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Nuestro momento histórico está sumido en el embotamiento mental. Miro a mi alrededor y no veo más que mediocridad. No voy a caer en el exceso de decir que TODAS las personas son mediocres, pero no creo exagerar al afirmar que lo son la mayoría. No hay reflexión ni meditación. No hay silencio. El silencio nos obliga a pensar, a oírnos, a dilucidar lo que pasa adentro y alrededor nuestro, y por eso muchas personas no toleran el silencio. Lo rehuyen. En las casas, siempre hay un aparato eléctrico encendido que impide el silencio: una radio, una televisión, lo que fuera. Aunque no les prestemos atención, allí están. Su función es la de hacer ruido. En la calle cada vez son más los que van con auriculares. Los jóvenes, principalmente, no se desconectan en ningún momento del día. Incluso me los imagino durmiendo con la televisión o la radio encendida.
Aparte del constante ruido, otra prueba de que se reflexiona poco puede encontrarse en la figura paradigmática de las redes sociales tipo Facebook. La «Realidad Facebook» nos muestra que hay poco que decir y mucho que mostrar. Estas redes sociales llevaron hasta un extremo paródico el refrán «una imagen vale más que mil palabras». Ahora hay miles de imágenes y apenas unas cuantas palabras. Y las palabras que podemos leer allí son poco más que simulacros de escritura. Textos como «Vacaciones» o «Armando los bolsos» o, incluso, «Tengo que cortar el pasto» pueblan esos espacios. La imagen no sólo reemplazó a la palabra, sino que la misma palabra, cuando aparece, no es más que eso, palabra inarticulada. Lejos quedaron las cartas de varias páginas o, aún más cerca pero igualmente lejos, los mails de varios párrafos. La sensación de estar continuamente conectado con otras personas lleva a prescindir de la escritura. Basta con las fotos y alguna que otra aclaración. Si cumplo años, no tengo que contarlo, no tengo que interpelar a mis amigos y relatarles cómo estuvo mi día, qué me regalaron, cómo la pasé ni quienes fueron mis invitados (ejercicio que me obligaría a reflexionar al respecto y a forjar una valoración consciente de lo vivido), simplemente subo las fotos con el título «Mi cumpleaños» y listo. ¿Para qué hablar, si puedo mostrarme?
Y en medio de todo esto, casi escondida, la lectura, huérfana de los tiempos modernos.
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Hola Lucas! Que buen tema tocaste... me hiciste pensar, aunque en este caso tengo una postura radicalmente distinta.
ResponderEliminarAntes que nada: no creo exagerar al afirmar que tu afirmación "La mayoría de las personas son mediocres" me parece MUY fuerte e igualmente falsa.
Quizá no es tu caso, pero algunos intelectuales que están en sintonía con esta idea pecan otra vez de soberbia intelectualoide que supone que las personas que no leyeron ni piensan lo que ellos son mediocres (pensamiento peligroso si los hay).
Para mí, mediocridad es no poder disfrutar de la vida, no hacer lo que te hace bien, no estar con quien queres estar, enfocarte en los obstáculos y no pensar como sortearlos,
quejarse y no hacer nada para mejorar la realidad de la que nos quejamos, no intentar mejorar, resistir el cambio...
El silencio no nos obliga a reflexionar ni a oírnos. No voy reflexionando cuando camino por la calle o en el colectivo sin auriculares, para nada.
Soy de los que andan todo el tiempo con auriculares, en mi caso escucho los programas de radio que quiero y estos a veces me hacen reflexionar mucho, cosas que no me hubiese puesto a pensar si no hubiera escuchado por ese medio. Como amante de la música me encanta llevar conmigo todo el tiempo mis canciones preferidas! Igual esto no es nuevo para mí, ya que yo andaba con el viejo walkman encima y a TODOS lados.
No tengo usuario en facebook. Pero no me opongo ni mucho menos! compartir imágenes por internet me parece maravilloso, siempre hay alguno ejemplo de exceso, habrá chicos que remplazan toda su vida social por internet pero no creo que sean una representación de todas las personas… por lo menos en mi(s) trabajo(s), compas de estudio, amigos y familia, no reemplazamos las reuniones y los asados por el chat y los mails…
Juanca
Hola Juanca. Antes que nada tengo que agradecer, como siempre, tu constante lectura y tu pronta respuesta. ¿Sabés? Creo que esta vez no estamos tan distanciados en nuestras opiniones. Por eso, quiero hacer algunas aclaraciones:
ResponderEliminar- La idea de que la mayoría de las personas es mediocre no es mía y ya tiene milenios. Recordemos que en la alegoría de la caverna de Platón, sólo uno logra salir a la luz mientras que el resto permanece entre las sombras.
- Por otra parte, mi crítica no está dirigida a Facebook, en absoluto. No creo que sea bueno ni malo, sino simplemente un hijo de su época. Hay gente que se entusiasma con Facebook y se divierte, y eso no está mal. No es la adquisición de nuevas prácticas lo que me choca, sino el abandono de otras que no encuentran nunca un verdadero reemplazo.
Estoy de acuerdo con tu definición de lo mediocre (el post «El sentido de la vida», que vos también comentaste, como siempre, gran amigo, dice más o menos eso). No obstante, podríamos dar algunos otros ejemplos, como «mediocridad es una obsesión malsana por lo estético (vos valés según cómo te ves), o por lo material (vos valés según lo que tenés), o, también, por lo intelectual (vos valés según lo que leés o escribís)». Todo esto es mediocridad, sin duda, como también lo es una adolescencia de dos o tres décadas o una postura acrítica ante la vida.
Te voy a decir lo que veo, que, como siempre, no deja de ser una percepción. Lo que veo es un hedonismo confuso y sin contenido. Eso es lo que veo. Ahora bien, si esto fuera capaz de acercar a las personas a la felicidad, entonces de alguna manera estaría bien. Pero las personas no estamos (y mirá cómo utilizo el plural) cerca de la felicidad. Se nos escapa a cada momento. Tal vez por esto le tenemos tanto miedo a la muerte (según Séneca, el miedo a la muerte es una consecuencia del desperdicio de la vida).
La mediocridad, y en esto entonces estamos de acuerdo, es no alcanzar la felicidad; desperdiciar la vida en lamentaciones. Y esto es lo que veo cuando una chica que no es gorda hace dieta, o cuando un hombre cae en un pozo depresivo porque está quedándose pelado, o cuando se prefiere mantener el auto en una cochera en vez de usarlo, sólo para que no se ensucie.
¿Y dónde está Facebook en todo esto? Me podrás preguntar. En ninguna parte y en todas partes a la vez. Facebook no es más que un ejemplo que me sirvió a mí para desarrollar un concepto. No estaba hablando de Facebook, o al menos no quería hablar de Facebook, sino de nuestro tiempo. Y nuestro tiempo es eso, y se puede ver en las publicidades. Por eso tal marca de yogurt nos dice que lo ideal es que en la playa las personas se den vuelta a nuestro paso para vernos, o tal casa de electrodomésticos nos asegura que la única manera de no desperdiciar nuestras vidas (ya que sólo se vive una vez) es comprando lo que ellos tienen para vendernos. A eso le llamo mediocridad, y mediocres son los que lo aceptan y consumen. Si son muchos o pocos, eso lo considerará cada uno. Además, tampoco lo tomemos a la tremenda. Ser mediocre tal vez no sea tan malo. Hay estados peores. ¿O no?
Lucas,
ResponderEliminarMe queda mas claro tu punto! De todas maneras recorde una nota que habia leido que me parece tiene que ver con el topico (la busque y la encontre):
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=724761
Digo que tiene que ver con el topico porque (si bien no querias hablar de facebook) hay muchos que tienden a confundir y comparar una nuevo modo de comunicacion e interaccion con otros anteriores.