Hoy por hoy, ya no tiene sentido
decir que en la mayoría de los casos, en cine como en literatura, no
importa tanto la historia que se cuenta, sino el modo en que se la cuenta. Afirmar esto sería incurrir en esa vieja
cuestión de la forma y el contenido, que ya se superó, se volvió a abordar y se
siguió superando hasta advertir que, de una forma u otra, siempre ha estado
ahí. Sin pretender avivar viejas rencillas, me gustaría hablar de la película Oculus (2013), en este momento en
cartelera, teniendo en cuenta esta doble cuestión.
La historia de Oculus no es demasiado original: los
miembros de una familia (compuesta por Alan Russell, el padre, Marie, la madre,
y sus dos hijos, Kaylie y Tim) se mudan a una nueva casa y, en su deseo de
cambio, deciden renovar su mobiliario, dándole especial atención a la
adquisición de antigüedades. Es así como consiguen un espejo antiguo, cuyo
marco se encuentra tallado en un pedazo de cedro negro de Baviera y que ha pertenecido
a la familia real escocesa. Una vez que el espejo es ubicado en la habitación
que funciona como oficina de Alan, las cosas empiezan a cambiar. Marie y el
mismo Alan comienzan a comportarse de forma extraña, desinteresándose de sus
hijos y de sí mismos, hasta el punto de dejar de comer. Además, tanto Kaylie como
Tim ven, de vez en cuando, a una mujer que comparte el tiempo con su padre y
que parece vivir en su oficina. Todo irá de mal en peor hasta el punto de que
los chicos serán testigos de cómo sus progenitores se convierten en una verdadera
amenaza.
Pero hasta acá sólo mencioné una
parte de la historia, la parte que se refiere al pasado y que, de alguna manera,
ya está concluida. La historia «actual» tiene como protagonistas a Kaylie y a
Tim, años después, cuando ya son grandes. En esta parte, Kaylie decide
recuperar el antiguo espejo de sus padres para matar a aquello que habita en él
y que ha arruinado a su familia. Para eso lo lleva a su hermano Tim a la casa
de su infancia y, juntos, se encierran con el único fin de terminar con la
pesadilla. Lo que Kaylie no sabía, ni podía saber, era que la pesadilla no
haría más que comenzar (una vez más).
La película está muy buena,
incluso (y principalmente) por el modo en que es narrada la historia. Las dos partes
mencionadas, y que corresponden a dos momentos temporales distintos, no están
unidas con el ya conocido recurso del presente narrativo más la intromisión de flashbacks. No, en este caso los dos
momentos se encuentran entrelazados en un presente continuo que los une, armoniza
e integra. Por esto mismo, nos vemos obligados a seguir las dos historias al
mismo tiempo, en un laberinto temporal que logra mantener en vilo al
espectador.
Repitiendo la hipótesis inicial, diré
que generalmente no importa tanto lo que se cuenta, sino el modo en que se lo cuenta.
Que se haya escogido una forma novedosa para narrar cinematográficamente una
historia es altamente valorable. Vivimos en una época que va sobre lo seguro,
con fórmulas establecidas que proporcionan el máximo de seguridad en las posibilidades
de éxito de un producto. Por esto, la invasión de remakes, la insistencia en secuelas que ya no tienen nada que
aportar y la resurrección de cuanto
superhéroe habitó alguna vez la página de alguna historieta. No tengo nada en
contra de la percepción del arte como producto (de hecho, considero que lo es),
pero me molesta cuando sólo se busca vender y no se atiende a la calidad de lo
que se ofrece. Lo que plantea Mike Flanagan, el director de Oculus, es arriesgado, ya que de seguro
más de un espectador, perdido entre las líneas temporales, se va a quejar y optará
por desestimar la película. Mejor así. Siempre es preferible una mala opinión
por la incomprensión de un público corto de miras que por la mediocridad misma
de la película.
Lejos de la mediocridad, Oculus se arriesga con una forma
distinta de narrar. La recomiendo.
Ficha técnica:
Título original: Oculus
Año: 2013
Duración: 105 min.
País: Estados Unidos
Director: Mike Flanagan
Guión: Mike
Flanagan, Jeff Howard
Música: The
Newton Brothers
Reparto: Karen
Gillan, Brenton Thwaites, Katee Sackhoff, Rory Cochrane, Annalise Basso,
Garrett Ryan Ewald
Productora:
Intrepid Pictures / Blumhouse Productions / WWE Studios
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