«Es la luz
de la sabiduría o la oscuridad de la ignorancia lo que está en lid ahora.»
Juan
Francisco Ferrándiz, Las horas oscuras.
En
el año 996, el monje benedictino Brian de Liébana llega a las remotas tierras
del condado de Clare, en Irlanda, con el fin de restaurar el monasterio de San
Columbano, destruido por los vikingos décadas atrás en una incursión que no
sólo le quitó la vida al lugar, sino también a sus moradores, entre ellos el
abad (y hermano del monarca) Patrick O’Brien. En la zona no quedan más que restos
abandonados, a los que arriba Brian, portando como único equipaje un viejo
arcón, del que no se separa en ningún momento. El misterio reviste al monje y a
su misión en tierras tan aisladas. Pronto, las intenciones de Brian comienzan a conocerse: está allí para cumplir con el cometido del «Espíritu de
Casiodoro», una hermandad (que no sólo incluye a monjes) que se propuso
conseguir, conservar y resguardar a toda costa el saber adquirido por la
humanidad hasta ese momento. Por esto mismo, no es de extrañar que, en la reconstrucción
de San Columbano, la biblioteca y la parte del scriptorium sean las protagonistas.
Cuando Dana (una mujer rescatada
por Brian) y otros monjes del «Espíritu» se unan en la reconstrucción del
monasterio, las fuerzas del mal también se pondrán en movimiento para impedir
que los hermanos logren su cometido. Vlad, perteneciente a la Scholomancia, una
orden compuesta por strigois (seres espectrales
no del todo humanos, no del todo demonios), dejará las tierras de Valaquia y hará
todo lo que esté a su alcance para conseguir el códice de San Columcille, el
tesoro más preciado de los monjes, un manuscrito iluminado capaz de purificar a
quien lo contemple, incluso a un strigoi.
Con un pasado que
guarda sus propios misterios, y ayudados por los druidas del bosque que perviven
en Irlanda, Brian y sus amigos se enfrentarán a duras pruebas con el fin de develar los secretos que se esconden detrás de los muros del monasterio de San Columbano y de
resguardar tanto el códice de San Columcille como el resto de los libros que
forman parte de la biblioteca.
Arrancar el 2019 con Las horas oscuras de Juan Francisco
Ferrándiz es, sin lugar a dudas, un buen augurio literario. Se trata de una
novela que reúne todo lo que a mí me puede llegar a gustar: una historia
cargada de suspenso y magistralmente escrita (en la que lo más importante son los libros), una ambientación medieval y una
inusual representación de los monjes benedictinos, en este caso preparados para la lucha y defensores del saber (de todo saber, no sólo el cristiano). ¿Qué más se puede pedir?
Más de una vez he
discutido con personas que aseguraban (y todavía aseguran, supongo, ya que no
hay ilusión más grande que la de creer que se puede convencer a alguien) que la
Iglesia Católica retrasó el saber durante toda la Edad Media. Las horas oscuras permite ver una idea distinta: la de que los monasterios fueron aquellos
lugares en los que el saber estuvo a salvo, no sólo del fanatismo religioso
(que pedía eliminar todo aquello que no coincidiera con la doctrina),
sino también de las manos desinteresadas de aquellos que, inclinados a otras
cuestiones, no veían en los códices más que objetos inútiles y de poco valor.
Lean
esta novela. Cada vez son menos los libros que uno puede recomendar con
absoluta confianza. Éste es uno de ellos.
- Juan
Francisco Ferrándiz, Las horas oscuras,
Buenos Aires, Grijalbo, 2012.
***
Sobre el
autor: Juan Francisco Ferrándiz Pascual
nació en Cocentaina (Alicante) en 1971. Es Licenciado en Derecho y actualmente
ejerce como abogado. Ha publicado Secretum
Templi (2003), escrita en valenciano, Las
horas oscuras (2012), La llama de la
sabiduría (2015), que consolidó su prestigio dentro del género de la novela
histórica, y La tierra maldita (2018).
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