En El heredero del diablo (Devil's Due, 2014), una parejita
perfecta se casa en una boda perfecta y tiene una luna de miel casi perfecta en
Santo Domingo. Ese “casi” viene dado por el hecho de que, antes de volver de
ese viaje idílico, los dos enamorados experimentan un pequeño contratiempo con
una secta que les cambiará la vida por completo. La consecuencia de eso va a
ser un embarazo inesperado y definitivamente fuera de lo común, plagado de
hechos misteriosos e inexplicables, de cambios de conducta y de una atmósfera
diabólica para nada saludable.
Filmada en
modo “cámaro en mano” con algunas variantes (se combina con varias cámaras de
seguridad fijas), la historia aburre en la primera mitad de la película, aunque
logra sobreponerse hacia el final. De cualquier manera, es hora de que los
directores comiencen a preguntarse sobre la pertinencia de este estilo de filmación,
claramente útil en películas como The Blair Witch Project (1999) o la española Rec (2007), pero demasiado artificioso en otros casos. En El heredero del diablo, la necesidad de
mantener informado al espectador hace que la cámara se encienda en momentos
poco creíbles, como en mitad de la noche o en plena consulta con el médico. Además,
el argumento nos recuerda a Rosemary's
Baby de Roman Polanski (1968), película con la que claramente sale
perdiendo. A veces, las alusiones y las similitudes no hacen más que menoscabar
el producto que tenemos entre manos.
En conclusión, una película para ver
sin muchas expectativas. Nos hará pasar un buen rato, aunque nos abandonará
minutos después de haber concluido, incluso a pesar del esfuerzo final de los
directores por generar inquietud en los espectadores.
Ficha técnica:
Título original: Devil's
Due
Año: 2014
Duración: 89 min.
País: Estados Unidos
Director: Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett
Guión: Lindsay Devlin y Zoe Green
Reparto: Zach Gilford, Allison Miller, Robert Belushi, Kurt Krause, Steffie Grote
Productora:
20th Century Fox Film Corporation / Davis Entertainment
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