Se podría decir que todo comienza en México, en
1673. Una mujer, felizmente casada y con dos hijos, descubre que su marido le
fue infiel con alguien más joven. Entonces, decide vengarse de él golpeándolo donde
más le duele: en sus hijos. Sus hijos… Que también son de ella, aunque por un
momento parece olvidarlo y, cediendo momentáneamente a la locura que otorgan
los celos (¿acaso hay locura más fría y calculadora que ésta?), ahoga a los
niños en el río. La razón llega en forma de arrepentimiento y culpa. Estas
emociones dan lugar a la leyenda. Desde ese momento, la mujer, con su llanto a
cuestas, irá en busca de los hijos ajenos para que ocupen el lugar de los propios.
La maldición de la Llorona ha nacido.
Trescientos
años más tarde, en 1973, en EE. UU., Anna, una asistente social viuda y con dos
hijos, debe enfrentar un caso de maltrato infantil: Patricia Álvarez, una mujer
de origen latino (mexicano, con toda seguridad), no está en su sano juicio y,
al parecer, lastimó a sus dos hijos. Anna y su equipo hacen las cosas que corresponden:
separan a la mujer de los chicos y llevan a éstos a un albergue para que pasen
la noche. El problema, claro está, es que la Llorona seguirá a esos niños con
toda la constancia con la que una madre seguiría a sus propios hijos, aunque
por motivos distintos. Finalmente, una vez que lo inevitable irrumpe, la
Llorona busca nuevas víctimas. Y es entonces cuando ve a los hijos de Anna…
La maldición de la Llorona
(The Curse of La Llorona, 2019) es la nueva película del equipo que
creó la saga de El conjuro, Annabelle y La monja. Es comprensible
que haya generado expectativas. Su productor, James Wan (creador, además, de Saw)
está relacionado con lo mejor del terror en Hollywood de, por lo menos, la
última década. Sin embargo, la realidad no es tan satisfactoria. Podríamos decir
que La Llorona es una película efectiva, nada más. Tiene un buen manejo
de las cámaras, de los tiempos, de los sonidos, hace un buen uso (aunque excesivo)
de la aparición abrupta, pero falla en lo que se refiere al argumento. Se trata
de una historia que no se justifica a sí misma (¿por qué la Llorona, de nacionalidad
mexicana y que no escatima las palabras en castellano, actúa en EE. UU.?, ¿por qué
la década del ’70?, ¿por qué, si la Llorona quiso en su momento vengarse de su
marido, ataca a la descendencia de dos mujeres solas, sin esposos?) y que, para
colmo, ofrece un final que se esfuerza (mucho y mal) por quedar abierto.
Esperaba más de esta
película y, como me pasa siempre que espero más de algo (o de alguien), quedé
decepcionado.
***
Título original: The Curse of La Llorona
Año: 2019
Duración: 93 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Michael Chaves
Guion: Mikki
Daughtry, Tobias Iaconis
Música: Joseph Bishara
Fotografía: Michael Burgess
Reparto: Linda Cardellini, Patricia
Velasquez, Raymond Cruz, Sean Patrick Thomas, Tony Amendola, Marisol Ramirez
Productora: Atomic Monster / New Line Cinema. Distribuida
por Warner Bros
Productor: James Wan
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