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29 de abril de 2009

VIVIR CON MIEDO

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         Sí, ya sé, me van a decir que siempre hubo enfermedades, que siempre hubo asesinatos, que siempre hubo terremotos y plagas. Sí, ya sé, me van a decir que desde que el ser humano puso su primer pie en la tierra, la muerte lo aguardó como una Penélope fiel. Sí, ya sé, me van a decir todo eso, pero aunque me lo digan (ya los estoy oyendo), no me parece que sea un consuelo. Al menos, no para mí.

          Estamos viviendo un momento especial. Y no me refiero a lo de la gripe porcina, sino en general. Días atrás se trataba del dengue, mientras que antes de eso era la inseguridad. Por supuesto, ni los casos de dengue ni los delitos fatales han desaparecido, ni siquiera han disminuido, pero ahora la gente parece que no tiene ojos más que para la gripe porcina, una enfermedad que todavía (al menos hasta el momento en que escribo esto) no tocó suelo argentino y que, sin embargo, ya estamos temiendo como si la padeciéramos en gran cantidad.

          Ya lo afirmé en el post en que intenté reflexionar sobre el miedo («La esencia del miedo»): soy un miedoso. A esto, tengo que sumarle una característica que, por lo general, siempre acompaña a los miedosos: soy paranoico. Y a esto, a su vez, tengo que agregarle algo que no es más que una consecuencia de todo lo anterior: soy hipocondríaco. En fin, no es nada fácil ser así en estos días. La cuestión es que me doy cuenta de que no soy el único y que, de hecho, ni siquiera soy el peor. Las personas están insoportables de paranoicas, hipocondríacas y miedosas. Hoy me encontraba viajando en colectivo cuando un hombre estornudó. Para ser honesto, yo me asusté; pero lo curioso fue que varios pasajeros parecieron enojarse. Algunos, incluso, manifestaron su ira con comentarios en voz baja que apenas llegué a escuchar, pero que dejaban ver a las claras lo que expresaban: odio a ese hombre que, tal vez, había estado en México y que ahora se había subido al colectivo para matarnos a todos...

         En fin, nos estamos volviendo locos. A veces pienso que la peor plaga que nos puede asolar es la del miedo. Vamos a morir de miedo. No, me corrijo, nos vamos a matar de miedo. No digo que no tengamos razones para temer. Las tenemos, y de sobra. Pero la cuestión es que la vida, al menos eso parece, se convirtió en una eterna espera de lo fatal. Todo el tiempo, en todas partes, a cualquier hora, siempre nos encontramos mirando por sobre nuestro hombro para ver si la parca se nos acerca y nos susurra nuestro nombre (o el de algún ser querido) al oído.

         Espero que los científicos del todo el mundo puedan contener esta epidemia. Si lo logran, entonces veremos en qué muta nuestro miedo, porque, aunque la gripe fatal desaparezca, el miedo no se irá. Nunca se irá.

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2 comentarios:

  1. Luke, no te preocupes. No hay nada nuevo bajo el sol. Mirá: http://www.cynega.com/2009/04/la-repetida-historia-de-la-inevitable-pandemia.html

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  2. Comparto con Lucas que hay cada vez mas casos de estos tipos de locuras. Tengo amistades y amigos de amigos que tienen los famosos ataques de panico y demas enfermedades del stress (no se como denominarlas!).
    Haciendo una relacion con un post anterior de Lucas, pareciera ser un "mal de ciudad".
    Vamonos al campo y ya...

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