición ilustrada: la puesta en juego de conocimientos dejados de lado por el proceso modernizador, la utilización del cuerpo y su lenguaje como pivote de referencias. Y no hablo del cuerpo en bolas de Bailando por un sueño nada más, sino de la corporalidad en general.)
IV. En fin: podemos hacer una traducción de los términos en pugna y decir: "intelectuales" vs. "la gente", "culto" vs. "popular", la palabra vs. la imagen. Entonces no nos parece raro que en otra versión de este mismo duelo, llamado "La película o el libro?", Lucas y Mariano hayan defendido al segundo y Juan a la primera y que ahora adopten de nuevo posiciones opuestas.
Saludos. Ricardo.
[*] Seré curioso: en dónde se colocan uds.? Parecen no reconocerse como "intelectuales", pero mucho menos como parte del pueblo idiota. Estamos en el pasillo que separa las dos habitaciones.
Muy claro lo tuyo Ricardo.
ResponderEliminarTe respondo tu pregunta (aunque me imagino sospecharas la respuesta), obviamente me considero mucho mas parecido al "pueblo" (no se si taaan idiota, un poquito si) que a los intelectuales.
PD: y vos Ricardo? Hiciste analisis pero tampoco me quedo clara tu postura! (quiza ahi intervino mi parte idiota jaja)
Ricardo:
ResponderEliminarBienvenido a este debate. Espero estar a la altura de tus conceptos. “Pulir” un concepto (si por esto entendemos precisar su definición y no sacarle brillo) más que algo intelectualoide es una condición necesaria de cualquier debate, indispensable en cualquier razonamiento lógico. Por otro lado, como diría el General: la fuerza es el derecho de las bestias. Y aquí podríamos Pulir el término para ver si el lider se refería a los animales o los seres humanos que los asemejan por sus costumbres.
¿Aquél que se dirige a la masa pierde su intelectualidad? Seguramente no lo admitiría Gramsci en sus esfuerzos por escribir desde prisión. Como tampoco D’Anunzio en sus poemas fascistas que inspiraron a las Camisas Negras de Mussolinni. Pero ese es problema de los italianos. Probablemente el problema de Pigna sea que nos cuente al historia argentina a partir de las amantes de Rosas, los pedos de Sarmiento y el diario de Bartolomé de las Casas.
¿No será quizá que el rechazo hacia lo intelectual viene de las orillas populares? ¿No caeremos en la misma ingenuidad que nos hace creer que la oposición Fe – Razón viene a caballo de la religión*?
Ahora bien, seguramente debamos filtrar los aportes de los intelectuales según sean o no convienientes a la sociedad, como debe hacerse con casi todo aporte que hagan médicos e ingenieros.
En cuanto a la contrapropuesta al proyecto “paternalista” de Sabrina se me ocurre pensar qué interesante sería un mundo con miles, qué digo miles, cientos de miles de intelectuales con capacidad de educar. Sobre todo en el proyecto comunitario… creo que hasta sería tierno ver a un país gobernado por cooperativas barriales, o quizá mejor aún alguna quintita de fin de semana con reuniones periódicas. ¡La Asamblea de Parque Centenario al poder! Perdon, tuve un Dejavú del 2001.
Seguramente en la antigüedad no se pensaba en cómo gobernar 40.000.000 de personas en 3.000.000 de Km2. Estas cantidades son miniedades comparadas con el Imperio Alejandrino o con la Eterna Roma. ¿Habrá algún tratado de Cicerón sobre las Cooperativas?
Y con respecto a la oposicion Palabra – Imagen solo basta aclarar que para una media la razón y para otra no. Lo cual demuestra claramente cual puede ser fuente de sabiduría. Ahora, justamente por esto la segunda es mucho más peligrosa.
Y no olvidemos, una cosa es ser popular, y otra vulgar.
* No quiero abrir otro debate pero sí recuerdo a una Revolución Francesa vaciando los templos e instaurando el culto a la Razón en ellos.
Celebro la distinción de Mariano entre lo vulgar y lo popular. Me parece más que pertinente para la discusión que estamos llevando a cabo. Me pregunto si muchas de las impugnaciones y de las críticas que se le hacen a los intelectuales no tienen como base esta (in)distinción: los intelectuales señalan lo que es vulgar y eso, por supuesto, no gusta mucho (podríamos hacer la prueba, pero tengo la sensación de que la mayoría de las personas preferiría pasar por inmoral que por vulgar). Por mi parte, y para restringirnos a uno de los ejemplos que venimos manejando, no creo que el problema esté en la televisión. La tele ha dado muchos programas buenos, y en el post recuerdo haber mencionado a Los Simpson. Tenemos que ser capaces de tomar un objeto y valorarlo, sin dar vueltas y vueltas sólo para no ver y aceptar una simple realidad crítica. Veamos al caso de Tinelli: Tinelli es vulgar, y el hecho de que haya tomado un formato mundialmente famoso lo demuestra. Bailando por un sueño es famoso en muchas partes, pero en ninguna se transformó en lo que se transformó acá: una lucha mediática entre mujeres ligeras de ropa. La prueba la tenemos en este mismo país, sin necesidad de remitirnos a ninguna otra parte. Veamos cómo empezó Bailando y cómo está ahora. Cuando empezó, lo importante era el sueño y el «famoso» sólo estaba para acompañar (por eso, al momento de votar, se ponía el nombre del soñador, cosa que cambió después). Ahora lo importante está en el escándalo (motivado por otros canales y programas) y en el cuerpo de las participantes, que a su vez están allí para conseguir buenos contratos en el mundo del espectáculo. Incluso, recordemos que en un principio hubo algo llamado Cantando por un sueño que tuvo entre sus participantes a Rodolfo Ranni; pero claro, como para cantar no es necesario que la gente se desnude, se abandonó ese programa. Lo interesante es que en las primeras ediciones de Bailando y Cantando el raiting también acompañó a Tinelli, por lo que en rigor no era necesario el camino que fue tomando el programa. Entonces, si decimos que Tinelli es vulgar, no decimos que la tele lo es ni que lo popular lo es, simplemente que Tinelli es vulgar (lo otro quedará para futuros análisis). Tampoco significa que le pedimos mucho a la televisión, eso sería llevar a un nivel general una valoración particular, y no es esa nuestra intención.
ResponderEliminarCon respecto a la dicotomía «lo intelectual vs lo popular», creo que la cuestión no es tan básica y que «los intelectuales» lo saben perfectamente. Por eso, insisto en esto, mi hipótesis afirma que es «el pueblo» (digamos brevemente: aquellos a los que le es indiferente la cultura letrada y su adquisición) el que se inclina por la dicotomía y la exclusión. No soporta que «los intelectuales» critiquen aquello que le hace bien y le divierte. Aceptar que Tinelli es vulgar es aceptar que el que lo mira lo es también, y deben ser pocos los que están dispuestos a eso; afirmar que el fútbol enajena a las personas es asumir que el que lo ve se enajena con él, ¿y quién asumirá eso? Pero insisto, las divisiones nunca son tan claras (se puede, después de todo, vulgarizarse por ratos, enajenarse por otros y cultivarse de vez en cuando).
Por último, en relación a la encrucijada a la que hace mención Ricardo, creo que se podría decir algo más. La «endogamia» a la que se ven reducidos los intelectuales es falsa. Recuerdo que Zygmunt Bauman afirmaba que toda definición sobre los intelectuales es una autodefinición (cosa que marcaría el extremo de esa endogamia). Eso no es así. Como pudimos ver en los comentarios, aquellos que, como Juan, no se consideran intelectuales tienen una definición de los mismos (errada o no, eso no importa). Las tareas de Gramsci, Sartre o, para citar un nombre que todavía no mencionamos, Rodolfo Walsh demuestran que tal endogamia no es más que una ilusión o, si se quiere, una abstracción excesiva. Y con respecto a la «posición parasitaria», ese es otro de los prejuicios que tienen aquellos que dividen y excluyen. La actividad intelectual es en la mayoría de los casos una actividad que no produce nada sensible. Si yo hoy leo un libro, probablemente haya aprendido algo y sea más inteligente o formado que ayer, pero eso nadie puede notarlo. En cambio, si un albañil levanta una pared, esa pared estará ahí mañana para que todos la vean. Por eso el desprecio a la actividad intelectual en relación con otras prácticas, y por eso también el epíteto de «vago» a muchos de nosotros que pretendemos dedicarnos a la literatura. Quedó claro que Ricardo no sostiene esta encrucijada, sino que sólo la menciona, pero aun así me pareció que se correspondía con esa mirada prejuiciosa de la que hable antes y creí pertinente agregar algo.
Aclaración preliminar: soy de los que se lavan las manos. En mi intervención anterior no tomé posiciones. Siempre traté de hablar de lo que otros dicen o piensan sobre el tema (Lucas logra mencionarlo al final de su último comentario y me llena de alivio), pero no dije lo que pienso al respecto. Si no se entendió así, lola. Ahora, las respuestas.
ResponderEliminarJuan: lo de "pueblo idiota" era una ironía. De cualquier forma te contesto: no me considero intelectual. Sí un idiota.
Mariano: El primer párrafo era una broma dirigida a Lucas. Supongo que la captó. Por otro lado, no defiendo a Pigna ni a sus productos. Expuse una problemática que surge en el campo intelectual, una problemática descripta ya por propios intelectuales. Por ejemplo, Pierre Bourdieu y Beatriz Sarlo. Yo traje la cuestión al debate de la mejor manera que pude (es decir, la peor que podría haberse imaginado). Por último, no propuse un "contraproyecto" ni di mi apoyo al cooperatvismo. Sólo quise erosionar la posición de Sabrina (la única que no me contestó. No hay caso, las minas nunca me dieron bola...). Pero también se me ocurrió meter a la TV en el debate. Entonces quise que no se creyera que pienso que las únicas vías posibles para transmitir conocimientos son la educación formal y/o la TV. Que podían existir otros. Di un ejemplo: educación comunitaria. Qué sé yo. En su momento lo consideré una aclaración necesaria pero marginal. Sigo pensando que fue una aclaración marginal. Sin embargo, disparó un comentario largo de tu parte y, ahora, una aclaración también extensa. Tal vez sólo fueron tus ganas de "subalquilar" el espacio de Lucas para dar lecciones sobre los antiguos. No está mal. Algún día llegarás a reemplazar a Mariano Grondona en los editoriales del domingo de La Nación!
Lucas: La puta madre, Casi las 2.30 de la mañana de un lunes y acá me tenés. Capturaste mi alma con esta porquería del blog!!!! Así que no puedo más que plantearte un desacuerdo. Decís: "Si un albañil levanta una pared, esa pared estará ahí mañana para que todos la vean. Por eso el desprecio a la actividad intelectual en relación con otras prácticas."
No obstante, en un edificio levantado por albañiles seguramente habrá una placa con el nombre del arquitecto, aquel que la prefiguró intelectualmente, el gran artífice. Los albañiles, luego de colocar los materiales, morirán en el anonimato. Salvo que se caigan de un andamio, pero todo puede taparse con un buen arreglo con las ART y las familias de las víctimas.
La actividad intelectual del arquitecto es despreciada más que la de los albañiles?
Caso 1: "Papi, te presento a mi novio, José, es arquitecto."
Caso 2: "Papi, te presento a mi novio, José, es albañil."
Cuál de los dos novios tiene menos chances de ser despreciado por "Papi"?
Respuesta correcta: El que sea mejor persona.
De cualquier forma vos apuntabas a la actividad, no a la persona. Entonces, repreguntemos: qué actividad es menos despreciada? La del albañil o la del arquitecto? La del albañil, claramente, por eso cobran fortunas y pueden bancar sus casas en countries, sus siempre regados campos de golf, las universidades privadas de sus hijos, etc.
Hablando más en serio: sé que el arquitecto no entra en la nómina de intelectuales que venimos polemizando. Sucede que la tarea del arquitecto, desde el diseño de los planos en su estudio hasta el edificio terminado, está dividida en dos: una más "intelectual" (el proyecto, en el que participa plenamente) y otra más "sensible" (la construcción, en la que casi no participa o con la que los demás no lo relacionan). De las dos tareas, la primera produce menos cosas sensibles que la segunda: unos planos y unas maquetas. Sin embargo, es la que tiene más prestigio.
Una última cosa: Largá los cuentos y dedicate a ser polemista!!! jajaja
Saludos, Ricardo.
Ricardo: me alegro de haberte producido, al menos, un poco de insomnio. La impugnación que me hacés es rebatida por tu propia impugnación. Como bien notás, la figura del arquitecto (como la de un abogado) no entra en la definición que di de «intelectual». Por supuesto que puede serlo, no lo niego, pero dudo de que los arquitectos sean considerados intelectuales, social y generalmente hablando. Tal vez deberían serlo, pero no creo que sea así. El epíteto de «intelectuales» lo reciben, como dije antes, aquellas personas que se dedican (o que simplemente le dedican su tiempo) a la literatura, la filosofía, la historia y el resto de los «estudios culturales». Los que levantan casas, construyen barcos y defienden asesinos, no. Por lo que discutirme un concepto con ejemplos que no están previstos por la definición del concepto en cuestión es un recurso muy cruel. Te perdono.
ResponderEliminarPor otra parte, voy a cometer la soberbia de afirmar que, de todo lo que dije en el post, hay algo en lo que no me equivoqué: ser intelectual es una vergüenza, un desprestigio si se quiere. La prueba la da el hecho de que más de uno de los que comentaron acá no se consideran, siéndolo, intelectuales, y los que tal vez sí se consideran tales tampoco lo afirman de forma explícita, sino que su posición se deja entrever en los comentarios. Éste es el caso de Mariano, de Sabri y mío, por supuesto. Juan, por un lado, afirmó en un comentario anterior que era «ingeniero» y que vivía en un mundo donde coexistían Borges y los culos. Se trata de un ingeniero que lee a Borges y que no se considera intelectual. Y Ricardo, por otro, menciona a Bourdieu, a Romano y a Sarlo, además de poseer ese capital simbólico objetivado que menciona en otro comentario y una deliciosa ironía (recordemos que hay quien afirma que la ironía es sinónimo de inteligencia; tal vez le debamos eso a Borges), y, sin embargo, tampoco se considera intelectual. ¿Por qué ese rechazo a asumir lo que realmente se es? ¿No decirse intelectual, pero demostrarlo, es acaso el comportamiento políticamente correcto de hoy en día? No sé, lo único que sé es que nadie quiere ser intelectual. Pensemos en el ejemplo que dio Ricardo. Pensemos que alguien es presentado ante su suegro: ¿qué preferiría que dijeran, «José, es albañil» o «José, es intelectual»? En el segundo caso ya me imagino una mueca en la cara del supuesto suegro y un pensamiento que empezará a rodar por su cabeza: «¿Qué clase de vago trajo mi hija a casa?». Porque un albañil, al menos, es algo (un albañil), pero un intelectual, ¿qué es? Hagan la prueba: cuando les pregunten a ustedes sobre lo que son, no digan «empleado», «estudiante», «ingeniero» o, incluso, «músico», sino digan «intelectual» y ya verán las bromas, la subestimación y los prejuicios de los que serán víctimas.
Lucas: Cuatro cosas para cerrar esta discusión (ya es hora de plantear otra polémica).
ResponderEliminar1) Como bien reconocés, en mi anterior comentario ya había advertido mi propia refutación, te la dejé servida en bandeja. No vale. SIN EMBARGO... a qué apuntaba? Vos decías algo así como que el desprestigio del intelectual viene dado por su nulo o casi nulo aporte sensible, a diferencia de otras actividades (no voy a volver a leer todo otra vez para poner las palabras exactas que usaste). Entonces comparé dos productores, uno de cosas sensibles (el albañil) y otro de casi nada sensible (el arquitecto). Como el prestigio va para el lado de este último, no parecería ser la producción sensible el determinante del prestigio o la falta de prestigio.
2) No cuento con capital cultural objetivado todavía (salvo que te refieras al título de bachiller)
3) Es imposible que me considere intelectual, ya que no trabajo analizando cuestiones culturales sino, y bien lo sabés, mandando mails pedorros para contadores y abogados.
4) No creo que el "intelectual" se presente a sí mismo como intelectual, menos frente a sus suegros. Se presentará como filósofo, historiador, licenciado en letras, artista plástico, despachante de e-reports... Los demás, tal vez, lo llamen así. Y quizás allí esté la cuestión. Si el término "intelectuales" (sobre todo en plural) es más que nada un apelativo utilizado por sectores ajenos al ámbito para meter en una misma bolsa a diferentes tipos de profesiones y trabajadores de la "cultura", si es desde el principio un término de clara connotación negativa, el desprestigio se muestra por sí solo. Vos estabas luchando al principio por encontrar un término que significara algo claro y preciso porque "intelectual", o mejor dicho la versión de esta palabra que tomabas como puntapié, ya estaba infectada con toda una ensalada de prejuicios y juicios negativos. Estabas buscando, además de algo claro y preciso, algo neutro valorativamente hablando. Al plantear el tema ya estabas dando por hecho ese desprestigio, porque la palabra "intelectuales" conlleva el desprecio. Es como decir: "Los negros de mierda, son buenos o malos?". El tema es ver si pudimos huir de la perspectiva de quienes utilizan el término "intelectuales" de esa forma. Lo hemos logrado? O esta palabra, todavía, tras un post y 15 comentarios, continúa encerrando su desprecio original?
Quiero decir que tal vez no estemos discutiendo sobre hombres y mujeres, sobre profesiones, sino sobre una palabra, una forma de llamar a las cosas (tu última intervención es clara al respecto: "no digan «empleado», «estudiante», «ingeniero» o, incluso, «músico», sino digan «intelectual»"). Una forma de llamar a las cosas que ha adoptado, para un sector determinado y en una dirección específica, una carga negativa.
Saludos, Ricardo.
A ver cuándo nos vamos a hacer un tour de librerías (qué salidas intelectuales las nuestras)
Ricardo: Te equivocás si pensás que podés cerrar una discusión con una lista de impugnaciones. Las discusiones se terminan dando la razón, y no creo que eso vaya a ocurrir entre nosotros. Así que acá va mi lista de respuestas:
ResponderEliminar1) El ejemplo del arquitecto y el albañil me parece poco feliz. Primero porque te sirve para discutirme, pero segundo porque, en el fondo, no creo que se dé como lo planteas vos. Para mí, la división no se da en la secuencia «arquitecto-trabajo inteligible/intelectual» y «albañil-trabajo concreto/sensible». No. Lo que ocurre es que la relación «arquitecto-albañil» es una relación consecutiva, en donde el trabajo del arquitecto se OBJETIVIZA en el trabajo del albañil. Uno supone a otro y ambos tienen que existir de forma consecutiva. Para que el albañil pueda trabajar tiene que haber existido un arquitecto que haya planeado la obra y para que el arquitecto sea útil tiene que haber un albañil que levante en el espacio lo que él hizo en un plano. La cuestión está en que el arquitecto, por venir primero, crea la ilusión de «Dios» sobre el albañil, cuando en realidad son necesarios ambos (dialécticamente, si se quiere) para su mutua existencia. Vos mismo lo decís en tu comentario. Cuando se levanta un edificio se pone el nombre del arquitecto, como si él lo hubiese levantado. Y en algún punto, para el inconsciente colectivo es así («este edificio lo hizo el arquitecto Fulano»), por lo que el arquitecto haría, para la mirada social, un trabajo concreto, sensible y objetivo (aunque no fuera tan así).
¿Pero qué ocurre con el intelectual? Lo que hace el intelectual no tiene consecuencias visibles así como tampoco un correlato sensible (al menos en una primera instancia), y cuando lo tiene no siempre se le reconoce al intelectual haber participado de la cuestión. Por eso, me parece que el ejemplo del arquitecto es muy específico que, en última instancia, no sirve para la discusión del tema.
2) El capital cultural objetivado no sólo es haberse recibido, sino también estar a punto de hacerlo (como en tu caso). No es lo mismo hablar de literatura como lector que hacerlo como estudiante de Letras (para dar un ejemplo que no sea el tuyo).
3) El intelectual no es sólo el que trabaja en la cultura, sino el que le dedica tiempo a ella, aunque más no sea reflexionando como estudiante (si no, ninguno de nosotros lo sería).
4) Estamos de acuerdo.
Saludos.
Con respecto a la salida, ya iremos, ojalá pronto.
Buenas, he vuelto a aparecer sobre todo para no herir susceptibilidades, jajaja. Qué importante me creo!! Eso es porque aspiro a ser intelectual, con algunas reservas, pero intelectual al fin. Por qué aspirante? Porque considero que aún me falta mucho, mucho, (cómo lo llaman ustedes intelectuales?), ah sí, material simbólico objetivado. Por qué con reservas? Porque si ser intelectual me va a transformar en una infeliz que puede observar el sinsentido de la vida, gozando de su sufrimiento, yo, gracias, pero paso. Prefiero seguir creyendo en mi proyecto paternalista.
ResponderEliminarTengo poco para decir sobre el nuevo debate arquitectos vs. albañiles. Para mí, ninguno es intelectual ni podría serlo. El primero realiza una acción manual, (sensible la llamaron los intelectuales de este debate), mientras si bien el segundo no "hace" lo que proyecta, aspira a que su proyecto tenga una concreción en lo material. En este sentido, ambos se dirigen hacia una materialidad, de la cual, en principio, el intelectual puede prescindir. La mayor labor del intelectual es pensar, el pensamiento por el pensamiento en sí. Después si eso tiene o no una correspondencia con la realidad, incluso si puede o no tenerla, es un tema que escapa a su área de contención. Podría discutirse, como ya ha planteado Juan, cómo los intelectuales solo se miran a sí mismo y no actúan sobre el mundo. Lo que para unos es un defecto para otros es una virtud.
Por último me gustaría opinar sobre lo que ha planteado Lucas sobre la mirada de los otros sobre los intelectuales, ese desdén que sufren por parte de la mayor parte de la gente. La verdad es que en este punto lamento disentir contigo. Es probable que más de una vez uno haya sentido cierta mirada juzgadora ante la respuesta de que uno es un estudiante de letras, o un escritor o un músico. Perdón me corrijo, cierta mirada de desconcierto más que de juicio. Parece que la gente no entiende demasiado a qué nos dedicamos. Por qué castigarlos, si nosotros mismos no lo entendemos. Ahora bien, eso no significa que la gente tenga una mirada de desprecio, en absoluto. Creo, en este punto, que el intelectual de los últimos tiempos sobre todo disfruta un poquito de esa posición de inentendido. Es como si ser un poco marginado les vendría bastante bien, como si ratificara su lugar de saber. Y ahí otra vez aparece intelectual vs popular. Y vuelvo a decir: no ser popular, ser mirado como un "bicho raro" por el común de la gente no nos convierte en intelectual, a lo sumo en freak. Y tampoco creo que sea para tanto. Nos gustaría ser tan especiales, pero quizás no lo somos tanto. Nos gustaría en el fondo ser absolutamente tan excepcionales que todos tengan un comentario, una opinión sobre nosotros, aunque más no sea negativa, pero la verdad que no estoy tan seguro que así sea. Quizás algunos lo hagan, pero lamento desilusionarte, para bien o para mal, para la mayoría de la gente, solo somos uno más.
Hasta aquí llego yo, nos vemos en el próximo debate, donde seguiré disfrutando de los intelectuales, de los que jugamos a serlo, pero sobre todo, del humor y de la inteligencia de sus participantes.
A todos, escribo Yo, Mariano, el Intelectual asumido.
ResponderEliminar¡Llego un par de horas tarde al debate y me encuentro con un desarrollo tal que me hace replantear todas mis ideas primarias! En fin, en base a todo ese conocimiento-objetivado-culturalizado-cuantificado-amén que poseo, digo y declaro:
1- Celebro el nivel y fundamentalmente el humor-ironía que mantienen todos los aquí presentes. Pocas veces me reí tanto en una discusión. De estar en la antigüedad seguramente celebraría una hecatombe en honor a Júpiter por estas dignas causas.
2- Ricardo: nunca quise ni querré ser guardaespaldas de Lucas. Que se la banque solo. Para eso hizo artes marciales en sus años mozos y no tan her-mozos. De presenciar la golpiza, mi cobardía intelectual me haría sumarme a la parte ganadora una vez que alguno de los contrincantes esté en el suelo y parcialmente inmovilizado. Recordemos, todo intelectual es cobarde. O no, pero deseará siempre tener alguien que pegue por él. (¿Será oportuno un debate “La Intelectualidad y el deseo de pertenencia a una Mafia como tercerización de la violencia”? )
3- Tomemos conciencia. Lucas en una especie de ánima sempiterna que se alimenta de nuestras sales y aliento cuando nos colgamos hasta las tres de la mañana en este pseudo Hades.
4- Me permito cambiar la evolución del diálogo yerno-suegro propuesto por Ricardo y elaborado por los presentes
Caso 1:
Hija: "Papi, te presento a mi novio, José, es arquitecto."
Papi: (piensa) “Y bue, tiene pinta de tarambana pero parece honesto, educado…” (nótese el “tarambana” como índice generacional)
Caso 2:
Hija: "Papi, te presento a mi novio, José, es albañil."
Papi (piensa): “Hijo de mil puta, ya se la cogió”.
5- El arquitecto no hace ninguna actividad intelectual. Todo lo hace el Autocad. Lo otro es tomar casas y volverlas poco funcionales con un fin estético, decorarlas en 3D y a construir. Y el Autocad lo hizo algún nerd. Y al nerd lo formó algún matemático. Y la matemática la hizo Pitágoras y por fin aquí un intelectual.
6- Seguro que se la cogió.
7- Totalmente de acuerdo con Sabrina. El intelectual trabaja con algo totalmente fuera de lo sensible, intangible, hasta inefable. Pero gracias a esas maravillosas pautas y sentidos universales tanto albañiles como arquitectos no se suicidan ante el vacío de la existencia. Tal suicidio es un privilegio de ciertos “intelectuales”, sobre todo aquellos que aman los títulos contradictorios del estilo “El Todo de la Nada”, o quizá un “Sabiduría de los sin saberes” o por qué no un “El Todo de la Nada como Nada del Todo”.
8- Descarto de plano la oferta de Grondonear en este Blog. Sobre todo por conocer de fuente cierta que el Doctor hace sus análisis a partir de cursillo que toma en Punta de Este. De allí que “amor” signifique “a-mor/mortis” o sea “sin-muerte”. A estudiar-estudiae…
9- Papi: “¿Qué opinás querida del nuevo novio de la nena?”
Querida: “Que se yo… albañil, seguro que ya…”
- “No me lo hagás pensar..! Igual mejor éste. Se nota que es trabajador, no como el otro vago.. qué hacía?”
- Letras…
- Ah, bue…
Comparto con Mariano que estuvo muy bueno el debate y tambien con Sabri gran parte de sus reflexiones finales!
ResponderEliminarQuiero cerrar mi participacion en este debate comentando que vi en la Tele hace unos dias un documental sobre Cortazar (por aniversario de su fallecimiento), que estuvo muy
bueno.
Entre otras cosas me entere que Cortazar en su epoca de "gloria", salio hasta en la revista Gente!! y que los tachos argentinos no le querian cobrar el viaje, como hoy haran con tantos de la farandula!!
Aparte de ser un fanatico del boxeo, de las fiestas populares y carnavales que se hacian por aquellas epocas en el luna park!! (¿parecido a las bailantas actuales?) cosa que en varios de sus cuentos se reflejan...
Aparte de que me gustan mucho sus cuentos, me parecio un digno Intelectual popular!!! doblemente groso!! un capo.