Sebastián
Chilano, En tres noches la eternidad.
Cada tanto, te encontrás con uno de esos libros
que te permiten recordar por qué elegiste la vida que elegiste, por qué a pesar
de tantos libros malos volvés con un renovado entusiasmo a cada nueva lectura.
A veces pasa, y el mundo vuelve a ser literario.
Acabo
de terminar En tres noches la eternidad (Editorial
Vestales, 2015) de Sebastián Chilano y me resisto a abandonarlo. Las
sensaciones que me provocó me convirtieron en alguien que alguna vez fui, y que
con frecuencia olvido. Las tres historias que conforman el volumen exponen todo
aquello por lo que vale la pena reflexionar, discutir, leer y escribir: la
muerte, la inmortalidad, el tiempo, la eternidad, el miedo, la enfermedad, el
mal… Pero la lista sería demasiado larga, y lo tedioso de ella menoscabaría las
bondades del texto.
Tres
noches, tres historias, tres escenas.
Dos
iniciados que buscan los secretos de la inmortalidad en un moribundo («Primera
parte»); un pintor barroco que huye de la muerte enalteciéndose en la más
abyecta bajeza («Segunda parte»); un apócrifo ícono bíblico que rechaza la
Buena Nueva al tiempo que ve morir al mayor de los milagros («Tercera parte»).
Eso
en tres noches, tres relatos y una eternidad que todo lo incluye, hermana y
aniquila.
Vistas
en conjunto, las tres historias cuentan el mismo drama humano, que en esencia
nunca cambia aunque se manifieste de manera distinta: el deseo de trascender en una existencia condenada a muerte. Así, y
con una prosa impecable, Chilano nos enfrenta a hombres que pierden de vista su
vida en el afán de buscar una respuesta que la justifique, que se encaminan
inexorablemente a la muerte en su intento de burlarla. Ésos son los hombres de En tres noches la eternidad, hombres que
(como muchos de nosotros) asumen que la vida no puede tener valor si no se la
hace valer en la trascendencia de lo común y en el acceso a lo insondable.
A
lo mejor, y con esto termino, la vida de cada ser humano no es más que la falta
de correspondencia entre el deseo de acceder a lo divino y la indiferencia de
los dioses ante los padecimientos de dicha búsqueda. Incluso, puede que ese deseo
de eternidad no sea más que la última broma que los dioses les jugaron a los
hombres.
En tres noches la eternidad.
Sebastián Chilano.
Agenden.
***
Sobre el
autor: Sebastián Chilano nació en 1976 y vive en Mar del Plata, es médico y
escritor. Ha publicado las novelas Riña
de gallos (Ediciones B, 2010); Las
reglas de Burroughs (Gárgola, 2012), que fue ganadora del concurso “Laura
Palmer no ha muerto”; Tan lejos que es
mentira (Letra Sudaca, 2013); y Méndez
(Vestales, 2014). Ha creado, además, en coautoría con Fernando del Rio, las
novelas de la saga de Furca: La cola del
lagarto (Ediciones B, 2009) y El
geriátrico (Ediciones B, 2011). En 2012, recibió el premio Alfonsina Storni
en el rubro Creación Literaria.
-Chilano, Sebastián, En tres noches la eternidad, Buenos Aires, Editorial Vestales, 2015.
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