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2 de diciembre de 2019

JOKER, ESE POBRE TIPO







«¿Qué obtienes cuando cruzas a un solitario mentalmente
enfermo con una sociedad que lo abandona y lo trata como
a una basura?»
Joker


            Vivimos tiempos particulares. Somos testigos de una revalorización de la categoría de «víctima» como nunca antes se vio en la historia moderna. No mucho tiempo atrás (pienso en la generación de mis abuelos o, incluso, en la de mis padres), la idea de ser una víctima era un trago amargo difícil de sobrellevar. «Victimizarse» era sinónimo de envilecerse. Me imagino a mi abuela gritando «¡Más víctima serás vos!» y a mi abuelo pegándole un sopapo al que osare llamarlo de esa forma. Sin embargo, hoy pasa todo lo contrario. Basta con decir que somos víctimas para que nuestro discurso adquiera un matiz más respetable, más digno de ser oído. Ser víctima hoy dignifica, enaltece y da valor. Tal vez por eso vemos a tanta gente buscando ser reconocida como víctima y no tratando de dejar de serlo. Así, vamos culpando de nuestra situación a condiciones injustas, padres mediocres, gobiernos inútiles, economías despiadadas y a un mundo próximo a extinguirse.

            La concepción a la que me acabo de referir llegó, finalmente, al cine. El Guasón, tal y como aparece en la aclamada película Joker, dirigida por Todd Phillips y formidablemente interpretada por Joaquin Phoenix, es una muestra de esto. Sin subestimar los méritos de la película, el éxito que tuvo y los comentarios apasionados que recibió me parecen el resultado de esta nueva forma de percibir el mundo. Seamos honestos, la película está buena y la actuación de Phoenix es loable, ¿pero tanto frenesí por una reversión que, en otro momento, hubiese generado rechazo o incluso indignación por parte de los fanáticos?

            Este nuevo Guasón dejó de ser el más malo de todos los malos de Ciudad Gótica (como vimos hasta ahora) para convertirse en un pobre tipo enfermo y con buenas intenciones, rechazado por una sociedad que sólo valora lo material. En consecuencia, el Guasón es el producto de un mundo cruel e incomprensivo, mientras que sus homicidios son actos de justicia que equilibran, al menos un poco, la balanza de las desigualdades sociales. Engañado por su madre, abandonado por su padre, abusado, burlado y denigrado por los que lo rodean, el Guasón enloquece con una locura justa, reivindicativa. Él ya no es el malo de la película. Ahora es la víctima. Después de todo, él sólo quería «traer risa y alegría a este mundo frío y oscuro».

            No me extraña el entusiasmo que generó. La película expresa, de alguna manera, lo que muchos hoy quieren escuchar. Por mi parte, no puedo evitar preguntarme qué pasará después. ¿Se viene el Pingüino como el pobre hombre que sufrió bullying por su aspecto cuando era chico? ¿Gatúbela será la empoderada que se impondrá, por medio de su imagen felina, a un patriarcado opresor de carácter lobuno? Todo es posible cuando Hollywood decide conformar al gran público.

            Por lo demás, la película está buena.


***
Título original: Joker
Año: 2019
Duración: 121 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Todd Phillips
Guion: Todd Phillips, Scott Silver
Música: Hildur Guðnadóttir
Fotografía: Lawrence Sher
Reparto: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz, Frances Conroy, Brett Cullen, Bill Camp, Shea Whigham
Productora: DC Comics / DC Entertainment / Warner Bros. / Village Roadshow / Bron Studios / Creative Wealth Media Finance / 22 & Indiana Pictures. Distribuida por Warner Bros.




CUANDO LA MUERTE LE GRITÓ A LA VIDA







La Muerte se cruzó con la Vida. No eran habituales los encuentros como ese, pero tampoco imposibles. De vez en cuando ocurrían. Las esferas superiores no estaban exentas de errores ni de contratiempos.

La Muerte, humilde, saludó a la Vida, quien le respondió con apenas un gesto. No era la primera vez, tampoco. A la Vida no le gustaba que la vieran con su contraparte. Decía que le restaba protagonismo.

Pero la Muerte no estaba de humor ese día, y le molestó la altivez de su compañera. Entonces, se le acercó, se le puso adelante y le gritó en plena cara:

-Cansada me tenés, oh Vida, con tus aires de superada. Sabés muy bien que mi mala fama sólo se compara con tu buena reputación, aunque ambas son injustas e infundadas. Sin mí, vos serías insoportable, más odiada de lo que yo lo soy entre los mortales. Donde vos traés dolor, yo traigo alivio; donde vos traés miedo, yo traigo calma; donde vos angustia, yo bienestar; donde vos ira e injusticia, yo paz e igualdad. Todos los problemas que vos ponés en el camino de los hombres, yo los hago desaparecer en un segundo. Donde yo reino, nadie sufre ni nadie se queja.

La Vida, enojada por el planteo de la Muerte, replicó:

-Nadie tiene una fama que, en algún punto, no merezca. ¿No sos vos la que, con tu sola mención, llena de horror y de angustia a todos los hombres, desde el más rico hasta el más pobre?

La Muerte sonrió ante tan absurdo argumento. La Vida siempre resultaba infantil en sus reflexiones. Finalmente, y todavía con la sonrisa en sus labios, la Muerte respondió:

-Sólo a los vivos, y ellos son responsabilidad tuya, tramposa. Sólo los vivos sufren imaginándome, y eso porque no me conocen. Si me conocieran a mí la mitad de lo que te conocen a vos, llorarían con cada nacimiento y festejarían con cada defunción. Vete -concluyó la Muerte, al tiempo que se daba vuelta-, vete a reinar, que tu reino es de muertos que se creen vivos, mientras que el mío es de vivos que se saben muertos.

Dicho esto, la Muerte se alejó de la Vida, sabiendo que, cuando los caminos las volvieran a juntar, el encuentro sería muy distinto.




"LOCO" en miNatura 169







Amigos, la revista miNatura acaba de publicar su número 169 (bajo el tema "La locura"). Entre relatos de escritores que admiro, pueden leer mi cuento "Loco", inspirado en mis últimas vacaciones familiares en Tandil. Lo comparto con ustedes y les paso el link para que descarguen la revista. ¡Saludos!





LOCO

Por Lucas Berruezo


            –¡Me vas a volver loco! –le gritó Gustavo a Marco, su hijo de cinco años.
            No era para menos. Desde que habían subido a la cima del cerro Centinela, en Tandil, el chico no paraba de escaparse y de acercarse al precipicio.
            –Tranquilo, Gus –dijo Carlos, su hermano, con una media sonrisa que a Gustavo le endureció el sistema nervioso. Claro, para él era fácil hablar, no tenía hijos y, si a Marco le pasaba algo, no tendría que soportar a Soledad, su ex mujer.
            Gustavo ignoró a Carlos y salió corriendo tras Marco. Lo agarró del brazo y lo zarandeó con fuerza. Por todas partes se escucharon murmullos de desaprobación.
            Marco se puso a llorar, lo que intensificó los murmullos.
            –Dejá, Gus, andate un rato –dijo Carlos al tiempo que se acercaba y le apoyaba una mano en el hombro–. Marco y yo vamos a pasar un tiempo de tío sobrino. ¿No?
            Marco dejó de llorar al instante y, asintiendo, sonrió.
            –Bueno –aceptó Gustavo, no sin dudar–. Pero cualquier cosa escribime.
            –Dale. No te hagás problema –sonrió Carlos–. Vos relajate un rato.
            Gustavo, entonces, bajó del cerro y recorrió el resto del complejo solo. La pasó bien, muy bien, mil veces mejor de lo que la habría pasado con su hijo y su hermano, aunque su paseo duró poco. Su celular sonó a la media hora. Era Carlos.
            «Tenías razón. Te vuelve loco.»
            Gustavo sonrió al leer el mensaje. Al menos, Carlos ya no subestimaría su enojo.
            Empezó a volver. Dos personas de seguridad pasaron a su lado, corriendo. Detrás de ellos, algunos turistas también corrieron.
            –Accidente –escuchó que alguien decía a su lado.
            –¡Qué accidente ni ocho cuartos! –dijo otro– ¡Lo tiró!
            Gustavo se apuró. No tuvo más que acercarse al pie del cerro para ver, entre el gentío, una de las piernitas del accidentado. Reconoció, en seguida, el pantalón de su hijo.




"LA MUERTE DE MI ABUELO" en Periódico Irreverentes







Amigos, Periódico Irreverentes acaba de publicar "La muerte de mi abuelo". ¿Qué puedo decir de esta historia? No más de lo que cuento en ella. Simplemente me gustaría agregar una dedicatoria: "Va para vos, abuelo. Ojalá estés bien". Y gracias a todos ustedes por seguir leyendo.





20 de noviembre de 2019

EL INSTITUTO, de Stephen King






Luke Ellis es lo que podríamos llamar un chico superdotado. Tiene un coeficiente intelectual que supera, por mucho, al promedio, hasta el punto de ser, con doce años, admitido en dos universidades importantes para cursar dos carreras distintas… al mismo tiempo. Pero acá no terminan las facultades de Luke. A veces, y sin que él pueda controlarlo mucho, hace que las hojas de un libro se muevan con sólo mirarlas o que las puertas se cierren a sus espaldas sin que él use las manos. Al lado de su inteligencia, la telequinesia es sólo una particularidad insignificante, pero lo que Luke no sabe es que un grupo compuesto por un hombre y dos mujeres irrumpirán en su casa por la noche y se lo llevarán secuestrado justamente por esa habilidad a la que él y sus padres apenas le dan importancia.

De esta manera, Luke despertará en una habitación que es como su habitación, pero que no es su habitación. Se encontrará con otros chicos de más o menos su edad, algunos con capacidades telequinéticas, como él, y otros con habilidades telepáticas, retenidos a la fuerza en un lugar al que todos llaman el Instituto, que lo que busca es usar esas pequeñas destrezas para convertirlas en armas efectivas al servicio de un mundo que, al menos de manera directa, nunca se muestra tal cual es.

BUENÍSIMA: es lo que puedo decir de esta última novela de Stephen King publicada en Argentina. En El Instituto podemos ver lo mejor del maestro de Maine: personajes entrañables (con chicos al mejor estilo It, El cuerpo o Corazones en la Atlántida), un suspenso que se sostiene hasta las últimas páginas, poderes extrasensoriales (afín, obviamente, a Carrie y a Ojos de fuego) y una certera puntería para, por medio de una narración escalofriante, alcanzar el corazón del lector.

Por otra parte, El Instituto no es sólo una historia para pasar el rato (¿alguna buena historia lo es?). En esta novela, King nos permite poner en crisis tanto la idea del bien como la idea del mal. Lejos de quedarse en el postulado de que «el fin justifica los medios», nos revela que los malos pueden estar del lado del bien, del mismo modo que los buenos pueden arrastrarnos al mal. El fin, entonces, no sólo justifica los medios, sino que los construye, impone y alimenta. Además, ese mismo fin puede no ser otra cosa que una superstición. Así, a partir de la lectura de esta novela nos damos cuenta de que la superstición, en pleno siglo XXI, no murió ni está cerca de morir, simplemente cambió de vestimenta: mientras que antes usaba túnicas y blandía cruces, ahora se viste con delantales blancos y esgrime jeringas hipodérmicas.

No dejen pasar El Instituto. Mejor que El visitante, muy superior a La caja de botones de Gwendy, esta novela de Stephen King es su mejor entrega de, por lo menos, los últimos cinco años.


–King, Stephen. El Instituto. Buenos Aires, Plaza & Janés, 2019.


13 de octubre de 2019

MUJER DESHABITADA, de María Sola




Publicado originalmente en la cuenta de Instagram de @entrevidastv




          Hay libros que no son sólo libros. Hay libros que, también, son universos narrativos, constelaciones ficcionales. Así podríamos caracterizar a Mujer deshabitada de María Sola, una de las nuevas apuestas de la editorial Muerde Muertos.

          Mujer deshabitada cuenta con 52 relatos y 8 ilustraciones (9 si incluimos la portada), por lo que puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que no habrá lector que permanezca indiferente a la multiplicidad de historias que se despliegan en sus páginas. Entre los cuentos que más me impactaron se destacan “Los ningunos” (una utopía comunista convertida en un infierno personal por culpa del amor, que es siempre una forma de apego), “El espejo” (donde la fragmentación del yo implica belleza y su reconstrucción, una monstruosidad) y “Azul” (en el que la perversión permanece a flor de piel). Apenas tres relatos de tantos que podría mencionar y que, por las extensiones con las que cuento en esta reseña, me veo en la obligación de obviar no sin antes recomendarlos.

          Leer Mujer deshabitada es meterse en una trama onírica donde las características surrealistas de los sueños, al igual que los demonios que pueblan las pesadillas, arrastran al lector, lo acunan e, inevitablemente, le impiden despertar.

          Un nuevo acierto de la editorial Muerde Muertos.


-Sola, María. Mujer deshabitada. Buenos Aires, Muerde Muertos, 2019.




7 de octubre de 2019

IN THE TALL GRASS: Un laberinto hecho de pasto






Becky y su hermano Cal paran con su auto a un costado de la ruta. Becky, embarazada de seis meses, se siente mal y quiere vomitar. Ese es su primer gran error.

            Una vez ahí, junto a unos altos pastizales, escuchan la voz de Tobin, un chico que, aparentemente, se metió entre la maleza y ahora no puede salir. Pide ayuda desesperado, y tanto Becky como Cal apenas dudan en meterse en ese lugar para sacarlo. Ese es su segundo gran error. O, mejor dicho, ese es su más grande y definitivo error.

            Entre la hierba alta, todo parece volverse extraño. De inspiración borgeana (alusión incluida), el campo se vuelve un laberinto hecho de pasto, sin paredes, donde cualquier camino es posible, aunque no conduzca a ninguna parte. Una vez franqueado el límite de la ruta, las cosas se mueven de lugar, caminar es siempre caminar sin saber hacia dónde se camina, el tiempo ya no es lineal y en el centro de todo (como ocurre con cualquier laberinto digno de ser tal) espera un misterio más grande que cualquier variación espacio temporal. Un misterio que, a su vez, resuelve todo misterio y, cual caja de pandora, desnuda la oscuridad que se esconde más allá de la misma existencia.

            En la hierba alta (In the Tall Grass) es la última producción de Netflix basada en una novela de Stephen King. En rigor, la historia fue escrita a cuatro manos entre Stephen King y su hijo, Joe Hill, y fue publicada en 2012. Ahora, la historia pasó a la pantalla dirigida por Vincenzo Natali, con una duración de una hora y cuarenta minutos, un dato para nada menor para aquellos que, cansados de tanta serie, quieren ver una historia que empiece y termine en una sola sesión.

            La película me gustó. Con pocos personajes y un escenario prácticamente único, logra mantener al espectador atrapado. Los giros temporales antes mencionados son, tal vez, su mayor atractivo, aunque es justo decir que se abren más incógnitas de las que se cierran (algo que, para muchos, puede ser un defecto). De cualquier manera, la película permite sentir al maestro de Maine, que forma con su hijo Joe una dupla más que atractiva.

            En Netflix. Vale la pena.


***
Título original: In the Tall Grass
Año: 2019
Duración: 102 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Vincenzo Natali
Guion: Vincenzo Natali (Novela: Stephen King, Joe Hill)
Música: Mark Korven
Fotografía: Craig Wrobleski
Reparto: Laysla De Oliveira, Avery Whitted, Patrick Wilson, Harrison Gilbertson, Will Buie Jr., Rachel Wilson
Productora: Copperheart Entertainment / Netflix. Distribuida por Netflix



24 de septiembre de 2019

UNA SOMBRA ENTRE NOSOTROS, de Francisca Mauas







Pará. Hacé una pausa. Mirá a tu alrededor. ¿Qué ves? ¿Estás bien? ¿Te relacionás bien con los demás? ¿O hay una sombra entre vos y ellos? ¿O hay una sombra en vos? ¿No sos vos, acaso, una sombra que, al proyectarse en su afán de comunicación, en su afán de compañía, no hace más que oscurecerlo todo? Pensalo…


            Estas reflexiones (entre otras) se me presentaron mientras leía Una sombra entre nosotros de Francisca Mauas, libro que incluye tres relatos escritos en verso y que fue publicado en 2018 por Halley Ediciones (del 2019 es la segunda edición, que tengo ahora entre mis manos). En estos tres cuentos-poemas, Francisca trabaja sobre algunos de los estigmas propios de las relaciones interpersonales de los individuos de hoy en día: la incapacidad de comunicarse en un mundo hipercomunicado, la soledad que esta imposibilidad genera y que a su vez es causa de ella, y la tristeza que, cual veneno que corroe por dentro, nos infecta hasta el punto de volvernos sombras de nosotros mismos.

            En la primera historia, “Camino de tierra”, esta cuestión de “la sombra” se plantea de manera explícita. El narrador va al campo con sus dos amigos, María y Alex, para descubrir, en una extraña ceremonia precedida por una mujer japonesa, que hay una sombra entre ellos tres, una sombra que deben desterrar. La incapacidad del protagonista de comunicarse con los demás lo lleva a preguntarse si esa sombra no sería él mismo, que se interpone entre los otros dos. Y esto es lo que más me gustó (e impactó) del libro. En todos los relatos nos encontramos con un trinomio de relaciones, en los que el protagonista siempre es el tercero, la molestia, la sombra.

            En “La caja secreta de Virgina” el trinomio se da entre el narrador, su hija de siete años y su esposa víctima de una enfermedad neurodegenerativa. En este caso, la imposibilidad de comunicarse se da entre un hombre adulto con una esposa incapaz de anclarse en la realidad y una nena que, todavía, no logra entender mucho de lo que pasa a su alrededor. Aunque sin que se mencione de manera directa, la sombra está presente, lo mismo que el aislamiento y la tristeza de un personaje que lleva un mundo (su mundo) a cuestas.
           
            Por último, en “Medianoche”, última historia del libro, un actor debe enfrentar el hecho de que la mujer de la que está enamorado, y que comparte con él el protagónico de la obra de teatro que están por estrenar, no lo mira con los mismos ojos, sino que, según sus cálculos, tiene un amorío con el director de la obra. Una vez más, un tercero entre tres, una sombra que no hace más que vagar entre dos individuos que, de alguna forma u otra, la excluyen.

            Así, en Una sombra entre nosotros podemos contemplar cara a cara nuestros más terribles padecimientos: la soledad, el aislamiento, la tristeza. En estas páginas, la sombra que son los protagonistas se extiende a los lectores. Después de todo, no es casual que ahora estés solo o sola, leyendo esta reseña, o que hayas estado (o vayas a estar) solo o sola al momento de leer el libro de Francisca, buscando en la literatura esa posibilidad de comunicación que una realidad superficial nos niega. En definitiva, todos somos un poco los protagonistas de estos relatos, esas sombras para los demás que son, también, sombras para nosotros.




***
Sobre la autora: Francisca Mauas nació en Buenos Aires en 1980. Experimentó la actuación, la dirección y la escritura de teatro, de guiones, de novela y de poesía. Una sombra entre nosotros es su primera investigación sobre el relato escrito en verso.











8 de septiembre de 2019

IT. CAPÍTULO DOS: Una victoria por KO







Salí del cine de ver It. Capítulo dos con una emoción imposible de traducir en palabras. Después de la desilusión que me pegué con Cementerio de animales [1], lo que me generó esta película tuvo sabor a justicia.

            No hay mucho que pueda decir acá que no haya dicho ya cuando reseñé el capítulo uno, por lo que los remito a aquella reseña del 2017[2], en la que profundizo más en la comparación de esta nueva versión de Andy Muschietti con la versión de 1990 y, también, con el libro de Stephen King. De cualquier manera, sí me gustaría agregar algunas cosas.

            Por un lado, ya en la reseña anterior había afirmado que los actores de la nueva versión (en aquel caso, los chicos) les ganaban a los de la versión anterior. Bueno, lo mismo ocurre con este segundo capítulo, donde los protagonistas ya adultos vuelven a Derry para enfrentarse, una vez más, al payaso Pennywise. En la miniserie de 1990, los personajes, respondiendo por supuesto a parámetros sociales y estéticos de la época, son presentados con un nivel de claridad que no permite ver más allá de las ropas pulcras y los peinados prolijos. Todos encierran un nivel de oscuridad más deseado que percibido o, a lo sumo, intuido. Ojo, no estoy hablando mal de la miniserie dirigida por Tommy Lee Wallace y protagonizada por el magnífico Tim Curry. No, para nada. De hecho, y esto también lo dije en la reseña mencionada, la miniserie de It (que en Argentina salió como película dividida en dos cassettes) marcó profundamente a toda una generación, y es el día de hoy que yo no puedo sentarme a verla sin sentir un poco de ese escalofrío que sentí a los diez u once años cuando, en un cumpleaños de una de mis compañeras del colegio, nos pusieron esa película. La versión de los ’90 es digna de elogio, pero la de ahora…

            Al ver el capítulo uno, no me permití hablar de una victoria contundente. Un tanto por nostalgia y otro tanto por respeto a una producción que hizo lo que pudo con los recursos que tenía, decidí proclamar un empate preliminar y una subsecuente victoria por puntos. Sin embargo, después de ver el capítulo dos, no puedo más que dar un veredicto diferente, más decidido.

            Como dije, los personajes de esta última versión son encarnados magistralmente por los actuales actores, permitiendo percibir esa oscuridad que no sólo es una característica propia de todo ser humano, sino que en ellos es, también, una herencia de Pennywise y una consecuencia de haber crecido en Derry. Por esto mismo, no es casual que una gran parte de esta entrega muestre el autodescubrimiento que cada uno de los protagonistas tiene que llevar a cabo para poder enfrentar nuevamente al monstruo. Antes de vencer a la encarnación del miedo, todos deben primero conocerse a sí mismos y desenterrar la fuente de sus terrores. En ese buscar, el espectador también busca; y en ese descubrir, el espectador descubre. Desde la culpa jamás superada de Bill hasta el secreto inconfesado de Richie, pasando por la ira mal contenida de Eddie, la necesidad de redención de Beverly y la obsesión no del todo ética de Mike, todo en los personajes es luz y sombra, develamiento y escamoteo, orden y caos.

            Ni hablar además de los recursos tecnológicos que permiten, hoy por hoy, llevar a la pantalla con lujo de detalles todo aquello que, antes, pasó por la imaginación del director. Ni hablar tampoco del talento admirable de Andy Muschietti, que hace de cada toma una obra de arte. Tampoco me voy extender en la historia misma de Pennywise, prácticamente ausente en la versión anterior y que en ésta (si bien no alcanza el nivel de claridad que se puede leer en el libro) aparece más detallada. Por último, mucho menos voy a mencionar esas joyitas destinadas a conformar al fanático de Stephen King. Hablar más sería correr el riesgo de spoilear, y la verdad es que no quiero eso.

            En fin, lo que puedo decir es que sigo disfrutando de la adaptación de los años ’90, sigo amando al Pennywise encarnado por Tim Curry (incluso, me resisto a considerarlo superado por Bill Skarsgård), pero tengo que decir que, una vez más, el triunfo se lo lleva esta nueva adaptación de Andy Muschietti. Y ya no hablo de una victoria por puntos. Ahora hablo (perdón Tommy Lee Wallace, perdón Tim Curry, perdón pequeño Lucas de los ’90) de un verdadero KO.

            Saludos.



***
Título original: It. Chapter Two
Año: 2019
Duración: 169 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Andy Muschietti
Guion: Gary Dauberman, Jeffrey Jurgensen (Novela: Stephen King)
Música: Benjamin Wallfisch
Fotografía: Checco Varese
Reparto: Jessica Chastain, James McAvoy, Isaiah Mustafa, Jay Ryan, James Ransone, Bill Hader, Andy Bean, Bill Skarsgård, Xavier Dolan, Will Beinbrink, Teach Grant, Taylor Frey, Sophia Lillis, Jack Dylan Grazer, Finn Wolfhard, Jaeden Martell, Jake Weary, Jess Weixler, Peter Bogdanovich,
Productora: New Line Cinema / KatzSmith Productions / Lin Pictures / Vertigo Entertainment

           

14 de agosto de 2019

USTED NO PUEDE RESPONDER, de Caro Soria








Pocas veces me pasó de concluir una novela y quedar absorto, desarmado, con deseos de releerla inmediatamente. Con Usted no puede responder de Caro Soria (Azul Francia, 2019) me pasó justamente eso. Ni bien llegué al final, reanudé (de atrás hacia adelante y de adelante hacia atrás) el recorrido por sus páginas. Todavía ahora, a más de un día de haberla terminado, sigo volviendo a confrontar mis propias interpretaciones con la contundencia de la palabra escrita. Y sigo haciéndome preguntas. Muchas preguntas.

Por lo que sabemos en un comienzo, Vero es una mujer separada, con un hijo al que hace rato no ve y que está obsesionada con Pablo, un hombre que trabaja en la radio y que mantiene un diálogo cercano con sus contactos de Facebook. Por su parte, Pablo también está, hasta donde podemos ver, obsesionado con una mujer de su pasado, Vane, que lo abandonó sin dar explicaciones. Ambos, Pablo y Vero, parecen deambular en diferentes direcciones, sin sospechar (al menos del todo) que lo que uno tiene para decir es lo que el otro busca escuchar. El verdadero problema, en todo caso, es que a veces, por más que uno tenga la palabra justa, simplemente no puede responder.

            Tal vez la descripción anterior parezca confusa, críptica, pero se trata de la forma más segura de hablar de Usted no puede responder sin cometer ningún tipo de traición. Cualquier mínimo spoiler sería imperdonable. Por lo demás, estamos hablando de una novela que se lee con esa misma obsesión que acompaña a los personajes. Hasta me animaría a decir (y a apostar, incluso) que es una historia que no se puede sino leer en un solo día.

            Y terminada la novela, uno se da cuenta de que no había entendido nada.

            Terminada la novela, uno empieza a entender.

            Terminada la novela, uno no sabe si empezar a leerla de nuevo o, simplemente, ponerse de pie y aplaudir.


- Soria, Caro. Usted no puede responder. Buenos Aires, Azul Francia, 2019.


***
Sobre la autora: Caro Soria nació en Buenos Aires en 1977. Es psicoanalista. Egresada en psicología de la Universidad de Buenos Aires. Además de clínica, trabajó realizando intervenciones comunitarias en contextos de vulnerabilidad social y actualmente se desempeña en un juzgado de familia. Hace unos años comenzó en los talleres de Vicente Batista en la Biblioteca Nacional y luego continuó en otros espacios con cuentos y poemas. Usted no puede responder es su primera novela, escrita bajo la mirada de Luis Mey. Coordina el espacio La letra colectiva. Literatura y Psicoanálisis junto al escritor Luis Alexis Leiva y tiene una participación en radio como columnista en un programa de literatura llamado El sonido y la furia, donde analiza fragmentos de distintos textos en relación con el psicoanálisis.


23 de junio de 2019

LA MALDICIÓN DE LA LLORONA: expectativas frustradas







Se podría decir que todo comienza en México, en 1673. Una mujer, felizmente casada y con dos hijos, descubre que su marido le fue infiel con alguien más joven. Entonces, decide vengarse de él golpeándolo donde más le duele: en sus hijos. Sus hijos… Que también son de ella, aunque por un momento parece olvidarlo y, cediendo momentáneamente a la locura que otorgan los celos (¿acaso hay locura más fría y calculadora que ésta?), ahoga a los niños en el río. La razón llega en forma de arrepentimiento y culpa. Estas emociones dan lugar a la leyenda. Desde ese momento, la mujer, con su llanto a cuestas, irá en busca de los hijos ajenos para que ocupen el lugar de los propios. La maldición de la Llorona ha nacido.

            Trescientos años más tarde, en 1973, en EE. UU., Anna, una asistente social viuda y con dos hijos, debe enfrentar un caso de maltrato infantil: Patricia Álvarez, una mujer de origen latino (mexicano, con toda seguridad), no está en su sano juicio y, al parecer, lastimó a sus dos hijos. Anna y su equipo hacen las cosas que corresponden: separan a la mujer de los chicos y llevan a éstos a un albergue para que pasen la noche. El problema, claro está, es que la Llorona seguirá a esos niños con toda la constancia con la que una madre seguiría a sus propios hijos, aunque por motivos distintos. Finalmente, una vez que lo inevitable irrumpe, la Llorona busca nuevas víctimas. Y es entonces cuando ve a los hijos de Anna…

La maldición de la Llorona (The Curse of La Llorona, 2019) es la nueva película del equipo que creó la saga de El conjuro, Annabelle y La monja. Es comprensible que haya generado expectativas. Su productor, James Wan (creador, además, de Saw) está relacionado con lo mejor del terror en Hollywood de, por lo menos, la última década. Sin embargo, la realidad no es tan satisfactoria. Podríamos decir que La Llorona es una película efectiva, nada más. Tiene un buen manejo de las cámaras, de los tiempos, de los sonidos, hace un buen uso (aunque excesivo) de la aparición abrupta, pero falla en lo que se refiere al argumento. Se trata de una historia que no se justifica a sí misma (¿por qué la Llorona, de nacionalidad mexicana y que no escatima las palabras en castellano, actúa en EE. UU.?, ¿por qué la década del ’70?, ¿por qué, si la Llorona quiso en su momento vengarse de su marido, ataca a la descendencia de dos mujeres solas, sin esposos?) y que, para colmo, ofrece un final que se esfuerza (mucho y mal) por quedar abierto.

Esperaba más de esta película y, como me pasa siempre que espero más de algo (o de alguien), quedé decepcionado.


***
Título original: The Curse of La Llorona
Año: 2019
Duración: 93 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Michael Chaves
Guion: Mikki Daughtry, Tobias Iaconis
Música: Joseph Bishara
Fotografía: Michael Burgess
Reparto: Linda Cardellini, Patricia Velasquez, Raymond Cruz, Sean Patrick Thomas, Tony Amendola, Marisol Ramirez
Productora: Atomic Monster / New Line Cinema. Distribuida por Warner Bros
Productor: James Wan



18 de junio de 2019

LA CAJA DE BOTONES DE GWENDY, de Stephen King




Gwendy Peterson, una chica de doce años con unos kilos de más, sube las Escaleras de los Suicidios que conducen a Castle View. Su intención, más que espacial, es física: quiere hacer el ejercicio suficiente como para bajar de peso y evitar así que la sigan llamando “Goodyear”. Una vez en la cima de la ladera rocosa, y todavía con la respiración acelerada, Gwendy ve a un hombre misterioso, que usa una chaqueta negra y un sombrero pequeño del mismo color, sentado en un banco. Este hombre, llamado Richard Farris, le pide que se acerque y, después de un breve diálogo, le entrega una caja de madera que tiene, a la vista, una particularidad: está cubierta por seis botones de distintos colores en la parte superior y uno en cada lateral, lo que suman ocho botones. Además, hay una palanca en cada extremo, junto a una rendija. La caja, que parece inofensiva, esconde, según el hombre del sombrero, un poder inimaginable, capaz de destruir el mundo. Todo dependerá del uso que el dueño le dé. Y, a partir de ese momento, la dueña será Gwendy…

            A lo largo de la historia, podemos seguir a Gwendy Peterson por el transcurso de varias etapas de su vida, desde los doce años hasta su graduación en la universidad. En todo ese tiempo, su vida experimentará una serie de cambios que la irán convirtiendo en una persona muy distinta de aquella nena que sólo quería bajar de peso. La caja de botones, con todo el poder que irradia, será el faro que iluminará su camino, para bien o para mal.

            La caja de botones de Gwendy es la última novela de Stephen King publicada en Argentina. Fue escrita en colaboración con Richard Chizmar y cuenta con ilustraciones de Keith Minnion. Se trata de una novela breve, que no llega a las doscientas páginas (con un interlineado generoso e ilustraciones que abarcan páginas enteras). En principio, parece una buena opción para aquellos que quieren leer algo de Stephen King y que no se animan a meterse en esas novelas que superan las seiscientas, ochocientas o mil páginas.

            Sin embargo…

           Aunque de lectura ágil y amena, La caja de botones de Gwendy no logra colmar las expectativas de un lector habituado a lo que King puede llegar a hacer. En mi opinión, queda a mitad de camino entre el cuento y la novela. Su historia, tal vez más propia de aquél, no da la talla para ésta. Al menos no teniendo en cuenta el trato que se le dio. Sin lugar a dudas, se podría haber complejizado más, en especial en lo que se refiere a las implicancias morales de quien tiene el poder y los medios para destruir a otros, pero el argumento no va más allá. Tampoco da muchas explicaciones sobre la naturaleza de los acontecimientos, por lo que los huecos son numerosos. En definitiva, se queda en un simple seguimiento (bastante inocente, además) de la vida de Gwendy.

          La verdad, sólo recomendaría La caja de botones de Gwendy a aquellos lectores constantes que ya no tienen otra cosa que leer del maestro. A los demás, les digo que busquen otro libro. Hay mucho para leer de King.


- King, Stephen. La caja de botones de Gwendy. Buenos Aires, Suma de Letras, 2019.



16 de junio de 2019

LO MÁS NATURAL DEL MUNDO, de Anahí Flores




Lo más natural del mundo es, hasta ahora, el último libro de Anahí Flores, editado este año por Desde la Gente. Con prólogo de Luis Mey y dividido en dos partes por un “Intervalo”, cuenta con dieciocho relatos que tienen un denominador común: el nombre de la protagonista, Roberta. Aunque no podemos estar seguros de que se trate siempre de la misma persona, Roberta es el único nombre (salvo por una única excepción, en realidad sin importancia) que se puede leer a lo largo de las páginas.

Como acabo de decir, el libro consta de dos partes. La segunda, “Todo lo que Roberta quiere” (anterior en el tiempo de escritura y ya publicada de manera individual por Textos intrusos en 2013), pone a Roberta en escenarios pocos convencionales: lagos, montañas, glaciares, refugios contra la nieve, etc. La primera, “Una distancia prudente”, se desarrolla en lugares más cercanos: una playa, una estación de tren, un colectivo, un parque, la puerta de un correo. En las dos, los relatos producen en el lector las mismas sensaciones: extrañeza, incomodidad, asombro ante la palabra escrita.

            Anahí Flores alcanza con sus relatos una atmósfera asfixiante, que logra develar una de las mayores tragedias de la humanidad del siglo XXI: la incomunicación. No importa que Roberta esté en medio de una montaña o sentada en un colectivo, ella no logra comunicarse con los demás, no logra establecer con nadie ningún vínculo que la saque de sí misma. Podrá toparse con personas de todo tipo, podrá hablar con ellas, pero con ninguna podrá relacionarse de verdad. Todos los personajes son sombras que se cruzan en su camino, molestan y se van. Ni siquiera la relación que mantiene con su novio la saca del aislamiento de su propio yo. No es casual que, como se dijo antes, Roberta sea el único nombre propio referido a un personaje.

            A la incomunicación, se suma la desubicación con respecto a un mundo que no es lo que esperamos. Todo el tiempo notamos cómo Roberta se esfuerza por naturalizar situaciones que no tienen nada de natural, como puede verse en el relato “Frente al glaciar”, donde la protagonista decide no indagar en la naturaleza de las mujeres con las que acaba de cruzarse y de entablar un breve diálogo. En esto, Anahí Flores es una gran cronista de nuestro tiempo, mostrando nuestro esfuerzo por asimilar como lo más natural del mundo todo aquello que nos resulta extraño, inverosímil, incluso perverso.

            En resumen, el libro me gustó. Incluso podría decir que me cautivó. Los cuentos, en su mayoría breves, se van sucediendo con fluidez, provocando una sensación de falsa comodidad que, constantemente, da paso a esa extrañeza que parece salir de las páginas para acompañarnos durante un buen rato en la otra realidad, ni más real ni más consistente, que identificamos como “el mundo fuera de los libros”.

            Les recomiendo Lo más natural del mundo de Anahí Flores, un libro que nos revela que no hay nada más natural que intentar asimilar lo extraño.



- Flores, Anahí. Lo más natural del mundo. Buenos Aires, Desde la Gente, 2019.



***

Sobre la autora: Anahí Flores nació en Buenos Aires en 1977. Se dedica a escribir y dar talleres de escritura creativa. No come animales desde 1987. Sus libros de cuentos son: Criaturas (Alto Pogo, 2018) y Todo lo que Roberta quiere (Textos Intrusos, 2013). Y de poesía: Quizá en otro momento (Halley Ediciones, 2019), Ciertas horas de la primavera (La carretilla roja, 2017), Se durmió y otros poemas (Bajo la Luna, 2015, gracias al tercer premio del Fondo Nacional de las Artes), Catalinas Sur (Eloísa Cartonera, 2012) y Limericks cariocas (Caki Books Editora, Río de Janeiro, 2011). Compiló Bailarinas (Desde la Gente, 2018), una antología de cuentos de autores contemporáneos ambientados en el mundo del ballet. Algunos de sus cuentos y poemas se encuentran en revistas como Próxima, La Balandra, el suplemento de cultura del Diario Perfil. También en libros como En frasco chico (Colihue, 2004), Bendito sea tu cuerpo (Ventana Andina, Perú, 2008), La mujer rota (Literalia Ediciones, México, 2008), Lecturas + prácticas del lenguaje (Mandioca, 2015), El cuento, una pasión argentina (Desde la Gente, 2016), entre otros. Para el 2019 prepara Sin embalar, que saldrá por Kintsugi Editora.




15 de junio de 2019

UNIVERSOS PARALELOS






"(In)decisión" en SOMOS BERLÍN







          CUENTO. Amigos, el pasado 13 de junio Somos Berlín publicó mi cuento "(IN)DECISIÓN", que forma parte de Frente al abismo. ¡Qué lindo festejar el día del escritor de esta manera! Los invito a leer. ¡Saludos!




"El cazador" en miNatura 167







          CUENTO NUEVO. Amigos, acaba de salir el número 167 de miNatura (tema "ficción climática"), con mi relato "El cazador". ¡Los invito a descargar la revista y a leerla, que no tiene desperdicio! ¡Gracias!











CONFESIÓN DE UN ENAMORADO






LA CAÍDA DE DIOS







          A lo mejor, Dios no es lo que pensamos. A lo mejor, Dios busca infligirse dolor, se complace en él. Si realmente ama a la criatura humana, entonces el sufrimiento que ella padece (y que Dios permite) no es más que el sufrimiento que Dios se impone a sí mismo, como expiación por alguna falta que todavía no se deja superar (¿qué mayor dolor, en efecto, que ver sufrir a quien se ama?). Si Dios es amor (1 Jn 4, 16), entonces tal vez su error sea, justamente, amar. Un Dios no debería permitirse algo así. Amar es negarse, rebajarse, humanizarse (por un otro). Para un Dios, eso es sin duda una falta, que viene a sumarse a la primera: la misma Creación. Así, un Ser perfecto (Dios) comete la falta de crear algo imperfecto (el ser humano) y, para colmo de males, lo ama, segunda falta imperdonable. La Caída no sería, así, la desobediencia de Eva y Adán, sería el autodescubrimiento de Dios como "Ser-que-ama", es decir, como "Ser-imperfecto", "Ser-caído" (de acá también la razón por la cuál, a lo mejor, Satanás, que no ama, abandona a su Creador). Por eso podemos pensar que Dios expulsó al ser humano del Paraíso: para tenerlo lejos, como el amante que echa a su amada no porque no la ama, sino porque la ama demasiado. Pero, como ese amante, Dios siempre vuelve a su humana creación, para ver su dolor, para lastimarlo, para lastimarse.


Lucas Berruezo



EL PUNTO DE UN ESCRITOR






NECIO






LITERATURA






MANDAMIENTO






OLVIDO