ESA PASIÓN LLAMADA «LITERATURA»
«Pero eso daba igual. Las cosas del mundo
iban quedando
en la cuneta. Uno perdía la rapidez de
movimiento y la vista
y esa puta vitalidad eléctrica, pero la
literatura era eterna (…)».
Stephen King, Quien pierde paga.
Después de
hacerse rogar más de lo esperado, llegó a la Argentina Quien pierde paga (Finders
Keepers en inglés) de Stephen King, la segunda entrega de la llamada
«trilogía Bill Hodges», precedida por Mr.
Mercedes (publicada en Argentina a finales del 2014) y cerrada por End of Watch (todavía inédita en
castellano).
A diferencia de lo que vimos en Mr.
Mercedes, en Quien pierde paga nos
encontramos con un Bill Hodges rebosante de buena salud, que ha perdido unos
quince kilos, lleva una vida saludable (con ejercicio y buena comida) y que,
con sus sesenta y seis años, ve la vida en clave de «disfrutar de cada día»
(pág. 174). Muy lejos de ese hombre recién jubilado que se pasaba todo el día
sentado en su sillón mirando la televisión, comiendo comida chatarra y
metiéndose, cada tanto, el cañón de su revólver Smith & Wesson calibre 38
en la boca. Pero esto es adelantarnos demasiado. Bill será el protagonista de
la novela, pero no aparecerá sino avanzada la historia. Hay mucho más que decir
antes.
Quien pierde paga nos presenta
a un nuevo villano, Morris Bellamy, un joven fanático de las tres novelas del
escritor John Rothstein que tienen como protagonista al personaje de Jimmy
Gold. Para Morris, Rothstein no es más que un traidor, ya que hizo que Jimmy,
símbolo de la rebeldía juvenil en las dos primeras novelas, se vendiera al
sistema por unos cuantos dólares en la tercera. Para un fanático como Morris,
la degeneración de Jimmy Gold es imperdonable, y el único culpable de ella es
su creador, John Rothstein. Así, decide hacer justicia, yendo a la granja donde
el escritor se recluyó después de retirarse de la vida pública y literaria. Su
objetivo es claro: darle un escarmiento al viejo traidor, robarle la plata que
pudiera tener encima (para repartirla con sus dos cómplices) y, todavía más
importante, hacerse con los cuadernos que, según dicen, contienen todo lo que
Rothstein siguió escribiendo después de su voluntaria jubilación. Con un poco
de suerte, la trilogía de Jimmy Gold es más que una simple trilogía, y el
personaje amado por Morris encontró finalmente la redención en alguno de
aquellos manuscritos.
De esta manera, se lleva a cabo el robo, Morris consigue los cuadernos
y vuelve a su casa. Pero las cosas se complican y, por una cuestión ajena a
Rothstein, Morris termina en la cárcel con una perspectiva para nada
alentadora: cadena perpetua. Por suerte, dejó los cuadernos bien escondidos,
enterrados en un campo abandonado. Cuando por fin logre salir de la cárcel,
tres décadas después, sólo una cosa tendrá sentido para él, buscar los
cuadernos y leerlos. El hecho de que un adolescente llamado Peter Saubers haya
encontrado el cofre enterrado y se haya quedado con la obra inédita de
Rothstein será, para Morris, una piedra en el camino. Para Peter, el otro gran
protagonista de esta historia, será el mismísimo infierno.
Y acá es donde entra en acción Bill Hodges, ahora convertido en algo parecido
a un detective privado, después de que Tina, la hermana de Peter, recurriera a
él para ayudar a su hermano. Desde ese momento, Bill tendrá una vez más que enfrentarse
a una carrera contra reloj para evitar que Morris mate a Peter y a su familia.
No estará solo, sus amigos Jerome y Holly, que conocimos en Mr. Mercedes, lo acompañarán.
La novela está muy buena. Sin lugar a dudas, conformará a los lectores
constantes y a aquellos que hayan leído Mr.
Mercedes. Una vez más, tenemos un argumento con suspenso que, si bien es
menos lineal que el de la novela anterior (los saltos en el tiempo, al menos en
la primera parte, abundan), no carece de lo más importante: una buena historia,
que mantiene en vilo y que impide que dejemos el libro sin preguntarnos cuándo
lo vamos a volver a agarrar. La tensión narrativa, la complejidad de los
personajes, la destreza con la que King llega a nuestros corazones y la crudeza
de una violencia demasiado verosímil como para no considerarla real, son la
garantía de esta nueva novela.
Por otra parte, es importante señalar la esencia misma de esta nueva
entrega de la «trilogía Bill Hodges»: LA
LITERATURA. En efecto, Quien pierde
paga es una novela que pone en escena la pasión por la literatura y los
extremos a los que dicha pasión puede llegar. Todo se trata del amor (o, mejor
dicho, la fascinación) por la lectura. Por un lado, tenemos a Moris Bellami,
mientras que por el otro está Peter Saubers. Los dos son muy distintos, pero
alarmantemente parecidos. Los dos están obsesionados con Jimmy Gold, los dos
aman la literatura hasta el punto de preferir la ficción a la realidad. Quien pierde paga es una novela que sólo
pudo haber sido escrita por una persona como Stephen King, alguien que ha hecho
de la literatura su vida, que ama no sólo escribir, sino también leer. Por esto
mismo, todos los amantes de la lectura encontrarán aquí un refugio en el que
esconderse, un espejo en el que verse, un asesino en quien identificarse.
Señoras y señores, lectores constantes y lectores esporádicos, tenemos
una nueva novela de Stephen King. Y créanme, es de las mejores.
***
Sobre el autor: Stephen King nació en Maine (EE.UU.) en 1947. Estudió en la universidad de este Estado y después trabajó como profesor de literatura inglesa. Su primer éxito literario fue
Carrie (1974), que, como muchas de sus novelas posteriores, fue adaptada al cine. Lleva escritas más de cuarenta novelas (entre las que se destacan
Cementerio de animales,
It,
The Green Mile,
Un saco de huesos y la saga
La torre oscura, entre muchas otras) y doscientos relatos. En 2003 fue galardonado con el premio literario estadounidense de mayor prestigio, la medalla de
The National Book Foundation for Distinguished Contribution to American Letters.
- King, Stephen, Quien pierde paga, Buenos Aires, Plaza & Janés, 2016.