La muerte de la literatura llegará. Sí, llegará. No por su reemplazo por otras artes, sino por un progresivo (y autoinfringido) debilitamiento interno. Será la desidia de los lectores y de los mismos escritores la que terminará por dar la estocada final. Y no habrá a quien culpar.
Sin embargo, muerte no implica desaparición (los muertos, con frecuencia, están más presentes que los vivos). Tras la muerte de la literatura, quedarán los libros. Los antiguos, llenos de una soledad oscura, incomprensible. Los actuales, reptiles agónicos que buscan un vértigo que les es ajeno. Los futuros, apenas sombras que proyectarán sombras.
Nadie matará a la literatura.
Cuando muera, será un suicidio.
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