«Miro el segundero del reloj de la cocina y luego mi
reflejo en el vidrio de la ventana. Un yo que mira a otro yo, un cuadro de mí
misma».
Francisca Mauas, «Silencio en el teléfono» en En París son las once.
La triste condición del ser humano
En París son las once es el último libro de Francisca Mauas, escritora multifacética (incursionó en la prosa, la poesía y el teatro) y editora del sello Azul Francia. En El lugar de lo fantástico ya les hablé de Una sombra entre nosotros (Halley Ediciones, 2018), un excelente poema narrativo que, de alguna manera, ya nos introducía en el universo de soledad, incomunicación y tristeza que este nuevo trabajo continúa y profundiza.
Publicado en 2020, En París son las once contiene trece cuentos que nos muestran una realidad aún más contundente que la que veíamos (y todavía vemos) a nuestro alrededor, en ese conjunto incoherente de tareas, obligaciones y deseos que llamamos vida: que el aislamiento no es un patrimonio de la pandemia, que está dentro de nosotros y nos amenaza con anularnos. Los protagonistas de estos relatos son hombres y mujeres que arrastran su soledad como si se tratara de una mochila que lastima, pero que se aprecia lo suficiente como para no dejarla en el camino. Así, el ser humano ya no sería un ser social, sino un individuo aislado, que se debate entre la atracción (cuando no la inevitabilidad) de la soledad y los intentos (siempre fallidos y no pocas veces desesperados) de conectarse con los demás. Para dar algunos ejemplos, podemos ver que en «Silencio en el teléfono» la narradora descubre que su posible interlocutor se desvanece desde el momento en que decide entablar contacto con él. Además, la soledad es en «Instantáneas» (uno de mis relatos favoritos) la imposibilidad concreta, y hasta fantástica, de encontrarse con el otro, mientras que en «Escenarios vacíos» inunda y trasciende la vida, volviendo irreconocibles a los vivos y marcando el descanso de los muertos.
Como puede verse, el aislamiento y la soledad impiden a los personajes establecer vínculos en su presente y construir así un futuro. Pero esto no termina acá. Es tan profundo el abandono emocional que sufren que incluso el pasado se ve vaciado de relaciones, de familia y, con esto, de identidad, generándose así una orfandad que incluye al padre («Una exposición de mi vida»), a la madre («Gérmenes», donde la madre está presente como una molestia), a los hermanos («Silencio en el teléfono» e «Instantáneas») y, por último, a los hijos (que sólo los demás tienen). Y todo esto no es gratuito. Tanta soledad y tanto abandono se paga con la enajenación, de ahí que no sepan dónde están o cómo llegaron ahí («Un puente sobre el río») ni tengan en claro por qué hacen lo que hacen («En París son las once»).
Mientras leía cada uno de los cuentos de En París son las once, sentía que además de conocer personajes e historias nuevas, se me estaba revelando la trama de nuestro mismo presente, en el que la soledad ataca en medio de la muchedumbre (presente o virtual) y el silencio aturde más que los gritos. Sin lugar a dudas, Francisca Mauas es dueña de una mirada que desnuda las flaquezas del ciudadano moderno y de una valiosa habilidad para traducir esas impresiones en palabras.
¿Cómo no recomendar En París son las once? No sólo es un buen libro, también es una ventana desde la que podemos ver la triste condición del ser humano.
- Mauas, Francisca. En
París son las once. Buenos Aires, Azul Francia, 2020.
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Sobre la autora: Francisca Mauas nació en Buenos Aires en 1980. Experimentó la actuación, la dirección y la escritura de teatro, poesía y narrativa. Sus últimas publicaciones fueron Una sombre entre nosotros (narrativa en verso) y Gato negro (poesía) con Halley Ediciones. Trabaja como productora radial en La venganza será terrible y dirige la editorial Azul Francia.
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