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13 de enero de 2017

QUIEN PIERDE PAGA, de Stephen King







ESA PASIÓN LLAMADA «LITERATURA»


«Pero eso daba igual. Las cosas del mundo iban quedando
en la cuneta. Uno perdía la rapidez de movimiento y la vista
y esa puta vitalidad eléctrica, pero la literatura era eterna (…)».
Stephen King, Quien pierde paga.


Después de hacerse rogar más de lo esperado, llegó a la Argentina Quien pierde paga (Finders Keepers en inglés) de Stephen King, la segunda entrega de la llamada «trilogía Bill Hodges», precedida por Mr. Mercedes (publicada en Argentina a finales del 2014) y cerrada por End of Watch (todavía inédita en castellano).

A diferencia de lo que vimos en Mr. Mercedes, en Quien pierde paga nos encontramos con un Bill Hodges rebosante de buena salud, que ha perdido unos quince kilos, lleva una vida saludable (con ejercicio y buena comida) y que, con sus sesenta y seis años, ve la vida en clave de «disfrutar de cada día» (pág. 174). Muy lejos de ese hombre recién jubilado que se pasaba todo el día sentado en su sillón mirando la televisión, comiendo comida chatarra y metiéndose, cada tanto, el cañón de su revólver Smith & Wesson calibre 38 en la boca. Pero esto es adelantarnos demasiado. Bill será el protagonista de la novela, pero no aparecerá sino avanzada la historia. Hay mucho más que decir antes.

Quien pierde paga nos presenta a un nuevo villano, Morris Bellamy, un joven fanático de las tres novelas del escritor John Rothstein que tienen como protagonista al personaje de Jimmy Gold. Para Morris, Rothstein no es más que un traidor, ya que hizo que Jimmy, símbolo de la rebeldía juvenil en las dos primeras novelas, se vendiera al sistema por unos cuantos dólares en la tercera. Para un fanático como Morris, la degeneración de Jimmy Gold es imperdonable, y el único culpable de ella es su creador, John Rothstein. Así, decide hacer justicia, yendo a la granja donde el escritor se recluyó después de retirarse de la vida pública y literaria. Su objetivo es claro: darle un escarmiento al viejo traidor, robarle la plata que pudiera tener encima (para repartirla con sus dos cómplices) y, todavía más importante, hacerse con los cuadernos que, según dicen, contienen todo lo que Rothstein siguió escribiendo después de su voluntaria jubilación. Con un poco de suerte, la trilogía de Jimmy Gold es más que una simple trilogía, y el personaje amado por Morris encontró finalmente la redención en alguno de aquellos manuscritos.

De esta manera, se lleva a cabo el robo, Morris consigue los cuadernos y vuelve a su casa. Pero las cosas se complican y, por una cuestión ajena a Rothstein, Morris termina en la cárcel con una perspectiva para nada alentadora: cadena perpetua. Por suerte, dejó los cuadernos bien escondidos, enterrados en un campo abandonado. Cuando por fin logre salir de la cárcel, tres décadas después, sólo una cosa tendrá sentido para él, buscar los cuadernos y leerlos. El hecho de que un adolescente llamado Peter Saubers haya encontrado el cofre enterrado y se haya quedado con la obra inédita de Rothstein será, para Morris, una piedra en el camino. Para Peter, el otro gran protagonista de esta historia, será el mismísimo infierno.

Y acá es donde entra en acción Bill Hodges, ahora convertido en algo parecido a un detective privado, después de que Tina, la hermana de Peter, recurriera a él para ayudar a su hermano. Desde ese momento, Bill tendrá una vez más que enfrentarse a una carrera contra reloj para evitar que Morris mate a Peter y a su familia. No estará solo, sus amigos Jerome y Holly, que conocimos en Mr. Mercedes, lo acompañarán.

La novela está muy buena. Sin lugar a dudas, conformará a los lectores constantes y a aquellos que hayan leído Mr. Mercedes. Una vez más, tenemos un argumento con suspenso que, si bien es menos lineal que el de la novela anterior (los saltos en el tiempo, al menos en la primera parte, abundan), no carece de lo más importante: una buena historia, que mantiene en vilo y que impide que dejemos el libro sin preguntarnos cuándo lo vamos a volver a agarrar. La tensión narrativa, la complejidad de los personajes, la destreza con la que King llega a nuestros corazones y la crudeza de una violencia demasiado verosímil como para no considerarla real, son la garantía de esta nueva novela.

Por otra parte, es importante señalar la esencia misma de esta nueva entrega de la «trilogía Bill Hodges»: LA LITERATURA. En efecto, Quien pierde paga es una novela que pone en escena la pasión por la literatura y los extremos a los que dicha pasión puede llegar. Todo se trata del amor (o, mejor dicho, la fascinación) por la lectura. Por un lado, tenemos a Moris Bellami, mientras que por el otro está Peter Saubers. Los dos son muy distintos, pero alarmantemente parecidos. Los dos están obsesionados con Jimmy Gold, los dos aman la literatura hasta el punto de preferir la ficción a la realidad. Quien pierde paga es una novela que sólo pudo haber sido escrita por una persona como Stephen King, alguien que ha hecho de la literatura su vida, que ama no sólo escribir, sino también leer. Por esto mismo, todos los amantes de la lectura encontrarán aquí un refugio en el que esconderse, un espejo en el que verse, un asesino en quien identificarse.

Señoras y señores, lectores constantes y lectores esporádicos, tenemos una nueva novela de Stephen King. Y créanme, es de las mejores.



***
Sobre el autor: Stephen King nació en Maine (EE.UU.) en 1947. Estudió en la universidad de este Estado y después trabajó como profesor de literatura inglesa. Su primer éxito literario fue Carrie (1974), que, como muchas de sus novelas posteriores, fue adaptada al cine. Lleva escritas más de cuarenta novelas (entre las que se destacan Cementerio de animalesItThe Green MileUn saco de huesos y la saga La torre oscura, entre muchas otras) y doscientos relatos. En 2003 fue galardonado con el premio literario estadounidense de mayor prestigio, la medalla de The National Book Foundation for Distinguished Contribution to American Letters.



- King, Stephen, Quien pierde paga, Buenos Aires, Plaza & Janés, 2016.



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