Leer a Ana Caldeiro es, para mí, una fuente de disfrute textual que no suelo encontrar en cualquier libro ni experimentar con cualquier autor. Ya con la novela La continuidad del viento (Milena Caserola, 2015) me había convencido de estar frente a una excelente narradora. Ahora, con Trenes vacíos (Azul Francia, 2022), libro que contiene once cuentos, no hago más que reafirmar esa primera convicción. Caldeiro es, sin lugar a dudas, una pluma destacada en la literatura argentina contemporánea.
Como dije, Trenes vacíos está compuesto por once relatos. Reseñar libros como este es siempre un desafío. Uno corre el riesgo de extenderse demasiado, ahondando en cada una de las historias, o de no decir lo suficiente, al hablar de un modo muy general. Por eso, en busca de una especie de equilibrio, voy a mencionar sólo algunos de los títulos que más me impresionaron, aunque dejando bien en claro que todos me gustaron. «Tejedoras de Mink» nos muestra, de manera maravillosa, la vinculación de la libertad con el peligro, la amenaza y la ruptura de las tradiciones; «Querida Antonia» nos retrotrae, en versión moderna, a los más oscuros cuentos de hadas (y de brujas); «Liana» es una muestra de lo que debe ser un cuento fantástico; «Miriñaque» nos sumerge en un ambiente opresivo, en el que un simple comercio puede ser, también, un lugar perturbador y angustiante; y «Besos en los ojos» es una historia que combina lo sexual y la violencia en una vorágine poco menos que cautivadora.
¿Y qué decir del estilo de Caldeiro? La palabra adecuada, el ritmo perfecto, la asociación que todos tendríamos que haber visto pero que sólo ella vio, la cotidianidad que de pronto pega un giro hacia lo extraño sin por eso abandonar lo cotidiano, lo fantástico como ruptura de la percepción espaciotemporal, los giros inesperados que hacen de cada final una aventura…
Créanme, y lo digo con entusiasmo, tienen que leer Trenes vacíos.
Después me cuentan.
- Caldeiro, Ana. Trenes
vacíos. Buenos Aires, Azul Francia, 2022.
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Sobre la autora: Ana Caldeiro nació en Buenos Aires en 1973. Creció en la Patagonia. Fue muchas cosas antes de ser terapeuta del lenguaje, escritora y docente. Participó en proyectos vinculados a la comunicación y a la promoción de la lectura. Trabajó en la UBA y el Conicet como docente y colaboradora en laboratorios de lenguaje. Su primera novela, La continuidad del viento (Milena Caserola, 2015) fue seleccionada por la Escuela de Escritores del Rojas para su clínica de novela y crónica, y finalista en 2012 del Premio Internacional de Novela «Marco Denevi». Varios de sus cuentos obtuvieron premios en concursos nacionales y extranjeros e integran diversas antologías.
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