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16 de abril de 2015

THE BABADOOK: un monstruo para la posteridad





            La llegada de un hijo suele ser concebida como un hecho feliz, que aporta alegría y esperanzas. En pocas palabras, es vista como algo que suma, que trae. Tal vez por eso el dicho popular: “Cada hijo viene con un pan bajo el brazo”. Sin embargo, en algunas oportunidades los hijos no traen algo, sino que quitan. Es lo que le ocurrió a Amelia (Essie Davis) cuando, seis años antes, perdió a su esposo en el momento en que se dirigía al hospital a dar a luz. Un trágico accidente de autos quiso que el mismo día en que naciera su primogénito fuera, también, el día en que se convirtiera en viuda. Después de eso, Amelia tuvo que hacerse cargo sola de un chico que, a medida que iba creciendo, no hacía más que darle dolores de cabeza.

            En la actualidad, seis años después, Amelia apenas puede dormir porque su pequeño Samuel (Noah Wiseman), que vive marcado por la pérdida de su padre, sueña a menudo con un monstruo que los quiere matar. Problemas en la familia, problemas en el colegio, Samuel no escatima a la hora de hacerle pasar a Amelia momentos ingratos, que llegan a afectar su desempeño laboral en un asilo de ancianos. Las cosas parecen mejorar un poco cuando un doctor le receta a Samuel unos calmantes y este, por primera vez en semanas, empieza a dormir noches enteras; pero el mal no se rinde tan fácilmente, y le gusta tenernos de rodillas para soplarnos en la nuca, por lo que los problemas no terminan ahí, sino que se extienden a la propia Amelia: ahora es ella la que cree percibir al monstruo que antes amenazaba a su hijo. La aparición inesperada y misteriosa de un libro en apariencia infantil llamado Mister Babadook  no hace más que empeorarlo todo. Según el libro, Babadook es un monstruo que comienza siendo gracioso, al menos hasta que se introduce dentro del individuo, crece “debajo de su piel” y muestra su verdadera naturaleza. Después de eso, el horror se incrementará con cada noche, con cada suspiro.

Con un estilo gótico acorde al siglo XXI, The Babadook permite experimentar la angustia y la desesperación tanto en el plano de lo real como en el de lo sobrenatural. Por momentos nos será difícil discernir qué es peor, si una vida gris sin ninguna expectativa o una acechanza sobrenatural de un monstruo hecho a nuestra medida. El monstruo, al menos, se puede enfrentar, que es lo que intenta hacer Amelia. Pero como dijo alguna vez Cortázar en aquella obra llamada Los reyes, “sólo hay un medio para matar a los monstruos: aceptarlos”. Y aceptarlos implica acogerlos, darles un lugar e, incluso, alimentarlos…

            The Babadook es una gran película, de esas que presentan un personaje nuevo y lo instalan para la posteridad. Las generaciones venideras tal vez hablen de Babadook como las que las precedieron hablaron de Freddy Krueger o de Candyman. Sólo esperemos que una serie de secuelas desafortunadas o una mala remake norteamericana no terminen por arruinarla. Por  lo pronto, véanla. Vale la pena.



Ficha técnica:
Título original: The Babadook
Año: 2014
Duración: 95 min.
País: Australia
Director: Jennifer Kent
Guión: Jennifer Kent
Música: Jed Kurzel
Fotografía: Radek Ladzcuk
Reparto: Essie Davis, Noah Wiseman, Daniel Henshall, Hayley McElhinney, Barbara West
Productora: Entertainment One / Causeway Films / Smoking Gun Productions


11 de abril de 2015

LOS HOMBRES MALOS USAN SOMBRERO


Próximamente, en mayo: LOS HOMBRES MALOS USAN SOMBRERO de Lucas Berruezo (Editorial Muerde Muertos).




Los hombres malos usan sombrero, de Lucas Berruezo (Muerde Muertos, 2015), novela, 100 páginas. Prólogo: Elsa Drucaroff. Arte y diseño de tapa: Mica Hernández. Precio: $150


LOS HOMBRES MALOS USAN SOMBRERO. En un bar porteño, Alejandro Paredes descubre una nena perdida. Ella le revela que la persiguen seres que ocultan su verdadera identidad utilizando sombreros. Aquel onírico encuentro sacude la monótona vida del hombre —vendedor de celulares—, quien se siente rozado por lo desconocido. Frente al destino en clave de enigma, deberá decidir entre actuar o abstenerse, entre creer o no en un universo apenas vislumbrado. De una certera comprensión de los hechos, dependerá su felicidad... o el horror.



TERMINÉ Y ME QUEDÉ TEMBLANDO...

¿Por qué una novela nos asusta? ¿Y por qué, aunque nos asusta, nos atrapa hasta no poder soltarla? ¿Y por qué, aunque nos angustia, sentimos en esa angustia, en ese miedo, un raro placer?

Leí Los hombres malos usan sombrero con la deliciosa, rara fruición con que me sumergí muchas veces en Lovecraft, en Stephen King, en esa maravillosa novela de Carlos Feiling llamada El mal menor. Como me pasó con ellos, terminé Los hombres malos usan sombrero y me quedé temblando. Pero antes había ingresado serenamente a sus páginas de universo cotidiano, conocido, de conflictos esperables, y había disfrutado que todo de a poco empezara a enrarecerse y con el enrarecimiento naciera, suavemente, el miedo. Un miedo que ya no se fue hasta el instante final de la novela. (Del prólogo de Elsa Drucaroff)