«¿Qué obtienes cuando cruzas a un
solitario mentalmente
enfermo con una sociedad que lo abandona y
lo trata como
a una basura?»
Joker
Vivimos tiempos particulares. Somos
testigos de una revalorización de la categoría de «víctima» como nunca antes se
vio en la historia moderna. No mucho tiempo atrás (pienso en la generación de
mis abuelos o, incluso, en la de mis padres), la idea de ser una víctima era un
trago amargo difícil de sobrellevar. «Victimizarse» era sinónimo de envilecerse.
Me imagino a mi abuela gritando «¡Más víctima serás vos!» y a mi abuelo
pegándole un sopapo al que osare llamarlo de esa forma. Sin embargo, hoy pasa
todo lo contrario. Basta con decir que somos víctimas para que nuestro discurso
adquiera un matiz más respetable, más digno de ser oído. Ser víctima hoy
dignifica, enaltece y da valor. Tal vez por eso vemos a tanta gente buscando
ser reconocida como víctima y no tratando de dejar de serlo. Así, vamos culpando
de nuestra situación a condiciones injustas, padres mediocres, gobiernos inútiles,
economías despiadadas y a un mundo próximo a extinguirse.
La
concepción a la que me acabo de referir llegó, finalmente, al cine. El Guasón, tal
y como aparece en la aclamada película Joker, dirigida por Todd Phillips
y formidablemente interpretada por Joaquin Phoenix, es una muestra de esto. Sin
subestimar los méritos de la película, el éxito que tuvo y los comentarios apasionados
que recibió me parecen el resultado de esta nueva forma de percibir el mundo.
Seamos honestos, la película está buena y la actuación de Phoenix es loable, ¿pero
tanto frenesí por una reversión que, en otro momento, hubiese generado rechazo
o incluso indignación por parte de los fanáticos?
Este
nuevo Guasón dejó de ser el más malo de todos los malos de Ciudad Gótica (como
vimos hasta ahora) para convertirse en un pobre tipo enfermo y con buenas
intenciones, rechazado por una sociedad que sólo valora lo material. En
consecuencia, el Guasón es el producto de un mundo cruel e incomprensivo,
mientras que sus homicidios son actos de justicia que equilibran, al menos un
poco, la balanza de las desigualdades sociales. Engañado por su madre, abandonado
por su padre, abusado, burlado y denigrado por los que lo rodean, el Guasón
enloquece con una locura justa, reivindicativa. Él ya no es el malo de la
película. Ahora es la víctima. Después de todo, él sólo quería «traer risa y
alegría a este mundo frío y oscuro».
No
me extraña el entusiasmo que generó. La película expresa, de alguna manera, lo
que muchos hoy quieren escuchar. Por mi parte, no puedo evitar preguntarme qué
pasará después. ¿Se viene el Pingüino como el pobre hombre que sufrió bullying
por su aspecto cuando era chico? ¿Gatúbela será la empoderada que se impondrá,
por medio de su imagen felina, a un patriarcado opresor de carácter lobuno?
Todo es posible cuando Hollywood decide conformar al gran público.
Por
lo demás, la película está buena.
***
Título original: Joker
Año: 2019
Duración: 121
min.
País: Estados Unidos
Dirección: Todd
Phillips
Guion: Todd Phillips, Scott Silver
Música: Hildur
Guðnadóttir
Fotografía: Lawrence
Sher
Reparto: Joaquin Phoenix,
Robert De Niro, Zazie Beetz, Frances Conroy, Brett Cullen, Bill Camp, Shea
Whigham
Productora:
DC Comics / DC
Entertainment / Warner Bros. / Village Roadshow / Bron Studios / Creative
Wealth Media Finance / 22 & Indiana Pictures. Distribuida por Warner Bros.
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