(Idea para una historia contrafáctica)
¿Se imaginan una Argentina paralela (ahora que está de moda eso de los
multiversos) en la que los hombres, exuberantes de machismo, excluyan a las
mujeres y a las personas no binarias del masculino genérico, argumentando que
sólo los varones merecen la letra “o” y que los demás deben encontrarse su
propia letra? ¿Se imaginan, en este contexto, a las mujeres y a las personas no
binarias luchando para que esos “retrógrados” no las expulsen
de la “o”, sino que, por el contrario, las incluyan en ella? En este universo,
se recurriría a la RAE para argumentar en favor de la inclusión de todos en el
masculino genérico, y los hombres harían valer su exclusividad negando la
autoridad de dicha academia y otorgándoles a los otros una “x” que, como nos
enseñan las matemáticas, representa una incógnita todavía no definida. Los
luchadores por la inclusión llamarían a esta postura “lenguaje exclusivo” (ya
que cada identidad de género sería estigmatizada con una única letra, que marca
la diferencia y no facilita la igualdad), aunque no faltarán los que prefieran
la denominación “lenguaje excluyente” (señalando la segregación en función de
la identidad de cada uno). Algunas consignas podrían ser: “Que el patriarcado
no se quede con la ‘o’”, “La discriminación lingüística incentiva la discriminación
social”, “El macho no dicta la gramática”, “No excluyan por las diferencias,
incluyan por el amor”, “La ‘o’ no tiene dueño”, “Nuestras diferencias no avalan
la exclusión”, “La lengua no se cambia”, “No a la discriminación, todos somos
la ‘o’”.
¿Se imaginan?
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