(ADVERTENCIA: Si
no viste la tercera temporada COMPLETA, entonces no leas este artículo)
Una serie de zombis
en la que los zombis no son tan importantes
Acaba de terminar la tercera temporada de The Walking Dead y, entre anuncios y
adelantos, nos queda ese sabor amargo de la espera de nuevos capítulos. Mientras
aguantamos, con más o menos desesperación según la paciencia de cada uno, me
gustaría reflexionar un poco en torno a esta serie que ha cautivado a tantos
espectadores.
En primer lugar, tengo que recordarles a los lectores que The Walking Dead es una serie de zombis.
Hay que hacer esta aclaración porque, a diferencia de las películas que estamos
acostumbrados a ver, los muertos vivos han dejado de tener un lugar
preponderante en la historia. Los “caminantes”, como se los llama, se han
convertido en apenas una peculiaridad del paisaje: están ahí, molestan de vez
en cuando, pero hace tiempo que dejaron de ser una amenaza. La verdadera amenaza
son los vivos. Ellos son los impredecibles, los peligrosos, los realmente malos,
como puede verse en el personaje del gobernador. De hecho, los caminantes se
vuelven peligrosos sólo cuando algún ser humano los utiliza, como un arma es
peligrosa en manos de una persona, pero inofensiva si permanece abandonada en
algún cajón. Hasta tal punto esto es así que ya no se necesitan armas de fuego
para matar a los caminantes, basta con un cuchillo, un punzón o un simple
cable.
Otra característica que distancia a The Walking Dead de las últimas películas del género es que en ella
no se pretende explicar la naturaleza de la transformación de los vivos en zombis.
Hubo un intento en la primera temporada, cuando llegaron a Atlanta, pero eso ya
quedó atrás, y las respuestas no fueron muchas. No hay forma de averiguar qué
fue lo que pasó, y, por lo que parece, a los espectadores no les importa. Las
relaciones humanas, las pujas de poder, la supervivencia en un ambiente
apocalíptico y los valores de la amistad y la hermandad acapararon la pantalla.
Un ejemplo más del curioso hecho de que los muertos vivos en realidad no
importan tanto. Quedan lejos, entonces, las explicaciones científico-médicas de
películas como Resident Evil o 28
Days Later.
Una de las
características que más ha impresionado a los espectadores (y que sí está en
consonancia con las convenciones del género) es la impredecibilidad de los sucesos. Nunca se sabe qué
puede ocurrir o quién puede morir, que es lo mismo que decir que cualquier cosa
puede ocurrir o cualquier personaje puede morir. Y eso es lo que lo vuelve
interesante, incluso angustiante. Hemos visto morir a protagonistas o a personajes
que parecían perfilarse como líderes, y eso ha ocurrido de forma rápida, sin
muchos preámbulos. Basta nombrar las muertes de Shane, Dale, Sofía y, ya en la
última temporada, Lori, Merle y Andrea. Todos muertos de un momento para el
otro, sin retorno (en sentido figurado, claro).
La impredecibilidad
tiene también su lado negativo: puede convertirse en motivo de desilusión. Esto
puede verse en algunas de las críticas que recibió el final de la tercera
temporada. Muchos esperaban un combate épico que no se dio, un duelo entre Rick
y el gobernador que no pasó de una simple charla de café. Claro, nos queda la
esperanza de que estas expectativas se vean colmadas en la cuarta temporada,
pero la verdad es que tampoco podemos estar seguros de eso.
Lo único que nos
queda por hacer ahora es esperar. Que cada quien lo haga como pueda.
Tenes razón en que después de la primer temporada no hubieron mas intentos para descubrir lo que causó la aparición de los "caminantes" y que todos estén "infectados", pero hay que tener en cuenta que la serie es una adaptación del comic, en el cual, desde el principio, deja en claro que todo pasó porque era el "juicio final", esto explicaría también la causa de tantas escenas relacionadas con la religión a lo largo de la serie (como cuando Hershel le lee la biblia a sus hijas).
ResponderEliminarPor supuesto que, como dije antes, la serie es una adaptación del comic, por lo tanto puede que el "juicio final" no sea la causa de todo en la serie.
Yo también esperaba un enfrentamiento impresionante entre Rick y Philip, no que se fueran todos corriendo porque Glenn y Maggie les dispararon ;_;
Muy buena reseña, pienso lo mismo acerca de que los caminantes ya no son un problema desde que empecé a ver la tercer temporada jajaja.
Groso profe, seguí así n_n
La segunda parte de la temporada pegó un bajón considerable, volviéndose otra vez más lenta. Y vale que mucha gente defienda que en realidad la serie es una obra de personajes, de la decadencia moral del ser humano, bla, bla, bla... Pero personalmente, lo que nosotras esperamos de una serie de zombies es eso, zombies. Y acción. Y sangre.
ResponderEliminarPor otra parte, ha habido cosas que no tenían el menor sentido: por ejemplo, la muerte de Merle. Vamos a ver, el tío tiene una espada por brazo. ¡Una espada! Cuando peleaba contra el Governor, ¿por qué se queda parado dejando que le zurre hasta en el carné de identidad?
Y luego la muerte de Andrea... A ver, en vez de pasarte media hora filosofando sobre el sentido de la vida con un tío moribundo que en breve se va a convertir en zombie, ¡intenta escapar! ¡pon más interés en desatarte!
Y no digamos nada de que los protagonistas, en vez de mudarse a Woodbury al final, se llevan a los del pueblo a la cárcel. Di que sí, ¿para qué aprovechar un pueblo ya montado con todas sus comodidades cuando puedes irte a una cárcel en ruinas a pasar penurias?