2 de noviembre de 2018

ELLA Y EL CINE (Una historia de amor)



Ella lo miró, inmóvil y en silencio. No tenía nada que decir, ya no. Sin embargo, él sí. A él le quedaba algo. A él siempre le quedaba algo.

Al tiempo que una lágrima rebelde caía de uno de sus ojos sin siquiera rozar la mejilla (tan desesperadas estaban como él las lágrimas que vertía), siguió con lo que venía diciendo:

-No dejo de pensar que hubiese sido mejor morirme mientras estábamos juntos. Me hubiese muerto sabiendo que me amabas, y por eso me hubiera ido en paz. ¿Pero ahora cómo hago? ¿Cómo hago para VIVIR en un mundo en el que yo te amo a vos y vos amás a otro? Y no sólo eso. ¿Cómo hago para MORIR en un mundo así? ¿Cómo irme, sabiendo que tu corazón no va a albergarme cuando ya no esté? ¿Cómo existir, cómo ser, si ya no puedo vivir ni morir?

Él apretó los párpados, esforzándose por no dejar salir ni una lágrima más. Ella, con sus ojos también vidriosos, estiró su mano y a punto estuvo de tocarle el hombro, pero se contuvo. Tenía que irse. Su novio la estaba esperando para ir al cine. Y ella amaba ir al cine.



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