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30 de agosto de 2009

ARRÁSTRAME AL INFIERNO: impecable

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         Los seguidores del cine de terror de seguro recordarán (y valorarán) a Sam Raimi más por la trilogía The Evil Dead (Diabólico, Noche alucinante y El ejército de las tinieblas) que por películas como Spiderman (cualquiera de ellas). Es que, sin negar el talento de Raimi en todo lo que hace, hay que admitir que a él le va bien el género de terror. Y, en este momento, tenemos la posibilidad de disfrutar de la película Arrástrame al infierno (Drag me to Hell), en la que se desempeña como director y guionista (el guión es suyo y de Ivan Raimi). El film cuenta la historia de Christine Brown, una joven que desea progresar en su trabajo. Hija de una mujer alcohólica, Christine busca ganarse el respeto y la valoración que por muchos lados se le ve negada. Dado que trabaja en un banco, su posibilidad de ascenso está relacionada con su capacidad de tomar «decisiones difíciles», que no siempre van de la mano con la moral y las buenas costumbres. Christine, que no es una mala chica (eso queda claro), toma una decisión mala: le niega a la anciana Ganush una prórroga en el pago de su hipoteca, haciéndole perder la casa. El problema es que la anciana es una gitana que termina por enviarle una maldición: a los tres días un demonio vendrá por ella para arrastrarla al Infierno. Desde ese momento, Christine, con la ayuda de su novio (en un comienzo escéptico) y de un joven vidente, intentará revertir la maldición y salvarse de una eternidad rodeada de fuego.

         La película nos muestra cómo la vida puede descarrilarse en cualquier momento. Aunque tengamos un buen trabajo, una pareja comprensible y atenta, aunque estemos enamorados y seamos completamente sanos, todo puede, de un segundo para otro, irse al infierno. Pero no gratuitamente, por supuesto. El tinte moral viene dado por el hecho de que son nuestras propias decisiones y acciones las que determinan que todo se derrumbe. Así, Christine podrá admitir que se equivocó, pero no podrá decir que ella no es la responsable de lo que le está pasando.

         El talento de Raimi se ve confirmado. La película es divertida, repugnante y estremecedora, y posee además una gran calidad visual. En resumen, lo tiene todo y no le falta nada. Es una prueba contundente de que el cine bizarro es un género y no una condición forzada por las circunstancias, que puede existir aún allí donde hay dinero y recursos.


Ficha técnica:
Título original: Drag Me To Hell
Año: 2009
Duración: 96 min.
País: Estados Unidos
Director: Sam Raimi
Guión: Sam Raimi y Ivan Raimi
Reparto: Alison Lohman, Justin Long, Lorna Raver, David Paymer
Productora: Universal Pictures / Ghost House Pictures / Mandate Pictures


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23 de agosto de 2009

INVOCANDO ESPÍRITUS: terror basado en hechos reales

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         Sin ser genial (hay pocas genialidades hoy en día), Invocando espíritus (The Haunting in Connecticut) es una película que se puede recomendar. La historia es más o menos la siguiente: Matt Campbell es un adolescente que tiene cáncer. Debido a su enfermedad, su familia debe mudarse a una casa cercana al hospital en el que le están haciendo el tratamiento. La casa, digna de una historia de Lovecraft, está rodeada por amplios jardines, con recovecos y cuartos misteriosos y un sótano perverso. Y una historia propia, claro, también perversa. Una vez allí, toda la familia (con excepción del padre, que va y viene, urgido por el trabajo y las deudas) se va a ver envuelta en una intriga en que no faltarán apariciones, fantasmas, viajes al pasado y una interesante cuota de información sobre invocaciones y necromancia. Incluso la emotividad está presente, en la figura de la madre que tiene que enfrentarse con la enfermedad y la agonía de su hijo. El hecho de ser promocionada y encarada como una historia real (antes de los créditos aparecen los típicos cuadritos con los datos de la vida de los personajes después del momento en que el film concluye) le da una atmósfera de credibilidad que la vuelve más inquietante.

         La única objeción que yo le haría es el abuso de las «apariciones sorpresivas», que llevan, como todo con lo que se abusa, a no sorprender. Un vicio que comparte con el 99% de las películas de aparecidos de estos días (con la excepción, tal vez única, de Los otros). De todas maneras, creo que la película cumple con todo lo que se puede esperar de ella: hay una historia interesante, unas idas y venidas que atrapan y sorprenden, y un final que conforma y deja satisfecho al espectador.

        Sin más que agregar, la recomiendo.


Ficha técnica:
Título original: The Haunting in Connecticut
Año: 2009
Duración: 92 min.
País: Estados Unidos
Director: Peter Cornwell
Guión: Tim Metcalfe y Adam Simon
Reparto: Virginia Madsen, Martin Donovan, Elias Koteas, Kyle Gallner, Amanda Crew
Productora: Lionsgate Films / Gold Circle Films


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22 de agosto de 2009

LA SOCIEDAD DE LOS MIEDOS, de Pacho O’Donnell

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«… el miedo es el mecanismo de disciplinamiento que el sistema económico y político necesita para su conservación y expansión».
Pacho O’Donnell, La sociedad de los miedos.


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         A mí, particularmente, me interesa el tema del miedo. De hecho, ya en este blog he reflexionado al respecto («La esencia del miedo»). Supongo que es un interés que comparto con todos aquellos que trabajan o disfrutan con el género fantástico. Por esto mismo, me parece pertinente incluir La sociedad de los miedos de Pacho O’Donnell (que no se centra ni en la literatura ni en lo fantástico) en la lista de comentarios de libros de este espacio.

         Más que una disertación teórica sobre el concepto de «miedo», el libro es una reflexión práctica sobre la realidad concreta de los miedos (así, en plural). Es que si bien, como afirma O’Donnell, el miedo a la muerte es la base de todos los miedos, en la sociedad consumista en que vivimos este miedo puede (y de hecho lo hace) asumir diferentes caras, todas ellas fomentadas y sostenidas por la misma sociedad que, en apariencia, intenta combatirlas. Así, a lo largo del libro, se puede leer sobre el miedo a ser distinto (capítulo 1), el miedo a la muerte (capítulo 2), a perder lo que se tiene (capítulo 3), al futuro (capítulo 4), a no ser amado (capítulo 5), al fracaso (capítulo 6), al sufrimiento (capítulo 7), a la locura (capítulo 8), a la inseguridad urbana (capítulo 9), a la vejez (capítulo 10) y a la soledad (capítulo 11). Además, O’Donnell se vale de las reflexiones de grandes pensadores, artistas y filósofos (Foucault, Kant, Heidegger, Nietzsche, entre otros) para cimentar sus reflexiones, y concluye cada capítulo con la trascripción de un diálogo con alguna figura del mundo cultural contemporáneo, tanto nacional como internacional (Alejandro Dolina, Fernando Savater, Alfredo Bryce Echenique, Eduardo Galeano, entre otros).

         No hay que esperar encontrar en el libro grandes hipótesis ni elaboradas conclusiones, sino una mirada perspicaz de la realidad que nos rodea. Así, su lectura puede llegar a ser, por momentos, reveladora. ¿Hasta qué punto estamos enajenados en esta sociedad que utiliza el miedo como arma política y recurso comercial? ¿Hasta qué punto somos cómplices? ¿Nos convertimos en uno más, proclives a los gustos, los deseos y los anhelos impuestos? ¿O somos nosotros mismos, conscientes de nuestros propios y verdaderos deseos?

         El miedo es, entonces, una eficiente arma política y una rentable herramienta comercial. O’Donnell muestra cómo, detrás de todo miedo, hay un mercado que lo incentiva y se aprovecha de él. De esta manera, el miedo a la vejez despliega toda un gama de productos estéticos y cirugías rejuvenecedoras, el miedo a la inseguridad un mercado de alarmas, seguros y seguridad privada, el miedo al futuro una sarta de teorías adivinatorias (que van desde el horóscopo hasta el servicio metereológico), para nombrar sólo algunos ejemplos. Si bien por momentos la exposición puede llegar a ser discutible o confusa[*], el libro es interesante y de fácil lectura.

         Por último, en La sociedad de los miedos no vamos a encontrar grandes respuestas. No es un libro de autoayuda. O’Donnell nos da algunas pautas sobre lo que tendríamos que hacer, pero no profundiza mucho al respecto. Básicamente, para mitigar el miedo debemos aceptar el sufrimiento como parte esencial de la vida y volvernos auténticos, fieles a nuestros propios deseos y no a aquellos que nos quieren imponer desde el exterior (los medios de comunicación, la política, etc.). En sus propias palabras: «No se trata entonces de tomar un arma y rebelarse contra la sociedad (aunque muchos lo han hecho) sino de rescatar espacios de autoafirmación, de contacto con el propio deseo, de contradicción con lo que se supone que debemos pensar, hacer o decir» (p. 188), «Porque el éxito, el verdadero, pertenece al orden de lo espiritual, de la lealtad con los propios sonidos, sin dejarse ensordecer por el sutil pero imponente barullo de la alienación y el adoctrinamiento que nos propone la sociedad del miedo» (p. 144).
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[*] No queda claro, por ejemplo, si el miedo a la inseguridad es incentivado desde los medios de comunicación o, por el contrario, se trata de una cruel y peligrosa realidad. Se podría pensar que es un poco de cada cosa, pero si es una realidad, entonces los medios de comunicación no incentivan, informan. También se podría decir que hay una exageración o una saturación, pero en ese caso todo es cuestión del límite que uno le impondría a cada noticia. En fin, un tema que, por sí solo, daría para mucho.
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Sobre el autor: Mario Pacho O’Donnell nació en Buenos Aires en 1941. Médico, se especializó en psiquiatría y psicoanálisis, y escribió varios libros y numerosos artículos sobre el tema. Su producción historiográfica suele ser considerada neo-revisionista. Incursionó en el género histórico (El grito sagrado, El águila guerrera, Los héroes malditos, Caudillos federales, entre otros), en el biográfico (Juana Azurduy, la teniente coronela, Juan Manuel de Rosas, el maldito de la historia oficial, Che, la vida por un mundo mejor, etc.) y en el ficcional (El tigrecito de Mompracen, Las hormigas de Chaplin, Las patrias lejanas, etc.). En 2008 se editó Teatro, que reúne su producción como dramaturgo. Es director del Departamento de Historia Argentina de la UCES (Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales). Fue secretario de Cultura de Buenos Aires y de la Nación, y también senador Nacional y embajador de Panamá y en Bolivia.
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- O’Donnell, Pacho. La sociedad de los miedos. Buenos Aires, Sudamericana, 2009.
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