¿Con qué necesidad hacen una película en la que el
protagonista es Edgar Allan Poe? Si al menos la trama se relacionara
mínimamente con lo que se sabe de la biografía del autor de «El corazón
delator»… Pero no, nada que ver. La verdad, ya no entiendo a Hollywood. No
entiendo para qué ni por qué hacen las cosas que hacen. ¿Había necesidad de
hacer una película así? No, no la había, y sin embargo la hicieron.
El cuervo (The Raven), dirigida por James McTeigue,
cuenta los últimos días de Edgar Allan Poe. En ellos, Poe debe seguir la pista
de un asesino serial que usa los argumentos de sus cuentos para cometer crímenes.
La búsqueda se volverá más apremiante cuando el asesino secuestre a Emily, la
amante de Poe. No hay mucho más que decir. Es una película de aventuras, con
una mezcla de policial que la vuelve ridícula.
- Poniendo límites
De la misma manera que existe un
ente regulador que protege los monumentos históricos, tendría que haber un
organismo que regule la producción de este tipo de películas. No estoy hablando
de censura, para nada, sino de límites. No se puede distorsionar la imagen de
uno de los escritores más importantes de la literatura universal, como no se
puede demoler un edificio con valor histórico. Ambas acciones van en contra de
nuestro patrimonio cultural, y no sé cuál de las dos ocasiona más daño.
Soy profesor de literatura en un secundario, y en mi
programa de 2° año suelo dar algunos cuentos de Poe. Ahora, inevitablemente,
voy a tener que explicarles a mis alumnos que el autor que están leyendo no fue
en realidad ese detective amateur que sigue los rastros de un asesino para
rescatar, heroicamente por supuesto, a su bella amada, sino un escritor
torturado que además de sus inconvenientes económicos tenía que padecer una
adicción al alcohol que en más de una ocasión puso en peligro su vida y su
trabajo. Es aberrante. Como saben, los últimos días de Poe representan uno de
los mayores misterios de la literatura. Nadie sabe con certeza qué es lo que le
produjo la muerte, sólo se sabe que fue encontrado (algunos dicen en la calle, otros en un bar) moribundo y
delirante, y que antes de morir dijo estas palabras: «Que Dios ayude a mi
pobre alma». El resto, son especulaciones, que tratan de reconstruir los
últimos días de este genial escritor.
Seguramente muchos van
a decir que exagero. A lo mejor me lo tomo tan a pecho porque Poe es un autor
que me gusta, o porque la película no me gustó para nada. Si hubiese sido una
película más seria y de mejor calidad como Anónimo
(que reconstruye la versión de que el verdadero autor de las obras de
Shakespeare no fue él sino el conde de Oxford Edward de Vere) a lo mejor no me
hubiera parecido tan ofensiva. No sé. Lo que sí sé es que me hubiese gustado
ver una película sobre la vida de Edgar Allan Poe. Poe es uno de los pocos
escritores cuya vida toleraría una biografía cinematográfica. Sin embargo,
tenemos que conformarnos con esto, una invención paupérrima de lo que Poe
hubiese podido hacer si la vida fuese un guión barato. Pero supongo que
tendremos que acostumbrarnos. Vivimos en un mundo donde Sherlock Holmes es
hábil para la pelea cuerpo a cuerpo y usa un peinado al estilo siglo XXI y en
donde Van Helsing es un héroe carilindo que pelea contra hombres lobo. ¿Qué
queda? ¿Un presidente que cace vampiros? Ah no, eso ya lo hicieron…
Ficha técnica:
Título original: The
Raven
Año: 2012
Duración: 110 min.
País: Estados Unidos
Director: James McTeigue
Guión: Ben
Livingston y Hannah Shakespeare
Reparto: John
Cusack, Alice Eve, Luke Evans, Brendan Gleeson, Kevin McNally
Productora: Coproducción
USA-Hungría-España; Intrepid Pictures / FilmNation Entertainment / Galavis Film
/ Pioneer Pictures