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Se acaba de estrenar en la Argentina la remake homónima del clásico de 1974 ¡Está vivo! (It’s Alive!). Si se considera de forma independiente, el nuevo film es malo, y si se lo compara con la versión original, es pésimo. Sigo preguntándome con qué necesidad se hacen remakes de buenas películas si no se mejora nada de ellas, y, aún peor, se echa a perder lo bueno que tienen. Dudo que Hollywood carezca de buenos guionistas o personas capaces de escribir historias originales. Lo que creo es que se apuesta a lo que ya antes ha tenido éxito para ahorrar dinero e ir a lo seguro. Se busca la fórmula del éxito arriesgando poco y ganando mucho, sin que importe la calidad de lo que se presente. ¡Está vivo! no es más que una prueba rotunda de ello.
La historia nos muestra a una pareja de jóvenes que decide llevar a buen término un embarazo no esperado. Para ello, Lenore, la joven protagonista, deja sus estudios universitarios y se muda a la casa de Frank, su novio. Por un momento, todo parece marchar bien, pero al poco tiempo las cosas se complican: el bebé, con apenas seis meses de gestación, ha crecido mucho y demasiado rápido, y está listo para nacer. Una cesárea de urgencia permite que el niño y la madre salgan bien de la sala de parto, aunque son los únicos en hacerlo: alguien o algo ha asesinado de forma salvaje a todos los doctores y enfermeras que participaron de la intervención. Con el crimen irresuelto y sin tener a quien culpar, la policía deja que la madre y su pequeño vuelvan a su casa. Hasta aquí, del niño sólo se dice que es grande y fuerte para su edad, pero no se menciona nada que lleve a pensar en una anormalidad monstruosa. De hecho, Frank admite, frente a la cuna, que no entiende cómo algo tan bello pudo haber salido de ellos. Palabras que se ven contradichas más adelante, cuando se hace un primer plano del pequeño y se ve que es un verdadero monstruo. La causa de su mutación se remonta más allá del comienzo de la historia, cuando Lenore intentó interrumpir el embarazo incluso antes de informarle a Frank del mismo. En aquel entonces, Lenore compró por internet unas pastillas que, en teoría, deberían haberle producido un aborto, pero que no lo hacen y le dan una nueva oportunidad de tener a su hijo. Luego, por supuesto, la historia avanza, los asesinatos se multiplican y la sangre inunda la pantalla constantemente, ante la confusión de todos menos de Lenore, que desde el comienzo descubre la naturaleza de su hijo y hace todo lo posible para ocultarla.
La película es bastante aburrida, predecible y por momentos tan inverosímil que llega a lo ridículo. Que un niño sufra mutaciones que lo lleven a poseer una fuerza inusitada y un hambre voraz es, dentro del mundo de la ficción, verosímil. Lo que no es verosímil, bajo ningún punto de vista, es que un niño de dos semanas sepa cortar la electricidad de una casa y trabar una puerta. No hay ninguna mutación que pueda justificar eso. Además, la falta de suspenso se convierte en tedio y las muertes son, una tras otra, tan predecibles como intrascendentes.
La versión original de 1974 fue escrita, producida y dirigida por Larry Cohen, quien, incomprensiblemente, participó en la puesta en escena de esta lamentable versión dirigida por Josef Rusnak. Todo lo bueno que poseía (y aún posee, por fortuna) la primera ¡Está vivo!, la remake lo ha perdido. En primer lugar, en la versión de 1974 no hay contradicción entre lo que se dice en un momento y se muestra en otro: el niño, desde que nace, es un monstruo, y no hay secreto en eso. Asimismo, sólo la primera película tematiza la humanidad del pequeño, muy al estilo Frankenstein. Si bien es deforme y asesino, ¿es o no una persona? Este dilema se traslada al título, que utiliza el «It’s», con el que se designa a las cosas y a los animales, y no el «He’s», que denotaría a un ser humano. Como dije, estas cuestiones desaparecen en la remake, como también desaparece el trabajo con los sentimientos del padre (verdadero protagonista en la versión original y apenas un títere en la remake) y con la posición inescrupulosa de los laboratorios.
No tengo mucho más que agregar, salvo que ya estoy cansado de las remakes. Espero que en lo sucesivo empiecen a haber nuevas y originales películas. De lo contrario, dejaré de visitar los cines y me quedaré en casa viendo los clásicos de siempre, que en algún punto, y hoy más que nunca, son los únicos que vale la pena ver.
La historia nos muestra a una pareja de jóvenes que decide llevar a buen término un embarazo no esperado. Para ello, Lenore, la joven protagonista, deja sus estudios universitarios y se muda a la casa de Frank, su novio. Por un momento, todo parece marchar bien, pero al poco tiempo las cosas se complican: el bebé, con apenas seis meses de gestación, ha crecido mucho y demasiado rápido, y está listo para nacer. Una cesárea de urgencia permite que el niño y la madre salgan bien de la sala de parto, aunque son los únicos en hacerlo: alguien o algo ha asesinado de forma salvaje a todos los doctores y enfermeras que participaron de la intervención. Con el crimen irresuelto y sin tener a quien culpar, la policía deja que la madre y su pequeño vuelvan a su casa. Hasta aquí, del niño sólo se dice que es grande y fuerte para su edad, pero no se menciona nada que lleve a pensar en una anormalidad monstruosa. De hecho, Frank admite, frente a la cuna, que no entiende cómo algo tan bello pudo haber salido de ellos. Palabras que se ven contradichas más adelante, cuando se hace un primer plano del pequeño y se ve que es un verdadero monstruo. La causa de su mutación se remonta más allá del comienzo de la historia, cuando Lenore intentó interrumpir el embarazo incluso antes de informarle a Frank del mismo. En aquel entonces, Lenore compró por internet unas pastillas que, en teoría, deberían haberle producido un aborto, pero que no lo hacen y le dan una nueva oportunidad de tener a su hijo. Luego, por supuesto, la historia avanza, los asesinatos se multiplican y la sangre inunda la pantalla constantemente, ante la confusión de todos menos de Lenore, que desde el comienzo descubre la naturaleza de su hijo y hace todo lo posible para ocultarla.
La película es bastante aburrida, predecible y por momentos tan inverosímil que llega a lo ridículo. Que un niño sufra mutaciones que lo lleven a poseer una fuerza inusitada y un hambre voraz es, dentro del mundo de la ficción, verosímil. Lo que no es verosímil, bajo ningún punto de vista, es que un niño de dos semanas sepa cortar la electricidad de una casa y trabar una puerta. No hay ninguna mutación que pueda justificar eso. Además, la falta de suspenso se convierte en tedio y las muertes son, una tras otra, tan predecibles como intrascendentes.
La versión original de 1974 fue escrita, producida y dirigida por Larry Cohen, quien, incomprensiblemente, participó en la puesta en escena de esta lamentable versión dirigida por Josef Rusnak. Todo lo bueno que poseía (y aún posee, por fortuna) la primera ¡Está vivo!, la remake lo ha perdido. En primer lugar, en la versión de 1974 no hay contradicción entre lo que se dice en un momento y se muestra en otro: el niño, desde que nace, es un monstruo, y no hay secreto en eso. Asimismo, sólo la primera película tematiza la humanidad del pequeño, muy al estilo Frankenstein. Si bien es deforme y asesino, ¿es o no una persona? Este dilema se traslada al título, que utiliza el «It’s», con el que se designa a las cosas y a los animales, y no el «He’s», que denotaría a un ser humano. Como dije, estas cuestiones desaparecen en la remake, como también desaparece el trabajo con los sentimientos del padre (verdadero protagonista en la versión original y apenas un títere en la remake) y con la posición inescrupulosa de los laboratorios.
No tengo mucho más que agregar, salvo que ya estoy cansado de las remakes. Espero que en lo sucesivo empiecen a haber nuevas y originales películas. De lo contrario, dejaré de visitar los cines y me quedaré en casa viendo los clásicos de siempre, que en algún punto, y hoy más que nunca, son los únicos que vale la pena ver.
Ficha técnica
Título original: It's
Alive
Año: 2008
Duración: 80 min.
País: Estados Unidos
Director: Josef Rusnak
Guión: Larry
Cohen, Paul Sopocy y James Portolese (Remake: Larry Cohen)
Reparto: Bijou
Phillips, James Murray, Raphaël Coleman, Owen Teale, Ty Glaser
Productora: Alive
Productions / Amicus Entertainment / Foresight Unlimited / Millennium Films
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Esa tendencia a rehacer absolutamente todas las películas viejas es sumamente odiosa. Y no solo eso, sino que últimamente se están haciendo también muchísimas películas basadas en series de televisión exitosas en el pasado, como Alvin y las ardillas, G.I. Joe, Transformers, las de Marvel, etc, etc. En tu comentario señalás los dos problemas fundamentales: el gasto de recursos en recrear historias que ya tenían su versión cinematográfica y la comercialización extrema del cine que esta tendencia representa. Se apuesta por lo que ya tuvo éxito, a sabiendas de que el público en general es poco exigente y llenará las salas por un título conocido. No importa la enorme cantidad de veces que nos han decepcionado, ahí seguimos acudiendo a ver cuanto refrito nos ponen enfrente, tal vez con la esperanza de ver algo decente. Lo que deberíamos hacer es precisamente lo que proponés al final: dejar de hacerle caso a esa industria y disfrutar de los buenos clásicos. Voy a buscar la "It's alive" original para tener una buena referencia. Un saludo hermano. Chao.
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