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5 de junio de 2022

DE BABEL A PENTECOSTÉS



 

Hoy, según el calendario católico, se celebra Pentecostés, día en que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles y, por extensión, se volvió una fuerza presente en la Iglesia. Me parece interesante relacionarlo con otro relato bíblico, mucho más antiguo: el de la torre de Babel (Gén 11, 1-9). 

            Ambos sucesos pueden ser tomados como parte de un mismo círculo, que se abre cuando Dios, ante la intención de los seres humanos de alcanzar el Cielo por caminos terrenales, decide confundir las lenguas y dispersar a las personas por el mundo; y se cierra cuando, tras enviar su Espíritu, Dios permite que todos vuelvan a hablar una misma “lengua” para así ser reunidos en la Iglesia. La lengua no es otra cosa que el andamio que permite a los hombres construir su sociabilidad: sin una lengua en común, no hay unión y no se puede, siquiera, construir una torre. Por eso, en Babel los hombres fueron incapaces de entenderse y, por eso también, abandonaron sus proyectos y se dispersaron. En Pentecostés, frente a los apóstoles, cada persona, sin importar su procedencia ni su nacionalidad, “los oía hablar en su propia lengua” (He 2, 6), permitiendo así una nueva congregación y una nueva construcción. 

Con el nacimiento de la Iglesia, los tiempos de la dispersión y del desencuentro terminaron. Es momento de que todos hablemos una misma lengua, la del Espíritu, que no es otra que la que se expresa a través del amor: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado. En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros” (Jn 13, 34-35). 

Feliz día de Pentecostés.




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