24 de diciembre de 2021

EL NENE DE LA PELOTA

 

Hola, amigos. ¿Cómo están? Hoy les quiero contar una historia. Breve, sencilla, que seguro muchos de ustedes reconocerán. Quiero contarles la historia de un chico que suele ir a la plaza de su barrio a jugar al fútbol con sus amigos y vecinos. Este chico, que se llama Alberto, pero que podría llamarse Mauricio (incluso es posible que algún día se llame Mauricio), es el dueño de la única pelota (hermosa, de cuero y con gajos) del barrio. Los otros chicos, al verlo llegar a la plaza, sienten una mezcla de sensaciones: alegría por un lado (van a poder jugar al fútbol con una pelota de verdad) y tristeza (saben cómo es Alberto).

Tiran la moneda para determinar qué lado ocupará cada equipo. Ya desde ese momento, Alberto se hace escuchar.

            —Quiero el otro lado —dice, con la pelota bajo su brazo.

            —Pero te tocó ese —le dice el chico que tiró la moneda, señalando el lugar asignado al equipo de Alberto.

            —Pero quiero el otro, que no tiene el sol de frente —argumenta Alberto.

            —No es justo —replica el chico.

            —Ok, me llevo la pelota.

            Alberto se da media vuelta y se empieza a alejar de la plaza y de la improvisada canchita. Otro chico se acerca al de la moneda y le da un codazo. Este, entonces, dice:

            —Está bien. Quedate en ese lado.

            Alberto se detiene, se da media vuelta y regresa, con una expresión de suficiencia en la cara que algunos ven como una mueca y otros, como una sonrisa.

            El partido comienza. El equipo de Alberto se pone inmediatamente a la cabeza, con dos goles de un chico que, a diferencia de todos los demás, juega para un equipo grande, en la liga infantil de San Lorenzo (o al menos eso dice él) y que Alberto había elegido explícitamente para su bando. Todo transcurre bien. Los jóvenes juegan y se divierten. Ríen, bromean y comparten un agradable momento de camaradería futbolística. No obstante, la armonía no dura mucho. El equipo del chico de la moneda no tarda en igualar al equipo de Alberto y, a partir de ese momento, la tensión, producto de la competencia, se hace sentir.

            Una falta cometida por Alberto enciende la chispa.

            —¡Faul! —grita el chico afectado.

            —¡Nada que ver! —le responde Alberto.

            —¡Me pegaste una patada!

            —¡Fui a la pelota!

            —¡Me pegaste a mí! ¡Fue faul!

            Otros tres chicos se acercan. Dos, incluso, pertenecen al equipo de Alberto.

            —Es verdad —interviene uno—. Fue faul, Alberto.

            —Bueno —dice este—. Si cobran faul me llevo la pelota.

            Al decir esto, Alberto agarra la pelota y, de la misma manera que hizo antes, empieza a alejarse de la plaza.

            Los chicos, que más que ganar quieren seguir jugando, se miran y asienten con la cabeza.

            El que habla es el mismo que recibió la patada:

            —Está bien, no fue faul.

            Alberto vuelve y el partido se reanuda.

            Después es un gol dudoso, que pasa por encima de la piedra que simboliza el poste del arco. Alberto dice que sí, los otros chicos que no. Alberto levanta la pelota y empieza a irse. Se decide que sí. Más tarde son otras faltas y otros goles. Los que se rebelan, cansados de tanto sinsentido, tienen que retirarse, incluso por presión del resto de los jugadores, que se dicen a sí mismos (y algunos entre sí, aunque en susurros para que no los oigan) que lo importante es jugar, y mientras hagan todo lo que dice Alberto, podrán seguir jugando.

            Al fin y al cabo, Alberto (y algún día Mauricio o cualquier otro) es el dueño de la pelota, y quien quiera jugar necesita la pelota, aunque pierda todo lo demás.



20 de diciembre de 2021

BILLY SUMMERS, de Stephen King


 




ALERTA SPOILER: LA SIGUIENTE RESEÑA CONTIENE AFIRMACIONES QUE REVELAN PARTE IMPORTANTE DE LA TRAMA.

 

            A veces pienso que nuestra relación con la literatura no es distinta de nuestra relación con las personas: hay gente que nos cae bien sólo porque queremos que nos caiga bien (y al revés también). De la misma manera, hay libros que nos gustan sólo porque queremos que nos gusten. Lo difícil es darse cuenta. Y con Stephen King esto me pasa mucho, tal vez más que con cualquier otro escritor. Sin embargo, no me pasó con Billy Summers, su última novela publicada en Argentina. 

            El problema de Billy Summers es su trama. Da la sensación de que King fue escribiendo sin saber muy bien hacia dónde iba (algo habitual en él, según sus propias palabras), pero a diferencia de otras novelas en esta nunca encontró el camino. Ojo, no digo que no vaya a gustar. De hecho, ya pude ver en varias publicaciones y reseñas que está gustando, y mucho. La prosa de King siempre nos envuelve y nos sumerge en la historia de tal forma que, aunque no pase nada, nos atrapa. Además, el talento para conmover por medio de personajes entrañables también está presente. La cuestión es que estas virtudes no están puestas al servicio del argumento, algo que el mismo King (en libros como Mientras escribo) se encargó de criticar. 

            Veamos un poco de qué trata: 

            Billy Summers es un asesino a sueldo que, por la exorbitante suma de dos millones de dólares, es contratado para matar a un hombre. Ante semejante propuesta, Billy acepta y considera que este será su último trabajo. Claro, como dice el refrán, «cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía», y Billy, que no es ningún tonto (aunque se muestre como tal), verá que la trama es mucho más compleja y retorcida de lo que en un principio parece, y que si no se cuida lo suficiente él mismo podría terminar con un tiro en la nunca o, en su defecto, escapando y buscando venganza… 

            La novela es llevadera y en algunos momentos hasta hipnótica, no por lo interesante de la trama, sino por lo envolvente del estilo. En suma, la historia de Billy Summers es pobre, inmediata y carece de un buen hilo conductor. En las primeras 250 páginas no pasa mucho (por no decir que no pasa nada) y ya para la página 300 la historia no da para más. Literalmente no da para más, tanto que King se ve en la obligación de introducir, cual deus ex machina, a la coprotagonista. Sí, la coprotagonista, Alice, aparece en la historia de la nada recién en la página 309 y lo hace de una manera tan burda que el mismo Billy ve el giro que presentan los hechos como una «pura casualidad» (p. 340). De esta forma, la novela debe apelar a la casualidad (o a su contraparte, el destino) para salir del atolladero en el que se había metido. 

Ahora bien, ¿es esto grave? ¿Acaso no se suele apelar a la casualidad en otras obras de ficción? Sí, por supuesto, aunque hay que hacer una salvedad. No es infrecuente que la ficción se valga de acontecimientos fortuitos. De hecho, en algún punto son necesarios. Por ejemplo, en Volver al futuro, el personaje de Marty, ni bien llega a 1955, va a la cafetería y se encuentra ahí con George, su padre. ¡Qué casualidad! Sin embargo, también es cierto que el joven George frecuentaba ese lugar (hay un por qué), y que ese hecho casual es el punto de partida de la trama de Marty en el pasado, no una escena a la que se llega porque la historia da con un callejón sin salida. En Billy Summers, la casualidad sólo sirve para sumar un personaje a una trama que ya estaba planteada y que no se ve por eso modificada. Es una digresión que, en realidad, no suma, salvo para dilatar el plan del protagonista y ponerlo a interactuar con otro personaje, ya que por sí solo perdía atractivo página tras página. 

No obstante, si lo analizado en los párrafos anteriores fuese algo aislado, tal vez se podría pasar por alto, pero no lo es. La apelación al deus ex machina se repite en varias ocasiones, convirtiéndose así en un recurso reiterado de salida rápida. Otro ejemplo: el personaje señalado como el «verdadero protagonista» (p. 534) recién es mencionado por primera vez en la página 524, poco antes de que termine la novela. Esto podría hacernos pensar en un policial, cuando al final se revela la identidad del criminal, pero de más está decir que Billy Summers no es un relato de este tipo. En los policiales, los criminales están presentes en su ausencia, ya sea en su figura de sospechosos o en la misma pesquisa del detective. En la novela de King no hay sospechosos ni investigación, hay traidores y venganza. Se llega al malo no por la deducción del que busca, sino por la confesión de uno de los buscados. Por esto mismo, cuando se revela el nombre del «malo», este nombre no nos dice nada. Es solamente un nombre, tanto para los lectores como para Billy. 

            Y esto no termina acá. El recurso del deus ex machina vuelve a aparecer al final. Cuando todo parece concluido, de la nada emerge Marge (un personaje marginal hasta ese momento), en una escena que marca el destino del protagonista. ¿Cómo aparece Marge? ¿Cómo sabía que Billy y Alice iban a estar donde estaban? La novela no lo dice y, como antes apeló a la casualidad, ahora apela a la suposición: «Debió de adivinar adónde vendría. O quizá Nick le habló de Klerke, pero no lo creo. Me parece que simplemente sabía aguzar el oído mientras servía la comida y la cena» (p. 602). Como se ve, son todas suposiciones, y lo más triste de todo es que son suposiciones infundadas. Pensar que una mujer pudo adivinar todo un plan de venganza hasta el punto de calcular a la perfección el lugar y el momento en que Billy lo iba a llevar a cabo solamente con parar la oreja cuando servía la cena en momentos en que Billy todavía no tenía motivos para vengarse es suponer demasiado.       

             En fin, queda claro que, para mí, Billy Summers no es una buena novela. Gustará y tendrá sus críticas laudatorias, pero está muy por debajo de lo que King puede hacer. El nivel de sus últimos libros fue bueno. El Instituto me gustó mucho, lo mismo que Después. La sangre manda tiene relatos muy interesantes, como «La rata». Es una lástima ver que Billy Summers cortó esa buena racha. 

La verdad es que no solemos medir a todos los escritores con la misma vara, y King estableció una vara muy alta. Como dije en otra oportunidad con respecto a El visitante (otra novela bastante floja): él gana contra todos los demás, pero pierde contra sí mismo. 

Finalmente, no quiero terminar sin señalar un hecho interesante: leí a muchos lectores constantes entusiasmados por la alusión que se hace en Billy Summers a otro clásico de King. En esos comentarios se resaltaba esa intertextualidad como si fuera el centro de la historia (algunos sólo mencionaban este hecho), cuando en realidad es una simple referencia sin consecuencias relevantes en la trama. Me pregunto si esto no será un símbolo de Billy Summers. ¿Acaso lo mejor de esta novela es otra novela?

 

 

- King, Stephen. Billy Summers. Buenos Aires, Plaza & Janés, 2021.




20 de noviembre de 2021

LO QUE ME HIZO FERNÁNDEZ, de María Staudenmann

 


 

“Quiero confesar”, dice Lucía Campos y, a partir de ese momento, empieza a contar sus idas y vueltas con Carlos Fernández. En rigor, podemos afirmar que Lo que me hizo Fernández es una historia de amor. Sin embargo, aquellos que esperen encontrar una trama en la que el “amor” equivale al eventual encuentro de los protagonistas se verán burlados. En Lo que me hizo Fernández el amor es desencuentro y proyección fallida, es un combate donde los implicados miden sus fuerzas y se debaten entre impedir que el otro los avasalle o abandonarse en una rendición con gusto a triunfo. ¿Acaso no es eso, siempre, el amor? 

Lucía Campos es una escritora de (casi) cincuenta años que, para sobrevivir, trabaja como recepcionista en un consultorio cardiológico. De naturaleza solitaria, tras dos matrimonios fallidos no espera mucho (por no decir que no espera nada) de los hombres. Así está bien. Si no es feliz, al menos está tranquila, que es mucho más de lo que otros pueden afirmar. Todo esto cambia cuando conoce a Carlos Fernández en uno de esos ciclos de lectura que pocos conocen y casi nadie disfruta. Fernández es un reconocido escritor de los submundos literarios, mucho más joven que ella; enigmático, soberbio, cínico, fuera de todo contexto, como si perteneciera a una época que no es la nuestra, pero que no llega a ser la de nadie. Con Fernández nunca se sabe: puede aparecer y desaparecer sin dar explicaciones, puede comunicarse con una carta o seducir siendo sólo una voz en el teléfono o un par de manos en un colectivo atestado de pasajeros. Carlos Fernández puede serlo todo sin dejar de ser nada. 

El deseo, la frustración, el miedo y la incertidumbre enfrentarán a Lucía con una versión de sí misma nueva e inédita, como si el amor fuera un espejo que obliga a descubrirse. En este sentido, Lo que me hizo Fernández es una interesante revelación: una historia de amor (ficticia o no) es una historia en la que el que ama se descubre, gracias al otro, a sí mismo, se define a sí mismo, se (re)inventa a sí mismo y, con esto, puede alcanzar la felicidad. La persona amada nos devuelve a nosotros mismos y nos permite ser, y es así como Lucía se cuenta al tiempo que cuenta lo que Fernández hace con ella. 

Lean Lo que me hizo Fernández (Azul Francia, 2020). Es una excelente novela, de un exquisito erotismo dilatorio. Créanme si les digo que el deseo del lector se incrementará junto con el deseo de la narradora y, a la par de ese deseo, también crecerá la expectativa y el disfrute. Incluso, me enteré de que la autora, María Staudenmann, está preparando la segunda parte. Una nueva dilación. Ya no puedo esperar para leerla. 

 

 

- Staudenmann, María. Lo que me hizo Fernández. Buenos Aires, Azul Francia, 2020.

 

 

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Sobre la autora: María Staudenmann nació en Buenos Aires en 1979. Es licenciada en Comunicación Social. Trabajó en radio y en publicidad, donde se desempeñó como editora y redactora de contenidos para distintos medios gráficos nacionales. A fines de 2011 fundó Qu, revista de literatura y arte con ocho años ininterrumpidos de edición en papel. Escribe narrativa y poesía, al tiempo que participa en ciclos de lecturas. Algunos de sus textos fueron premiados en certámenes y otros publicados en antologías y medios digitales de Argentina y España. Lo que me hizo Fernández es su primera novela.




14 de noviembre de 2021

OLD: Cuando la vida se pasa volando




 

¿Alguna vez sintieron que la vida se pasa volando, que muchos años no son más que unos pocos días, incluso unas pocas horas? Bueno, Old, la nueva película del director M. Night Shyamalan, trabaja justamente con eso. La familia Capa, compuesta por Guy (Gael García Bernal), Prisca (Vicky Krieps) y sus hijos, Maddox y Trent, llega a un hotel paradisíaco con el objetivo de pasar unas tranquilas vacaciones y olvidarse de sus problemas, que van desde la crisis matrimonial hasta una cuestión de salud de Prisca. Ahí, el gerente les recomienda, de manera exclusiva y casi en secreto, una remota playa inaccesible, rodeada de acantilados. Una “anomalía natural”, imposible de encontrar y que representa una “experiencia única en la vida”. El hotel se encargaría de llevarlos y de irlos a buscar. El resto, todo lo que tenga que ver con pasar un día maravilloso, depende de ellos. La familia acepta y, cuando se suben a la camioneta que los va a llevar a destino, se encuentran con que no son los únicos. Otra familia se les une y otra llegará más tarde. Ya en el paraíso, las cosas empiezan a enrarecerse. El tiempo transcurre de una manera extraña, acelerada. Los niños, que son siempre los que denuncian a su modo el paso de los años, crecen vertiginosamente, mientras que los adultos envejecen de una forma menos perceptible, aunque no por eso menos contundente. Al intentar escapar, notan que es imposible. Están ahí, atrapados, víctimas no sólo del lugar, sino (y principalmente) del correr tiempo. 

Old es una buena película, llena de sutilezas y de un contenido que trasciende lo impactante de la trama. En la desesperación de los personajes, que experimentan cómo el tiempo se les escurre literalmente como arena entre los dedos, vemos nuestra propia desesperación, nuestros propios conflictos, tanto con los demás como con nosotros mismos. No es un secreto que la vejez y la enfermedad son las principales preocupaciones del ser humano actual. Asegurada, para gran parte de la humanidad, la supervivencia, lo importante es prolongar la existencia; y, ante esto, la enfermedad y la vejez se convierten, como símbolo de la muerte que son, en los obstáculos a vencer. En este sentido, Old muestra, de una manera que linda con lo fantástico y la ciencia ficción, cómo la vida está atravesada por el tiempo de una manera que en general no nos detenemos (justamente) a reconocer: al final de nuestra vida, no es la cantidad de días lo que dirá si fue larga o no, sino la cantidad de experiencias acumuladas. Al fin y al cabo, toda vida es corta para aquel que la vive. 

Por último, y no voy a decir mucho para no arriesgarme a hacer un spoiler, es interesante resaltar el costado ético que desarrolla la historie en relación con la industria médica, donde muchas veces (más de las que nos gustaría admitir) el fin justifica los medios. En un presente como el nuestro, esto es digno de mencionar y de valorar. 

Sé que las películas de Shyamalan no siempre son lo que uno espera que sean (ni siquiera Sexto sentido fue inmune a las detracciones), pero en este caso vale la pena. Vean Old, y no dejen que el tiempo les pase por encima.

 

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Título original: Old

Año: 2021

Duración: 108 min.

País: Estados Unidos

Dirección: M. Night Shyamalan

Guion: M. Night Shyamalan. Novela gráfica: Pierre-Oscar Lévy, Frederick Peeters

Música: Trevor Gureckis

Fotografía: Mike Gioulakis

Reparto: Gael García Bernal, Vicky Krieps, Rufus Sewell, Thomasin McKenzie, Alex Wolff, Nikki Amuka-Bird, Abbey Lee, Ken Leung, Aaron Pierre, Eliza Scanlen

Productora: Blinding Edge Pictures, Universal Pictures. Distribuidora: Universal Pictures




17 de octubre de 2021

EL CUENTO NEGRO Y OTROS GATOS, de Rodolfo Santa Cruz


 


 

En esta oportunidad, les quiero recomendar El cuento negro y otros gatos, un libro de… ¿cuentos?, ¿relatos? Según su autor, Rodolfo Santa Cruz, los escritos que conforman esta compilación no son ni una cosa ni la otra, sino “textos”, concepto que considero bastante acertado, por lo que voy a seguir su denominación. 

El libro comienza con “A modo de prólogo o advertencia”, una breve joyita que, como dice el mismo título, es un prólogo, una advertencia y, por qué no también, una teoría de la narración y de la interpretación. En sus líneas, el lector es prevenido sobre lo que verá en las páginas siguientes, específicamente sobre el lugar que ocupará en ese complejo juego de roles que es la lectura. A continuación, comienzan los textos, narraciones breves que son verdaderos desafíos. En la mayoría de los casos, estos textos no cuentan historias, sino que las sugieren hasta el punto de exigirle a quien lee un esfuerzo para consolidar un sentido (al menos uno). Este juego mencionado culmina con una apelación final para que el lector “termine” la obra, aunque no quiero decir nada más. Tendrán que leer el libro para entender de lo que hablo. 

Algo digno de destacar es el estilo de Santa Cruz. Estamos frente a un registro informal lleno de formalidades (o al revés), que no teme a los giros inesperados. A su vez, experimentamos una voz que narra como si pensara las historias en vez de escribirlas, lo que produce un ritmo sostenido de estructuras narrativas juguetonas, apenas interrumpidas (muy esporádicamente) por algún punto aparte. 

El cuento negro y otros gatos es un libro tan particular como notable. La prosa de Santa Cruz es literatura y viaje, nostalgia y futuro, juego y academia. En estas páginas, el lector accederá a un cosmos hecho de palabras que cruzan el papel al ritmo de un pensamiento que exige cooperación para constituirse en lo que es, literatura. Algo extraño… y admirable. 

Otro acierto de la editorial Azul Francia, que no deja de sorprendernos con sus títulos.

 

 

- Santa Cruz, Rodolfo. El cuento negro y otros gatos. Buenos Aires, Azul Francia, 2020.

 

 

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Sobre el autor: Rodolfo Santa Cruz nació en Buenos Aires en 1980. Participó en la revista El ancla. Estudió diseño gráfico y, actualmente, cursa Letras. Participó en varios blogs y páginas web.

15 de octubre de 2021

DISTANCIA DE RESCATE: La película (?)


 



Netflix acaba de estrenar Distancia de rescate, la adaptación de la novela homónima de Samanta Schweblin, una de las escritoras más sobresalientes de la literatura de lengua hispana de este tumultuoso siglo que transitamos. 

¡Qué difícil escribir un artículo sobre esta película! En rigor, está buena. Me gustó. Claudia Llosa hizo un buen trabajo con la dirección. El guion, suyo y de la misma Schweblin, es fiel a la novela, al menos hasta donde se podía esperar que lo fuera. Las actuaciones de María Valverde y de Dolores Fonzi son dignas de elogio. Y, sin embargo… 

El verdadero problema de esta película es, al mismo tiempo, su razón de ser: la novela. Lo interesante de Distancia de rescate /libro/ es la experiencia de lectura que representa y exige. Este es un extenso diálogo entre Amanda y David. No hay capítulos, no hay subdivisiones. Todo es una larga exhalación narrativa, que va develando poco a poco el entramado trágico (con revelaciones manifiestas que el lector ingenuo de la primera lectura deja pasar, pero que en una segunda lectura sorprenden por su anticipación y claridad). Esta novedad de diálogo de voces más que de personajes es un hallazgo que la película intenta utilizar, aunque de manera secundaria. En ella, es la imagen la que gana protagonismo, y no podía ser de otra manera. Las voces (en off) están ahí, y hacen su trabajo bastante bien, pero son el fondo de la imagen, en vez de ser el fundamento perceptible de los acontecimientos. Dicho de otro modo, mientras que en la película la imagen expone la trama, todo en la novela es oscuridad alumbrada por la palabra. 

Sé que estoy abordando el agotador problema de “la película o el libro”, y no es mi intención profundizar en esto (menos cuando sabemos que el libro es el eterno triunfador descartado, que gana ante la película, invicta perdedora que todo el mundo elige). Pero no puedo más que plantearlo, ya que elegir entre ellas es un dilema que no encuentra justificación. ¿Por qué escoger Distancia de rescate /film/ cuando su fuente se lee en un solo día? Además, por si fuera poco, el cine en este caso se convierte en el asesino de la letra impresa. Lo extraordinario de la lectura se vuelve posible ante el “lector ingenuo” que mencioné antes. El no saber, el no entender y la ansiedad que provoca la desorientación sobre lo que está pasando hacen que el lector desespere ante las páginas. Quien vaya al libro después de ver la película carecerá de la bendita ignorancia que permite y propicia esta inusual experiencia textual. 

En fin, mi humilde recomendación es que lean primero el libro. No se lo pierdan. Una vez perdido el estado de inocencia, ya no se vuelve a recuperar. Y sería una lástima.

 

 

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Título original: Distancia de rescate

Año: 2021

Duración: 93 min.

País: Perú

Dirección: Claudia Llosa

Guion: Claudia Llosa, Samanta Schweblin.

Novela: Samanta Schweblin

Música: Natalie Holt

Fotografía: Óscar Faura

Reparto: María Valverde, Dolores Fonzi, Guillermo Pfening, Germán Palacios, Emilio Vodanovich, Marcelo Michinaux, Guillermina Sorribes Liotta

Productora: Coproducción Perú-Estados Unidos-Chile-España; Paradise Falls Peru, Gran Via Productions, Fabula, Wanda Films.

Distribuidora: Netflix



8 de octubre de 2021

MALIGNO: lo último de James Wan


 



Quiero hablarles un poco de Maligno (Malignant, 2021), la última película de James Wan, que todavía puede verse en cines. En más de una ocasión afirmé que soy un admirador de la obra de este director/productor/guionista malayo. Lo más destacado del cine de terror internacional del siglo XXI pasó y sigue pasando, directa o indirectamente, por sus manos. Sagas como las de Saw, Insidious o The Conjuring están, al menos en la mayoría de sus entregas, entre lo mejor del género. Ahora, Wan nos trae Maligno, que dirige, produce y en la que participó como escritor. 

De alguna manera, Maligno genera una sensación ambivalente. Por momentos, inquieta al espectador, mientras que por otros lo hace interrogarse sobre si se trata de “una joda”. Es que el terror se mantiene al límite de lo ridículo la mayor parte del tiempo. Claro que esto no le es extraño al género. Incluso, podríamos decir que es una característica constitutiva del mismo, en especial en las películas de bajo presupuesto. Pero como esta no es una de esas películas, no me sorprendería que encuentre personas que la defiendan y otras que la ataquen con igual fervor. Algo que, por otra parte, también caracteriza al género. De cualquier forma, me parece digno de destacar el riesgo que asume una figura como Wan al presentar una historia así. El que no arriesga no gana, dicen, y el riesgo en Maligno es evidente. 

Todo comienza en la década del 90, en un laboratorio donde se realizan experimentos con seres humanos. Algo salió mal, y uno de los “pacientes” se descontroló, dejando a su alrededor un pandemonio de sangre y muerte. Luego, ya en la actualidad, tenemos a Maddy, una mujer embarazada, que llega a su casa del trabajo, cansada y dolorida. Allí se encuentra con Derek, su pareja, que la recibe con violencia, culpándola de haber perdido embarazos en el pasado y de perder, con toda seguridad, ese. Las cosas se descontrolan y Derek golpea a Maddy en la cabeza, lastimándola. Grave error. Después de eso, nada volverá a ser lo mismo. Algo o alguien, semejante a un monstruo desarticulado, aparecerá para tomar venganza por un pasado que casi nadie conoce. Incluso Maddy, ignorante de las motivaciones del asesino, empezará a tomar consciencia de que el infierno que la rodea tiene que ver con ella más de lo que puede imaginar. 

Tengo que admitir que estamos lejos de lo mejor de Wan, aunque Maligno no defraudará a aquellos que, sin muchas pretensiones, quieran pasar un buen rato. Las cuotas de violencia, sangre y sobresaltos están saldadas. 

No sin reservas, la recomiendo.

 

 

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Título original: Malignant

Año: 2021

Duración: 111 min.

País: Estados Unidos

Dirección: James Wan

Guion: Ingrid Bisu, James Wan, Akela Cooper

Música: Joseph Bishara

Fotografía: Michael Burgess

Reparto: Annabelle Wallis, George Young, Maddie Hasson, Jake Abel, Jacqueline McKenzie, Michole Briana White

Productora: Coproducción Estados Unidos-China; Atomic Monster, Boom Entertainment, Boom! Studios, Starlight Culture Entertainment. Distribuidora: Warner Bros., HBO Max




5 de octubre de 2021

HOLOCAUSTO, de Robert Marasco





Para la sección «Libros que ya no circulan», les traigo una novela digna de reseñar: Holocausto (Burnt Offerings), de Robert Marasco, publicada originalmente en 1973 y que, si bien fue recibida de manera favorable, no logró trascender la exigente (y caprichosa) tiranía de la consagración literaria. 

 

 

Una familia en busca de tranquilidad

 

La familia Rolfe no tolera la ciudad de Nueva York. Ben es profesor de lengua inglesa y se siente al borde del colapso mental; Miriam, por su parte, está harta de su departamento de Queens, en el que pasa la mayor parte del tiempo, escuchando los ruidos molestos de sus vecinos y el ir y venir de las atestadas calles del barrio. Por esto, la idea de unas vacaciones en un sitio tranquilo se presenta como la opción perfecta, no sólo para el matrimonio, sino también para David, su hijo de ocho años. 

Miriam, entonces, encuentra en los clasificados una oportunidad única: una casa en las afueras, tranquila, aislada de todo y a un precio módico. Tras las averiguaciones pertinentes, lo que parecía bueno es aún mejor. La casa es una verdadera mansión antigua (bastante venida a menos, aunque perfectamente habitable) y el precio módico es en realidad una ganga. Lo único que empaña la perfección del cuadro es la condición impuesta por los ancianos hermanos Allardyce, dueños del lugar: mientras estén ahí, deben procurarle el alimento a su madre, la todavía más anciana señora Allardyce, que vive recluida en una habitación y a la que ellos, muy probablemente, ni siquiera verán. Sólo tienen que dejar una bandeja con comida delante de su puerta, tres veces por día. Nada más. Después de evaluar los pros y los contras, los Rolfe finalmente aceptan. 

Con un Ben receloso y una Miriam cercana al éxtasis, la familia pasa a buscar a la septuagenaria tía Sarah y, los cuatro, se instalan en la enorme mansión. No está de más decir que en menos de lo que tardan en acomodarse las cosas ya empiezan a salir mal. Ben no se siente él mismo, y Miriam no piensa más que en la casa, que poco a poco va cambiando de estado, como si se arreglara a sí misma, como si rejuveneciera. Además, está la señora Allardyce, recluida en su habitación, que no se ve, pero cuya presencia se intuye y presiente… 

Sin darnos ni una página de descanso, la fatalidad se irá materializando hasta golpear de manera contundente y desmedida. 

 

 

Casas embrujadas


Holocausto es una novela de terror que pone en escena el tópico de «la casa embrujada». Sin embargo, esto no significa que todo en ella sea trillado o predecible. Para nada. La historia avanza con una ambigüedad que nos permite pensar e incluso desear la suspensión de la inevitabilidad de los acontecimientos. En este sentido, Marasco se destaca como un experto dosificador de tragedias. 

Ante esta novela, el lector puede interrogarse por el paradójico destino que sufren algunos libros. De hecho, en muchos aspectos, Holocausto nos trae a la mente una obra que, esta sí, es hoy un clásico indiscutible de la literatura de terror: El resplandor. Lo curioso es que la novela de Marasco salió cuatro años antes que la de King y, si bien admito la superioridad del maestro de Maine, no puedo dejar de pensar que él conocía esta historia al momento de escribir la suya. No hablo de plagio, obvio, sino de influencia. En todo caso, lo interesante es preguntarse por qué algunos libros alcanzan la trascendencia y otros, no muy distintos e incluso precursores, no. Para reflexionar en torno a esta cuestión, necesitaríamos más espacio del que acá disponemos. En el futuro, procuraré escribir sobre esto.

 

 

Acto de justicia


Holocausto, de Robert Marasco, es una excelente opción para los amantes de la literatura de terror. Con una ambientación digna de un clásico gótico y personajes bien construidos, nos va sumergiendo progresivamente en una atmósfera cada vez más siniestra. Si encuentran en alguna mesa de saldos este libro, no duden en comprarlo. Será un acto de justicia.

 

 

- Marasco, Robert. Holocausto. Barcelona, Editorial Pomaire (para Círculo de Lectores), 1973.

 

 

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Sobre el autor: Robert Marasco (1936 - 1998) fue un novelista, dramaturgo y profesor estadounidense, conocido por su obra de Broadway Child's Play (1970) y su novela sobrenatural Holocausto (Burnt Offerings, 1973). Entre sus influencias, se pueden mencionar a los autores clásicos católicos, a escritores como Henry James y Melville y, también, a los clásicos griegos. Murió de cáncer de pulmón en 1998, a los 62 años, dejando varios guiones sin producir y la obra Our Sally.



3 de octubre de 2021

NOCTURNA: ¿es para tanto?


 



            El 2 de octubre de 2021 se estrenó por CINE.AR Nocturna. La noche del hombre grande, una película dirigida por Gonzalo Calzada y protagonizada por Pepe Soriano. Algunos ya dicen que se merece el Oscar a mejor película extranjera, por un lado, y a mejor actor para Pepe Soriano, por el otro, y hacen fuerza para que el INCAA la proponga. ¿Es para tanto? Veamos… 

            Ulises es un hombre nonagenario, con claros indicios de Alzheimer, que vive junto a su esposa, Dalia, en su ya antiguo y desmejorado departamento. De a poco, vamos conociendo más a este hombre y a su mujer, mientras que profundizamos en la simbiótica relación que los une. Sabemos de una hija que los traicionó, de un hijo que se olvidó de ellos, de un edificio que no quiere ancianos y de la amenaza, siempre presente, que representa ser viejo: ladrones, soledad, fragilidad, falta de memoria… Entonces llega la noche y, con ella, la tragedia: una vecina del piso de arriba se suicida, arrojándose por la ventada y cayendo en el patio de Ulises. A partir de este momento, la realidad se desdibuja, lo real y lo imposible se dan la mano y el tiempo, más que relativo, se vuelve múltiple. Pasado y presente no son más que una manera yuxtapuesta de percibir la realidad. Con el paso de las horas, Ulises irá desentrañando el misterio que rodea su departamento, que no es otro que el que rodea su vida y que lo enfrenta, cara a cara, con los vacíos de su propia existencia. 

Con un componente de terror fantástico innegable, Nocturna es también un drama que conmueve hasta las lágrimas. No terminamos de relajarnos en lo que al miedo se refiere, cuando ya estamos con un nudo en la garganta asimilando la tristeza del protagonista. La empatía que genera la historia se da pocas veces en el séptimo arte, cada vez más espectacular, pero menos profundo en las experiencias que expone y propone. Bueno, con Nocturna lo tenemos todo: espectacularidad y profundidad, terror y drama, suspenso y contenido. 

Ahora bien, en relación con esa profundidad señalada, podemos formularnos una serie de cuestiones relacionadas con temas como la vejez, la memoria, los afectos, el tiempo, la vida, la muerte… Dicen que los ancianos se confunden, olvidan. Nada encaja mejor con el sustantivo "demencia" que el adjetivo "senil". Sin embargo, a lo mejor no es que los viejos olvidan o confunden. A lo mejor, en su proximidad a la muerte, ya tienen algo de ella en lo que les queda de vida. Y entonces ven, escuchan y presienten. No es la memoria la que falla, sino que son las fronteras de su percepción las que se expanden, volviendo al pasado, atisbando el futuro, sobrevolando el presente, gustando la muerte con cierta macabra anticipación. 

            Vuelvo, así, a la pregunta que dejé pendiente: ¿es para tanto Nocturna? Sí, lo es. Sin lugar a dudas. Nocturna es una obra de arte por donde se la mire. El argumento es de una calidad destacable, con idas, vueltas y revueltas que nos pasean por varios géneros y nos mantienen poco menos que hipnotizados ante la pantalla. Las actuaciones, especialmente las de Pepe Soriano y Marilú Marini, son increíbles. Todo en Nocturna es digno del más alto elogio. 

            Ojalá sea recibida como se lo merece. 

Es una película que le hace bien al cine. 

            Es una película que nos hace bien a todos. 

            No duden en mirarla.

 

 

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Título original: Nocturna. Lado A: La noche del hombre grande

Año: 2021

Duración: 107 min.

País: Argentina

Dirección: Gonzalo Calzada

Guion: Gonzalo Calzada

Fotografía: Claudio Beiza

Reparto: Pepe Soriano, Marilu Marini, Lautaro Delgado, Desirée Gloria Salgueiro, Marina Artigas, Mora Della Veccia, Jenaro Nouet, Nicolás Scarpino

Productora: Coruya Cine, La Puerta Cinematográfica. Distribuidora: Breaking Glass Pictures