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Desde excelentes producciones como Drácula de Francis Ford Coppola, pasando por films de buena calidad como Entrevista con el vampiro o Criatura de la noche, hasta llegar a otros realmente malos como Blade o Van Helsing, las películas de vampiros han dado para todo. El mito del vampiro fue maltratado, tergiversado y banalizado hasta límites insoportables. Podríamos decir que por cada película buena de vampiros hay diez malas, que sólo buscan el entretenimiento insustancial. Aunque, por fortuna, no todo es ni fue así. A continuación me gustaría comentar brevemente tres películas que retoman el mito del vampiro fijado de manera perenne por Bram Stoker y que, a su vez, funcionarían como una especie de trilogía: Nosferatu, una sinfonía del horror (1922) de F. W. Murnau, Nosferatu, vampiro de la noche (1979) de Werner Herzog y La sombra del vampiro (2000) de E. E. Merhige.
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- NOSFERATU (1922), de F. W. Murnau
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Representante del Kammerspielfilm (el expresionismo alemán posterior al «caligarismo»), Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922) es considerado el primer film de vampiros y uno de los primeros de terror de la historia del cine. Su director fue Friedrich Wilhelm Murnau (1888-1931), conocido también por otros clásicos como El último (llamada también La última carcajada, 1924) y Fausto (1926). Murnau quizo llevar a la pantalla la novela Drácula de Bram Stoker, pero tras no conseguir los derechos ante la viuda del escritor tuvo que cambiar los nombres y los escenarios de la historia. Así, Drácula pasó a llamarse Nosferatu, y el Conde Drácula el Conde Orlok; en lo demás, el argumento se mantuvo bastante fiel al original. Por esto la viuda de Stoker inició acciones legales y Murnau, tras perder el juicio, se vio en la obligación de destruir todas las copias de Nosferatu. No obstante, algunas copias, que ya habían sido distribuidas, pudieron salvarse y sobrevivir, ocultas en manos de particulares hasta la muerte de la viuda de Stoker (y, por consiguiente, la expiración de los derechos de autor).
La película se destaca por estar rodada en escenarios naturales (algo inusual en el cine expresionista) y por la caracterización del Conde Orlok, magistralmente encarnado por el actor Max Schreck. De hecho, tan bien representado estuvo que se formó una leyenda en torno a Schreck, llegándose a afirmar que el actor realmente era un vampiro y que Murnau lo había contratado con la promesa de entregarle a Greta Schröder, la protagonista del film. Además, la leyenda cuenta que después de rodada Nosferatu, Schreck desapareció para siempre, lo que no es cierto, ya que se le conocen otras películas posteriores como Die Strasse (1923) de Karl Grune y se sabe que murió en 1936 como producto de un ataque al corazón.
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- NOSFERATU, EL VAMPIRO (1979), de Werner Herzog
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Esta versión de Nosferatu, dirigida por Werner Herzog y protagonizada por Klaus Kinski, es claramente un homenaje a la película de 1922. Libres de las restricciones legales con las que tuvo que lidiar Murnau, la versión de Herzog pudo hacer uso de los nombres originales del libro de Stoker, aunque se llamó a la protagonista femenina Lucy Harker en vez de Mina Harker, mezclando los nombres de los dos personajes femeninos de Drácula. La historia es, en sí, la misma en las dos películas, aunque la estética se ve renovada por la posibilidad de utilizar colores y sonidos. Además, Herzog complejiza la personalidad del Conde al dotarlo de sentimientos y frustraciones, a la vez que consigue un final sorpresivo recurriendo al personaje de Jonathan Harker.
Estamos, sin lugar a dudas, ante una remake cuya existencia está completamente justificada (algo inusual en las remakes). Sin dejar de ser un homenaje y una actualización, Nosferatu (1979) tiene valor por sí misma, logrando un alto nivel estético y un despliegue de recursos impensado en la década del ’20 (como la utilización de once mil ratas para la filmación de varias escenas).
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- LA SOMBRA DEL VAMPIRO, de Edmund Elias Merhige
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La sombre del vampiro (2000) retoma la leyenda de Schreck y hace una película con ella, mostrándonos los entretelones de la filmación de Nosferatu (1922). En el film podemos ver a un Murnau (interpretado por John Malkovich) obsesionado por realizar lo que considera será la mejor película de la historia, y para eso contrata para el papel del Conde a un misterioso hombre llamado Max Schreck (Willem Dafoe), que en realidad es un vampiro que recibirá como paga a la misma protagonista. Murnau engaña así al resto de su equipo, diciéndoles que Schreck es un desconocido actor de teatro, hasta que la sed del vampiro comienza a desatarse y sus consecuencias aparecen a la vista de todos.
La película es interesante y las actuaciones destacables (Willem Dafoe fue candidato al Oscar como mejor actor secundario). A los que les gusta la Nosferatu original, podrán ver recreadas varias escenas y tematizados muchos de los conflictos por los que tuvo que pasar Murnau para llevar a cabo su film.
(- Más de E. E. Merhige en El lugar de lo fantástico: Beggoten: la imagen como construcción significativa)
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Excelente reseña, de esas que lo dejan a uno con ganas de ver las películas. Por supuesto siempre me interesó ver la Nosferatu original, así como el refrito de los setenta (que por cierto fue magistralmente musicalizado por la banda progresiva Popol Vuh), pero ignoraba por completo la recreación de la leyenda del actor. Interesantísimo ese juego de filmar una película de vampiros sobre la leyenda en torno a otra película de vampiros. Voy a conseguirme las tres para verlas como la trilogía que planteás. Excelente Lucas, un abrazo.
ResponderEliminar¡Muy buenas películas!
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