Hoy quiero
hablarles de El inquisidor, una coproducción
argentino-peruana que tuvo (y tiene) todo para ser una cinta de culto y que, sin
embargo, fue (y es) relegada al olvido más obstinado. Dejando de lado su
proyección en el IV festival Buenos
Aires Rojo Sangre en 2003 y el artículo “El Inquisidor, una película
maldita” de Pablo Sapere para QuintaDimension.com (también de 2003), no hay
mucho material al respecto.
La historia nos presenta una serie de asesinatos
rituales, que hacen pensar en un resurgimiento de la Inquisición en la ciudad
de Lima, en plena década del 70 del siglo XX. Varias mujeres mueren en
circunstancias similares: todas son encontradas quemadas vivas, con indicios de
haber sido torturadas previamente, como si se trataran de brujas en la Edad
Media. Si bien una de las muertes se da en Buenos Aires, no hay dudas de que los
responsables actúan en Lima. Por eso mismo, un inspector de esta ciudad intentará
dilucidar lo que está ocurriendo antes de que una nueva mujer sea asesinada. Lo
que no tiene en cuenta es que el verdadero problema con las brujas radica en que,
a veces, existen.
Filmada en 1975, no pudo ser estrenada en Argentina sino
hasta 1986, ya que no pasó la censura del Ente de Calificación Cinematográfica,
organismo fundado en 1969 y que extendió su sombra de prohibición hasta su
disolución en 1984. Este hecho, que bien podría haberle jugado a favor,
instalándola como una película “prohibida”, no hizo más que jugarle en contra
en forma de una extraña paradoja: fue de avanzada cuando se filmó y terminó
siendo anticuada al momento de su proyección. Además, tampoco se aprovechó el detalle
de ser una pionera en el cine de terror latinoamericano, sino que, por el
contrario, se hizo hincapié en su costado erótico, demasiado forzado,
llamándola El fuego del pecado y
acompañándola con la frase “Sus cuerpos ardían atraídos por insana pasión” y con
un afiche de la actriz Elena Sedova abrazándose a sí misma en una pose más que
sugerente. Quien haya ido a ver el film buscando mujeres apasionadas ardiendo en
un fuego insano, sin lugar a dudas se debió haber llevado una buena desilusión
ante semejante juego de palabras (las mujeres ardían, claro, pero no de pasión).
Hasta hubiese sido más coherente exhibirla como un policial, pero en fin...
Y lo peor de todo es que la película está buena. Su guion
es algo inconsistente, es verdad, pero así y todo entretiene, mientras que la
dirección no carece de momentos destacables, como cuando combina escenas de torturas
con otras, de por sí agradables, en un boliche o en la playa. Incluso, si se considera
el escaso presupuesto con que contaba el equipo, no se puede más que admirar el
trabajo realizado.
Sangre, tortura, mujeres desnudas, brujas, hechizos y la
etiqueta de “prohibido”: ¿qué estamos esperando para poner la vitrina y exhibir
nuestra película de culto?
***
Título original: El Inquisidor — El Inquisidor de Lima — El fuego del pecado
Año: 1975
(exhibida en Argentina en 1986)
Duración: 83
min.
País: Perú
/ Argentina
Dirección: Bernardo
Arias
Guion: Gustavo
Ghirardi
Música: Tito
Ribero
Fotografía: Pedro Marzialetti
Reparto: María
Aurelia Bisutti, Olga Zubarry, Duilio Marzio, Elena Sedova, Jorgelina Aranda,
Rosalinda Bocanegra, Guillermo Campos, Eduardo Cesti
Productora: Coproducción Perú-Argentina; Industria Andina del Cine S.A, Marlo
Cinematográfica