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2 de junio de 2021

NO JUEGUES CON ESO, de Fabián García






«Siempre hay que prestarle atención al segundo libro», les suelo decir a mis alumnos. Y tiendo a agregar: «En el primer libro, y más cuando se trata de cuentos, un escritor pone lo mejor que fue acumulando a lo largo de los años. Por eso, el segundo suele dejar en evidencia el material que quedó descartado del primero junto con lo más reciente del autor, aquello que no tuvo tiempo de corregir hasta el delirio, por lo que uno puede intuir qué tan bueno es un escritor cuando aborda su segundo libro, no el primero». En esta oportunidad, quiero hablarles de un segundo libro, el de Fabián García: No juegues con eso, publicado este año por la editorial rosarina Miércoles 14.

             No juegues con eso reúne diez cuentos fantásticos de una calidad asombrosa y de una oscuridad poco menos que traumática. En relación con lo que dije en un comienzo, Fabián García es uno de esos escritores que con su segundo libro confirman todos los elogios que recibieron con el primero, en su caso La lengua de los geckos, publicado en 2019 por la editorial Muerde Muertos.

             Cuando presenté La lengua de los geckos en la Feria del Libro de Buenos Aires en 2019[1], hablé de un «fantástico biológico», refiriéndome a ese estilo tan particular de García, que muestra una naturaleza desbordada que rompe con los límites de la realidad (o al menos con lo que se considera «realidad»). En No juegues con eso, el «fantástico biológico» vuelve a estar presente, erizando los pelos del lector y haciéndolo dudar de lo que hasta el momento consideró cierto y familiar: especímenes desconocidos que surgen de la tierra del patio de una casa corriente y poseen a los humanos (“No juegues con eso”); ácaros capaces de alimentarse de los deshechos humanos y, con ellos, construir dobles en dimensiones desconocidas (“La vida imperceptible”); seres indefinibles que proporcionan placeres íntimos a personas ávidas de contacto (“Reír a oscuras”); gatos capaces de lo inconcebible (“Porque éste es mi cuerpo”). En estos relatos, y no sólo en estos, lo sobrenatural no es lo que rompe con lo natural, sino lo que lo excede. Lo fantástico, entonces, no se da por algo que quiebra las leyes naturales. Se da, de manera sistemática, por una ampliación, una exacerbación de los límites de lo natural. Más allá de los límites, nos espera la verdadera (y aberrante) naturaleza de las cosas.

             Pero los relatos de No juegues con eso no sólo trabajan con este «fantástico biológico», sino que, además, algunos de ellos (como “Caí sobre mi diestra”, “Lo antiguo, lo múltiple”, “Somos lo que comemos” y “Ni el día ni la hora”) lo combinan con una vertiente mística, dando un paso más en esta manera tan especial de trabajar lo fantástico. Lo sagrado y lo religioso no pertenecen, en estos cuentos, a un mundo ajeno, puro y extraterreno. Es la misma naturaleza la que alcanza el rango de lo sagrado, y lo alcanza justamente con la incorporación de lo múltiple, con la asimilación de lo discordante, con la exaltación de la pútrida materia.

             Al leer a García, recordé a Horacio Quiroga y al Leopoldo Lugones de Las fuerzas extrañas. No me gusta comparar a los escritores actuales con los «muertos infaltables de siempre», pero en este caso voy a hacer una excepción, porque lo que nos ofrece Fabián García, tanto en La lengua de los geckos como en No juegues con eso, es una anomalía, una excelente y destacable anomalía que recupera lo mejor de la tradición fantástica rioplatense (que muchas veces se pierde de vista por mirar faros extranjeros) y le da un giro nuevo por ser nuevo el siglo en que se ubica.

             Consigan No juegues con eso, que además cuenta con ilustraciones increíbles de Pablo Castillo y una contratapa de Pablo Martínez Burkett. Después me cuentan.



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Sobre el autor: Fabián García nació en 1973, en la ciudad de Buenos Aires, y vive en Ramos Mejía. Asistió a los talleres de poesía de Osvaldo Bossi y Walter Cassara, y actualmente trabaja su narrativa con Guillermo Martínez. Publicó sus poemas en fanzines y revistas, y colabora con artículos en diversos medios digitales. Devoto del relato de horror (en especial el del siglo XIX) y la ficción distópica, admira a Borges, a Kafka y a Poe. El sello Muerde Muertos publicó en abril de 2019 La lengua de los geckos, su primer libro de cuentos. En 2021 la editorial Miércoles 14 publicó el segundo, No juegues con eso, con ilustraciones de Pablo Castillo.

 



           

 

 

 



[1] Pueden leer el texto de la presentación de La lengua de los geckos en https://ellugardelofantastico.blogspot.com/2019/05/la-lengua-de-los-geckos-de-fabian-garcia.html

1 de mayo de 2019

LA LENGUA DE LOS GECKOS, de Fabián García




Transposición de la presentación del libro de Fabián García, La lengua de los geckos (Muerde Muertos, 2019), llevada a cabo en La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

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Como primera medida, quisiera presentarles, de forma general y un tanto técnica, el libro La lengua de los geckos, de Fabián García.

Se trata de una de las novedades de Muerde Muertos de este año. El libro cuenta con diez cuentos que nos hacen recorrer un camino que va desde un género que se podría llamar fantástico biológico (con relatos como “La lengua de los geckos”, “La flor lejana”, “El pliegue iterativo” o “Luli”) a un terror realista (“El lápiz”, “Comunión” o “Un último abrazo”, que cierra el libro). Pero esto no es todo. También lo vemos recorrer esos inhóspitos caminos del horror cósmico que, inevitablemente, y de manera injusta, relacionamos con Lovecraft. Digo de manera injusta porque no me gusta este tipo de comparaciones, y creo que un libro como La lengua de los geckos no lo necesita. Este libro de Fabián García es un universo en sí mismo, que va más allá de toda clasificación y, por eso mismo, de todo paralelismo.

A ese fantástico biológico que antes mencionaba y que nos pone cara a cara con animales en apariencia inofensivos (pero que esconden una realidad peligrosa), con plantas llegadas del espacio exterior que amenazan con transformar a la humanidad; a ese horror cósmico lleno de dioses marinos que esperan en las profundidades del mar, de seres herederos de quién sabe qué razas antiguas y qué religiones olvidadas se suman personajes humanos (dolorosamente humanos) que arrastran su soledad, su desubicación y su exclusión social hasta el punto de hacernos dudar de quiénes son los verdaderos monstruos: si aquellos que provienen de realidades ajenas al mundo que conocemos o éstos que muestran cómo la realidad de nuestro mundo es, por indiferente, monstruosa.

Pero no sólo quiero hablarles del mundo (o de los mundos) dentro de La lengua de los geckos. También quiero hablarles del mundo que está afuera del libro, éste que tenemos al alcance de nuestras manos, lleno de distracciones y de vértigo, con personas que quieren ahora mismo lo que en realidad no desean y siempre se esfuerzan por llegar lo antes posible a donde no quieren ir. Quiero hablar de lo que La lengua de los geckos hace con este mundo. Y lo que hace es ponerlo en pausa. No es casual que la presentación se haga, justamente, un día de paro nacional[1]. Mientras La lengua de los geckos está presente, el mundo desaparece. Y esto, muchos de ustedes estarán de acuerdo conmigo, es algo verdaderamente inusual.

En relación con esto, tengo que admitir que cada vez me cuesta más mantener una lectura continua y sostenida sin tomarme pequeñas pausas para revisar el celular, hacerme un café o ir al baño. Cuando me impongo leer durante más de media hora seguida, no es más que eso, una imposición que tengo que mantener a fuerza de esfuerzo y autocontrol. Mi atención, antaño férrea, ahora necesita de esos lapsus recreativos. Y esto no solo con la literatura. Antes, me acuerdo de que las publicidades en medio de una película eran tomadas como una ofensa propia de un sistema capitalista decadente; ahora, por el contrario, las pausas son esperadas con ansiedad y, cuando no llegan, las inventamos nosotros con el control remoto. Ahora bien, nada de esto tiene sentido cuando hablamos de La lengua de los geckos. Lo que me pasó con este conjunto de cuentos es que, cuando empezaba a leer, todo el resto desaparecía. Las páginas pasaban una detrás de otra sin que me diera cuenta y, cuando un relato terminaba, me sorprendía no sólo la cantidad de hojas que no había advertido, sino los minutos (que se contaban por decenas) que se habían deslizado por una fractura digna de una de las historias de este libro. Esto es, sin lugar a dudas, algo para destacar. Son pocas las historias que detienen al mundo. La lengua de los geckos está lleno de ellas.

Bueno, cierro con unas simples palabras de recomendación: lean La lengua de los geckos de Fabián García. Como ocurre siempre con los libros de Muerde Muertos, se embarcarán en un viaje con pesadillas aseguradas.

Gracias.



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Sobre el autor: Fabián García nació en 1973, en la ciudad de Buenos Aires, y vive en Ramos Mejía. Asistió a los talleres de poesía de Osvaldo Bossi y Walter Cassara, y actualmente trabaja su narrativa con Guillermo Martínez. Publicó sus poemas en fanzines y revistas, y colabora con artículos en diversos medios digitales. Devoto del relato de horror (en especial el del siglo XIX) y la ficción distópica, admira a Borges, a Kafka y a Poe. El sello Muerde Muertos publicó en abril de 2019 La lengua de los geckos, su primer libro de cuentos en la Colección Muertos dedicada al terror.


- García, Fabián. La lengua de los geckos. Buenos Aires, Muerde Muertos, 2019.




[1] En efecto, la presentación se realizó el 30 de abril de 2019, día de paro nacional.