En
Los muertos del Riachuelo, Hernán
Domínguez Nimo nos cuenta una historia original que le da varias vueltas de
tuerca al tema zombi, tan gastado en la actualidad. Acostumbrados a ver
cómo los muertos vivos, cual animales rabiosos, deambulan por las calles en busca de personas a las que
comer, los
muertos vivos de Domínguez Nimo tienen una misión específica: vengarse de
aquellos que los mataron y tiraron al río. Así, estos seres están provistos de
una especie de inteligencia colectiva que los orienta y les da una razón de ser,
al menos por una noche. Ya no estamos, entonces, ante los malos de la historia,
sino que, en un mundo de injusticias, los zombis se levantan del Riachuelo para
equilibrar un poco la balanza. Sólo en un país como la Argentina, con su
habitual carencia de héroes, puede surgir semejante figura justiciera.
La
novela está escrita y organizada de manera tal que no se pueda abandonar hasta
terminarla. Con una maestría admirable, Domínguez Nimo se pone en la piel de un
cronista que no sólo cuenta la historia que ha investigado con seriedad y
compromiso, sino que también nos habla de su mismo oficio. Así, la historia va
avanzando en una alternancia de capítulos y «casos». En cada capítulo, el cronista
reflexiona sobre su trabajo, sobre la naturaleza de los zombis y sobre las
particularidades de este fenómeno, tan llamativo como silenciado; en cada «caso»,
a su vez, nos relata cómo uno de los muertos del Riachuelo vuelve a la vida
para cumplir con su tarea de venganza. Esta combinación, como dije antes, se
suma a la agilidad misma de la pluma del cronista para meternos de lleno en una
historia que el lector no podrá soltar hasta quedarse sin páginas que recorrer.
Por
último, es importante destacar que Los
muertos del Riachuelo es el quinto libro de la colección Pulp de la editorial interZona, colección que apuesta a
revivir, con novelas contemporáneas, una forma clásica de pensar la literatura:
aquella orientada al público masivo, con historias de calidad pero a precios
accesibles. De hecho, la estética misma de los libros muestra esta alusión a lo
barato y rudimentario: manchas de tinta y de café en las hojas, tachaduras y
agregados a mano, dibujos en los márgenes, además de ilustraciones a página
completa que, en este caso, le correspondieron a Grendel Bellarouse.
En
fin, Los muertos del Riachuelo es una
novela que da gusto leer y recomendar. A veces olvidamos que la literatura es
ese recurso con el que contamos los mortales para hacer de nuestro día algo
mucho más soportable y entretenido. No todos los libros cumplen con semejante
misión. Éste sí.
Y
recuerden que en el fondo de las aguas contaminadas del Riachuelo, los muertos
tienen memoria… Y esperan.
- Domínguez
Nimo, Hernán. Los muertos del Riachuelo. Bueno
Aires, interZona, 2018.
***
Sobre el autor: Hernán Domínguez Nimo nació en Buenos Aires, en
1969. Estudió Ciencias de la Comunicación (UBA) y Publicidad (AAAP). Integró la
Fundación Ciudad de Arena y forma parte del colectivo Heliconia. Publicó
cuentos en revistas y antologías impresas y virtuales, tanto nacionales como internacionales
(Axxón, La idea fija, Necronomicón,
Sinergia, etc.). Fue finalista en
concursos literarios de México, Perú y Argentina y en el Premio Internacional
de Ediciones Electrónicas 2008 (España). “Moneda común” ganó el Concurso Fobos
(Chile, 2003). Es autor de los libros de cuentos Si algo está muerto no puede morir (2015), Tiempos muertos (2016) y La
primera muerte es gratis (2017). Los
muertos del Riachuelo es su primera novela.