No importa lo que hacemos para comer.
No importa el éxito.
Mucho menos las ventas.
El reconocimiento es la necedad de delegarle a otro una
definición de nosotros mismos.
Si escribís, sos escritor.
Punto.
Escribí, entonces, hasta que te sangren los dedos, hasta que
te sientas tan vacío que necesites rellenarte en un nuevo acto de lectura.
Y cuando la muerte te venga a buscar, que te encuentre
escribiendo.
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