Amigos, la revista miNatura acaba de publicar su
número 169 (bajo el tema "La locura"). Entre relatos de escritores
que admiro, pueden leer mi cuento "Loco", inspirado en mis últimas
vacaciones familiares en Tandil. Lo comparto con ustedes y les paso el link
para que descarguen la revista. ¡Saludos!
LOCO
Por Lucas Berruezo
–¡Me vas a volver loco! –le gritó
Gustavo a Marco, su hijo de cinco años.
No era para menos. Desde que habían
subido a la cima del cerro Centinela, en Tandil, el chico no paraba de
escaparse y de acercarse al precipicio.
–Tranquilo, Gus –dijo Carlos, su hermano,
con una media sonrisa que a Gustavo le endureció el sistema nervioso. Claro,
para él era fácil hablar, no tenía hijos y, si a Marco le pasaba algo, no
tendría que soportar a Soledad, su ex mujer.
Gustavo ignoró a Carlos y salió
corriendo tras Marco. Lo agarró del brazo y lo zarandeó con fuerza. Por todas
partes se escucharon murmullos de desaprobación.
Marco se puso a llorar, lo que
intensificó los murmullos.
–Dejá, Gus, andate un rato –dijo
Carlos al tiempo que se acercaba y le apoyaba una mano en el hombro–. Marco y
yo vamos a pasar un tiempo de tío sobrino. ¿No?
Marco dejó de llorar al instante y,
asintiendo, sonrió.
–Bueno –aceptó Gustavo, no sin dudar–.
Pero cualquier cosa escribime.
–Dale. No te hagás problema –sonrió
Carlos–. Vos relajate un rato.
Gustavo, entonces, bajó del cerro y
recorrió el resto del complejo solo. La pasó bien, muy bien, mil veces
mejor de lo que la habría pasado con su hijo y su hermano, aunque su paseo duró
poco. Su celular sonó a la media hora. Era Carlos.
«Tenías razón. Te vuelve loco.»
Gustavo sonrió al leer el
mensaje. Al menos, Carlos ya no subestimaría su enojo.
Empezó a volver. Dos personas de
seguridad pasaron a su lado, corriendo. Detrás de ellos, algunos turistas
también corrieron.
–Accidente –escuchó que alguien
decía a su lado.
–¡Qué accidente ni ocho cuartos!
–dijo otro– ¡Lo tiró!
Gustavo se apuró. No tuvo más que
acercarse al pie del cerro para ver, entre el gentío, una de las piernitas del
accidentado. Reconoció, en seguida, el pantalón de su hijo.
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