Día a día, mucho más en Facebook

5 de abril de 2025

ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA SERIE “ADOLESCENCIA”


RESUMEN: UNA PORQUERÍA

¡¡¡ALERTA SPOILER!!!




 

        Ayer terminé de ver Adolescencia, serie que vi tras recibir recomendaciones de gran parte de mis contactos y de una buena cantidad de compañeros (todos profesores de secundaria). Tengo que admitir que las actuaciones son brillantes y que, por momentos, me mantuvo expectante (especialmente en los tres primeros episodios), aunque finalmente la sensación que me deja y la conclusión a la que llego es que se trata de una porquería.

        A ver, voy a argumentar antes de que me salgan a pegar. No niego que la serie pone en escena algunos temas de importancia, que como sociedad debemos atender con urgencia (yo soy el primero, como profesor, pero también como padre, que insiste en que el exceso de pantallas y el aislamiento nos van a llevar a un lugar indeseado; mis hijos y muchos de mis alumnos pueden dar cuenta de eso). El problema con Adolescencia (mi problema con Adolescencia) es que, como serie, como trama, es mala. Abre puertas que no cierra, se propone como una historia profunda y es alarmantemente superficial, cuenta sin saber bien lo que cuenta y avanza sin tener ningún destino.

        Algunas cuestiones que la serie plantea y, finalmente, deja sin responder son (ACÁ EMPIEZA EL SPOILER):


- No se habla más del policía y de su hijo. Los múltiples problemas de uno y otro y de la relación entre ambos parecen solucionarse con la sola idea de ir a almorzar juntos.

- No se sabe qué pasó con el cuchillo (que nunca aparece). No sólo hay un asesino, Jamie, sino también uno o dos cómplices, que lo ayudan a esconder el arma homicida. De hecho, uno de esos amigos, Ryan, se muestra muy misterioso, termina confesando que es el dueño del cuchillo y lo terminan deteniendo. No sabemos qué pasa con él y cuál fue su verdadera implicación en el caso.

- No se sabe prácticamente nada de Katie, la chica asesinada. No, no se trata de culpar a la víctima, sino de conocerla. Cómo entender un asesinato si silenciamos e invisibilizamos a la persona asesinada.

- No se sabe qué pasó con Jade, la amiga de la chica asesinada. Esta chica, definitivamente, sabe más de lo que dice. Por eso golpea a Ryan. Esa información, sin embargo, nunca es expuesta.

- No se sabe qué pasó con los amigos del asesino. Todo parece indicar qué saben mucho, que de alguna manera participaron y que, después, ayudaron a Jamie. La serie no vuelve a hablar de ellos.

- No se sabe en detalle qué pasó entre Jamie y Katie en el momento del asesinato. De nuevo, no se trata de justificar a Jamie, sino de comprender qué pasó. Se habla de un asesinato, pero no sabemos nada de las circunstancias que lo rodearon. No sabemos si los implicados discutieron, qué dijeron, por qué se encontraron donde se encontraron, si fue casualidad o quedaron en verse, etc.

- No se muestra que Jamie haya tenido, en algún momento de su vida, episodios de conductas violentas. Sólo se lo muestra perder los estribos varias veces con la psicóloga, pero teniendo en cuenta el contexto (está encerrado desde hace 7 meses y va a ser juzgado por homicidio) me parece bastante natural que se enoje. Los adolescentes se caracterizan por reaccionar muchas veces de manera explosiva, pero eso no significa que sean violentos, golpeadores o asesinos. Es decir, no es una marca exclusiva de un homicida. De hecho, Jamie nunca agrede físicamente a la psicóloga y pide disculpas cada vez que grita.

- La peor de todas: te muestran una serie de comportamientos comunes de los adolescentes, como acostarse tarde o pasar mucho tiempo con la computadora, y los hacen pasar como indicadores de alarma que pueden derivar en un asesino. Claramente es una serie que busca pegar bajo y generar preocupación en el espectador adulto, cuando en realidad la psicología de un asesino es mucho más compleja, que requiere analizarse con responsabilidad y profundidad, sin desatender el contexto inmediato del episodio criminal, algo que la serie no aborda para nada. Te dan a entender (muchos de los espectadores lo entendieron así) que un chico que se queda hasta tarde con la computadora puede convertirse en un asesino. El problema es que la gran mayoría de los adolescentes lo hace, y no se andan matando de manera generalizada.


        Adolescencia muestra un caso excepcional (terrible, pero excepcional) y lo hace pasar como una normalidad. Por algo la serie se llama como se llama. No se llama Asesinato adolescente (una anomalía), sino Adolescencia (algo por lo que pasan todos). Es decir, se plantea como un retrato de la adolescencia actual a través de un caso excepcional del que, además, dice poco y lo poco que dice, lo dice mal.

        Lo afirmo una vez más: se trata de una serie hecha para pegar y generar inquietud. Con eso, por supuesto, busca espectadores, algo que sin lugar a dudas consiguió. Ahora, me entero de que muchos adultos están paranoicos, revisan los celulares de sus hijos y los monitorean constantemente. Esto seguro va a pasar y pronto volveremos a tener alumnos dormidos en las aulas porque se acostaron demasiado tarde (nunca dejamos de tenerlos, de cualquier forma).

        ¿Está bien que los padres cuiden de sus hijos y sepan qué hacen? ¿Está bien que se pongan horarios razonables para los adolescentes y se limite el uso de pantallas? ¿Está bien que se hable con los jóvenes y se atienda a sus inquietudes? Todo eso sí, está bien. Lo que no está bien es mirar a nuestros propios hijos o alumnos como potenciales asesinos. Eso no está bien, y no le hace bien a nadie.

        En fin, mi conclusión es que la serie Adolescencia toca temas de suma importancia, que tenemos que abordar desde las casas y desde las escuelas con premura y responsabilidad, pero lo hace mal. La serie, como serie, es mala. La historia que cuenta está mal contada. Las líneas narrativas se pierden. Ah, y el plano de secuencia (algo del que todos se maravillan) para mí tiene trampa, además de ser extremadamente aburrido. Pero bueno, como suele decirse en la actualidad, sobre esto no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas.



6 de marzo de 2025

CURABICHERA, de Luis Mey




 

          El Tano tuvo una infancia complicada, y no sólo por haber crecido en Florida, partido de Vicente López, en ese microuniverso a metros de la Panamericana en su unión con la General Paz; en esa Triple Frontera donde todo es oscuridad a base de luz eléctrica, polución, silencio de motores a gran velocidad, accidentes y, por supuesto, muertes; en ese rincón de Buenos Aires en el que la gente anda un poco desorientada y sus habitantes tartamudean; en ese espacio donde los santuarios en la vía pública reemplazan los cementerios y las ratas a las mascotas, cuando no a los hijos… El Tano, entonces, tuvo una infancia complicada no sólo por haber crecido ahí, sino también por sus viajes a la casa de su abuela, en Villa Rosa, bien lejos, donde termina el tren Belgrano y donde, en medio de un campo que es la nada misma, habitan alimañas peligrosas, espíritus recelosos y personas enigmáticas, entre ellas su misma abuela, una curabichera con todas las letras.

          Después de perder al último miembro de su familia, el Tano, que vive en Recoleta y tiene algo así como una consolidada carrera de escritor, decide volver al barrio, a su casa, a los contactos de la infancia. Su regreso no pasa desapercibido para los que nunca se fueron, que, poco a poco y uno a uno, empiezan a aparecer, con recuerdos del pasado y propuestas para el futuro. Lo que los personajes intuyen y el lector va descubriendo es que la llegada del Tano al barrio cambia las cosas, y no es sino hasta el final que se descubre la verdadera dimensión de ese cambio.

          Estamos ante una novela compleja en su temporalidad y perturbadora en su contenido. La convivencia de lo costumbrista con lo fantástico, junto a una construcción un tanto inquietante de los espacios, hace de Curabichera una experiencia tan particular como demoledora. Si bien se puede tardar un poco en agarrarle la vuelta a la trama, cuando finalmente se logra, cuando las piezas comienzan a encajar, ya no hay vuelta atrás. Curabichera se convierte en un viaje hipnótico, sometiendo al lector sin ninguna piedad, empujándolo hacia un final que es caída y, además, redención.

          Por otra parte, es interesante analizar cómo Mey utiliza la elipsis como recurso para hacer avanzar los acontecimientos. Sin decirlo todo, dice lo suficiente, logrando ponerle al lector la piel de gallina. Incluso, es justamente en ese no decir, en esos huecos hechos de interrogantes, donde se encuentra gran parte del atractivo de la historia.

          No duden en leer Curabichera, editada por La Crujía. Anímense, viajen a ese rincón de Buenos Aires, a esa Triple Frontera que une Florida, Saavedra y Villa Martelli. Ahí, bajo la sombra de la Panamericana, los esperan el Tano y los muchachos… Y también ellas que, mientras tanto, se alimentan.


***

Sobre el autor: Luis Mey nació en Buenos Aires en 1979. Es librero de profesión y autor de más de cuarenta novelas, entre las que se destacan aquellas que conforman la Trilogía Desgarrada editada por Factotum ediciones: Las garras del niño inútil, En verdad quiero verte, pero llevará mucho tiempo y Los abandonados. También publicó Diario de un librero (interZona), El pasado del cielo (Seix Barral), Tiene que ver con la furia (Emecé, en coautoría con Andrea Stefanoni), la novela de terror Macumba (Notanpuán), Los pájaros de la tristeza (Seix Barral) y Curabichera (La Crujía), entre otras. Es colaborador en diferentes medios gráficos y dicta talleres literarios individuales y grupales.



27 de febrero de 2025

CURSO DE ESCRITURA CREATIVA, de Brandon Sanderson





          A mí, en lo personal, no me gustó. Tal vez porque el libro se centra principalmente en la producción de novelas y sagas de fantasía épica o de ciencia ficción (y yo esperaba un abordaje más general de la escritura), o tal vez porque la forma de escribir de Sanderson no sólo no me identifica, sino que incluso me molesta. Para el autor de este libro, hay dos formas de escribir, que él llama "escritores de descubrimiento" y "escritores con esquema". Si bien es difícil encontrar autores en los extremos, la mayoría tiende a identificarse con uno de ellos. Yo me identifico con los primeros, Sanderson con los segundos, y esto hace que muchos de sus consejos no me aprovechen o que la concepción misma que tiene de la escritura me irrite.

          Podríamos decir que Sanderson ve la creación literaria en términos mecanicistas, basados en esquemas y configuraciones que buscan que el producto final "funcione" (palabra que utiliza una y otra vez). Sus conceptos de "arco de personaje", "ambientación" o las mismas "reglas de Sanderson" tienen como finalidad lograr una obra que agrade a los lectores y, por ende, se venda bien. Más allá de la idea de diversión, que no está ausente de la exposición, se ven los libros como un producto netamente comercial. No hay nada de malo en eso, no está mal que el escritor busque vender sus libros (yo mismo lo hago con bastante empeño), pero me hace ruido cuando, para lograrlo, se esté dispuesto a intervenir la historia fríamente hasta el punto de sacar personajes que se desvían de lo estipulado, cambiar tramas que reciben comentarios negativos o modificar escenarios que no llegan a gustar. De aquí la idea de que "funcionar" sea un sinónimo de gustar, algo que si no ocurre se debe "solucionar" para que la novela se venda. Bajo este punto de vista, muchas de las más grandes obras de la historia de la literatura (que no fueron bien recibidas en su momento por la incomodidad que generaron) jamas hubiesen existido. Como ejemplo de esta mirada, podría agregar la siguiente cita de la página 250 de la edición de Penguin (2022): "Para la mayoría de los escritores, pulir de este modo su narrativa es un reto que no termina nunca. Muy pocos llegan a la excelencia, y desde luego no en los primeros borradores, pero el camino es este. Si conseguís recorrerlo, si aprendéis a aplicar bien estas estrategias, venderéis libros de prisa".

          Insisto, querer vender libros no está mal, pero confundir la venta con la excelencia me parece un error tan triste como peligroso.

          En definitiva, si no desean escribir fantasía épica o si creen que la literatura es algo más (o mucho más) que la venta de libros, entonces este libro no es para ustedes. 

          Definitivamente no fue un libro para mí.



EL MONJE, de Matthew Lewis




          Publicada en 1796, El monje de Matthew Lewis es, para muchos, la primera novela de terror gótico de Inglaterra. Estemos de acuerdo o no con esta adjudicación inicial (se podría discutir mencionando El castillo de Otranto, de Horace Walpole, de 1764), sí es cierto que esta novela marcó un camino que después muchos siguieron e imitaron hasta el cliché.

          El monje cuenta la historia del abad Ambrosio, la decadencia moral en la que se ve inmerso y, también, la historia de los personajes que, directa o indirectamente, se relacionan con él.

          La novela está muy buena. A pesar de algunas desprolijidades en su estructura, hay que admitir que no ha envejecido todo lo que podría haberlo hecho. Dicho con otras palabras, se lee bien y se disfruta mejor. Incluso, sorprende la claridad con que se exponen argumentos anticlericales y se relatan algunos vicios y crímenes, hasta el punto de no sorprender que en su época se haya acusado a la obra y a su autor de inmorales y blasfemos. 

          Sin lugar a dudas, El monje de Matthew Lewis es un libro que vale la pena leer, tanto para conocer un clásico del gótico como para disfrutar de una historia que, en no pocas ocasiones, pone los pelos de punta.



15 de enero de 2025

NOSFERATU (2024): Mejor no comparar




          Vi la actual Nosferatu, de Robert Eggers. Me gustó, aunque no tanto como esperaba. Entre los aspectos positivos, resalto las actuaciones de Lily-Rose Depp (como Ellen Hutter) y de Nicholas Hoult (como Thomas Hutter). También son muy buenos los escenarios, que (tecnología mediante) hacen que el espectador se sienta transportado a la Europa del siglo XIX, tanto en su versión citadina como en la de las regiones arcaicas del Este. El ritmo de la historia se sostiene, los sustos tienen sus apariciones de rigor y la estética gótica no defrauda. 

          No obstante, el problema con este tipo de películas es que no se evalúan por los logros y defectos propios, sino por las virtudes y las deficiencias en comparación con los films que la preceden y conforman su base (en este caso, la versión muda de 1922, dirigida por F. W. Murnau, y la de 1979, de Werner Herzog). En este sentido, la adaptación actual defrauda bastante. No voy a hacer spoilers, pero sí diré que el argumento pierde con los cambios que implementa. La comparación más inevitable, la del conde Orlok, la deja mal parada. Los vampiros anteriores, el de Max Schreck y el de Klaus Kinski, son demasiado buenos en relación con la encarnación de Bill Skarsgård (y no por culpa de él, sino por un guion que hace del conde no mucho más que un bruto en descomposición). 

          En conclusión, siempre y cuando no se piense en sus predecesoras, la película puede llegar a agradar. 

          Y, para ahorrarle algunos golpes más, evitemos la comparación con la novela Drácula, de Bram Stoker.


(-Si te interesa leer más sobre las versiones de Nosferatu, hacé click acá.) 


11 de agosto de 2024

SEGUNDO CICLO DE CINE "TERROR EN EL OESTE"

 



El jueves 09 de agosto comenzó el segundo ciclo de cine "Terror en el Oeste", en el Espacio INCAA de la Municipalidad de Morón (Teatro Municipal Gregorio de Laferrere, en la esquina de Alte. Brown y San Martín). Después de la primera iniciativa (realizada en marzo de este año, con las películas Cuando acecha la maldad, de Demián Rugna, Pussy Cake, de Pablo Parés, y Algo que pasó en año nuevo, de Jorge Pinarello), el área de cultura del municipio decidió reiterar la propuesta, ahora con producciones no sólo de Argentina, sino también de Brasil y Paraguay. La inauguración contó con Otra película maldita, de Alberto Fasce y Mario Varela, un documental sobre el cine de terror argentino. El jueves que viene, 15 de agosto, será el turno de Continente, de Davi Pretto (producción argentino-brasileña); el jueves 22 se proyectará MAR.IA, de Gabriel Grieco y Nicanor Loret; y, finalmente, el jueves 29 se concluirá con Pora, la maldición, de Fasalien y Claudia Zárate (producción paraguaya). 

Si te gusta el terror y el cine de género, sin lugar a dudas tenés que aprovechar esta oportunidad. La entrada es gratuita (aunque se puede pagar un bono voluntario de 500 pesos), y se realizan reservas en la página del municipio.

 

 

Sobre OTRA PELÍCULA MALDITA 



Otra película maldita es un documental de una calidad notable. Dirigido por Alberto Fasce y Mario Varela, cuenta con la conducción de Darío Lavia y recopila testimonios de directores, productores, críticos y especialistas, que reflexionan en torno al terror como género, con su historia, condiciones, reglas, efectos y características. Además, el documental exhibe una cantidad de archivos, imágenes y escenas (muchas de ellas difíciles de encontrar) que dejarán con la boca abierta hasta al más especializado de los cinéfilos. 

El recorrido de este estudio es exhaustivo, y se extiende desde los inicios del género en nuestro país, con el mediometraje El hombre bestia (1934), dirigido por Camilo Zaccaría Soprani, hasta las producciones más actuales de directores como Pablo Parés, Paula Pollacchi, Laura Casabé, Adrián García Bogliano, Demián Rugna, Jimena Monteoliva, Daniel de la Vega y Gonzalo Calzada, entre otros. La lista de películas mencionadas y analizadas es enorme e incluye films como Una luz en la ventana (de Manuel Romero, 1942), con el legendario Narciso Ibáñez Menta; Malambo (de Alberto De Zavalia, 1942); La piel de zapa, inspirada en la novela de Balzac (dirigida por Luis Bayón Herrera y estrenada en 1943); El extraño caso del hombre y la bestia (dirigida por Mario Soffici, de 1951), basada en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson y que para muchos se trata de la primera película verdaderamente de terror de Argentina; Sangre de vírgenes (de Emilio Vieyra, 1967), la primera de vampiros; La casa de las sombras (de Ricardo Wullicher, 1976), y muchas otras, que no menciono para no exasperar al lector. Incluso, el documental no deja de incluir esos films que sólo usan recursos del terror en historias que poco tienen que ver con el género, como Mingo y Anibal contra los fantasmas (de Enrique Carreras, 1985) o Los matamonstruos en la mansión del terror (de Carlos Galettini, 1987). Nada parece quedar afuera de este increíble informe. 

Otra película maldita es una puerta de acceso a la historia de un género cinematográfico que, todavía, está esperando su reconocimiento. Una puerta de acceso llena de fantasmas, asesinos, monstruos y dientes. Una puerta de acceso que, definitivamente, pondrá los pelos de punta a más de un espectador. 

 

***

Título original: Otra película maldita

Año: 2023

Duración: 120 min.

País: Argentina

Dirección: Alberto Fasce, Mario Varela

Guion: Alberto Fasce, Mario Varela




17 de diciembre de 2023

RAMALES OLVIDADOS, de José A. García





- El hombre en busca de sentido

 

            Ramales olvidados (Trapezoide Ediciones, 2023), de José A. García, es un libro de cuentos curiosamente vinculados entre sí y ambientados en un mundo climáticamente postapocalíptico, algunas veces muy parecido al nuestro y otras muy diferente. Entre los relatos del primer grupo, podría mencionar los dos que abren la compilación. En «La revuelta de los patos» vemos a un hombre a punto de caer en la indigencia, que recurre al chino dueño del «apestoso inquilinato» en que vive con el fin de pedirle trabajo. El chino acepta y le ofrece algo sencillo: ser chofer, llevando y trayendo mercadería y gente. Las únicas condiciones son la discreción y el silencio. Al renunciar a ambas, nuestro protagonista descubrirá el lío en que está metido. «Para restaurar el universo» es una interesante historia que expone de alguna manera nuestro lugar en el cosmos (para nada ventajoso, de más está decir) y nos insinúa que la clave para el equilibrio y la salvación de TODA la creación puede estar ahí, frente a nosotros, en cualquier esquina, en cualquier rincón, incluso en un museo apenas visitado. Dentro del segundo grupo, los que nos sumergen en entornos extraños, está «Eslabón», en el que un grupo de sobrevivientes a algo permanece en una endeble construcción que antes podría haber servido de estación ferroviaria. Rodeados por interminables desiertos de arena gris, los personajes pasan sus días buscando agua. Todo cambia cuando uno de ellos, Camacho, comienza a experimentar una serie de transformaciones, tanto en su comportamiento como en su misma corporalidad. «Enemigos del hombre», por otra parte, nos sitúa en un ambiente diametralmente opuesto. Aquí, la vegetación lo cubre todo y amenaza con ahogar lo poco que queda de la humanidad. Para sobrevivir, las personas no pueden más que luchar contra la naturaleza, que, sin pausa y sin respiro, crece a su alrededor. 

Estos son apenas cuatro de los diez cuentos que van a encontrar en Ramales olvidados. Todos merecerían un comentario aparte, pero como el tiempo es tirano (y el ser humano un ferviente esclavo de esa tiranía), sólo voy a sugerir que los lean todos. Ahora, me gustaría continuar con algunas apreciaciones un tanto más generales. 

Como dije antes, las historias de Ramales olvidados están vinculadas entre sí por el mundo en que se ubican, que, aunque a veces muy distinto de cuento en cuento, comparten hilos conductores, como la presencia de la Secretaría de Transporte (órgano omnipresente que nos hace pensar en un gobierno al estilo 1984) o la referencia repetida a la estación de Juncal o a la de Trénomo. Las conexiones, no obstante, no terminan acá, sino que se pueden ver en aspectos más profundos de las tramas. En ellas, por ejemplo, advertimos una especie humana perdida y desorientada, que no recuerda cómo llegó donde está ni tiene idea de hacia dónde debe dirigirse. En este sentido, la presencia (o la ausencia señalada) de los trenes es muy significativa, lo mismo que los escenarios que tienen a las estaciones y a las vías como lugares protagónicos. El hombre, en Ramales olvidados, está de paso, sólo que no sabe de dónde viene ni hacia dónde va. Su misión será la de encontrar un sentido a su existencia, un camino en medio de tanta confusión y espanto. Quedarse no podrá ser nunca una opción. Las estaciones son, siempre, lugares transitorios. Por esto, los protagonistas marcharán, con el tiempo fluctuando de manera caprichosa, con los elementos en contra, siguiendo su instinto o, cuando no, ramales ya olvidados, con la esperanza de hallar, en algún sitio o en algún momento, su destino. 

Ramales olvidados nos permite disfrutar de buenos relatos, en tiempos en los que la falta de certezas parece salir de las hojas para acompañarnos en nuestros propios recorridos vitales. Esto es lo que más rescato de la (buena) ciencia ficción: poder ver en sus mundos el nuestro, en sus dilemas nuestros dilemas. Sin lugar a dudas, esto verá el lector en este libro de José A. García. 

Imposible no recomendarlo.


 

 - García, José A. Ramales olvidados. Buenos Aires, Trapezoide Ediciones, 2023.

 

 

***

Sobre el autor: José A. García es escritor, guionista de historietas y blogger por elección; profesor de historia y magíster en historia contemporánea por profesión; argentino por geografía. Participa con cuentos, artículos e historietas en publicaciones independientes de Argentina, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, México y Venezuela. Cree fervientemente que el conocimiento se demuestra haciendo y no acumulando diplomas, premios y menciones como condecoraciones o títulos de nobleza.